Tras el desastroso resultado electoral en Cataluña, Ciudadanos necesitaba un golpe de efecto, acallar los rumores de división interna que llegaban a la dirección del partido por parte de muchos de sus barones. Inés Arrimadas fue la política más deseada mientras estuvo al frente Albert Rivera, y la más criticada cuando llegó a la presidencia del partido. Solo cuando los resultados son buenos se acata sin rechistar al líder, se les cuestiona tras un desastre electoral, y Ciudadanos ya lleva dos fracasos. El partido naranja necesitaba una victoria y la propia Inés una jugada maestra que acallara a los críticos de su gestión. Los motivos peregrinos utilizados para la moción de censura en Murcia, importaban poco si se conseguía tocar poder. Ninguna región ni autonomía española, ninguna de las principales capitales del país estaba gobernada por Ciudadanos, Murcia iba a ser la primera.
Inés Arrimadas no miente cuando dice que no negoció con Sánchez, para eso está su número dos Carlos Cruzado, y no lo hizo con el presidente del gobierno, sino con Félix Bolaños, secretario general de la presidencia del gobierno. Solo conocían esa negociación, que duró tres semanas, un reducido grupo, en el que se incluye a José María Espejo, azote junto a Arrimadas del independentismo en el Parlamento catalán. ¿Por qué no lo comunicaron a la ejecutiva del partido semanas antes? Sencillamente porque no se fiaban de su silencio. Son muchos los líderes de Cs que tienen buenas relaciones con los líderes del PP en sus lugares de poder, Juan Marín con Moreno Bonilla y más con Elías Bendodo, Begoña Villacís con el alcalde Almeida, o Toni Cantó con toda la cúpula del PP en Valencia. Temía la dirección de Ciudadanos que alguien podía irse de la lengua y dar al traste con el golpe de efecto de Murcia. Por lo tanto, silencio. La decisión se informó a los miembros de la ejecutiva la misma mañana que se activaba la moción de censura, apenas unas horas antes.
Maquiavelo se quedó corto cuando dijo “el fin justifica los medios”, no conoció a Pedro Sánchez
En esas reuniones supervisadas por el ministro Ábalos y la propia Arrimadas en la distancia, se planteó repetir en un futuro inmediato la acción en Castilla y León y quizá más adelante en el Ayuntamiento de Madrid. Pero la pregunta que se hacen todos en Cs es: ¿nadie calculó que Isabel Díaz Ayuso convocaría elecciones? Era evidente la mala relación entre Ayuso y Aguado, incluso en diciembre pasado, sonaron ruidos de sables y hasta se llegaron a proponer cargos a personas de Ciudadanos dentro de un hipotético gobierno formado por Cs y PSOE en la Comunidad. Todos esos rumores llegaron a oídos de Ayuso. El alto número de contagios por la pandemia en esas fechas, retraso la supuesta moción que, aunque nunca se llegó a escribir, muchos aseguran que rondaba la cabeza de Aguado desde hacía meses.
Ignacio Aguado es la doble víctima de este juego político, y nadie ni su partido, ni sus socios de gobierno en el PP, le va a lanzar un salvavidas ahora que está con el agua al cuello.
En las elecciones autonómicas que llegarán el 4 de mayo, nadie de Ciudadanos espera que sea Aguado el candidato. Si hay que pactar de nuevo con Ayuso, con él sería imposible. En cambio, si finalmente la moción de censura de PSOE y Más Madrid prospera, cosa poco probable, Aguado es el candidato perfecto para aliarse con la izquierda.
La fábrica política de Moncloa está trabajando a máxima potencia. De nuevo esta estrategia le salió bien. Tienen a Ciudadanos como nuevo aliado en el Congreso, focalizarán en la Comunidad de Madrid todos los males en un futuro gobierno PP-Vox presidido por Díaz Ayuso, y prepararán el ataque a Castilla y León y al Ayuntamiento de Madrid sin prisa, pero sin pausa.
En un año, quizá en menos, convocará Pedro Sánchez elecciones generales anticipadas. Tras haber desangrado a lo que queda de Podemos, desmembrado a Ciudadanos y focalizado en la extrema derecha al PP. Se presentará Sánchez como el hombre moderado de centro izquierda que nunca fue, pero que ahora le interesa ser durante un tiempo, para mantenerse en el poder cuatro años más. Luego, si vuelve a ser el partido más votado, ya concederá los indultos pendientes a los golpistas del procés, acercará a más presos de ETA y criticará a la Corona de nuevo, si eso le reporta el apoyo de los partidos que le han elevado a presidente. Maquiavelo se quedó corto cuando dijo “el fin justifica los medios”, no conoció a Pedro Sánchez.
Tras el desastroso resultado electoral en Cataluña, Ciudadanos necesitaba un golpe de efecto, acallar los rumores de división interna que llegaban a la dirección del partido por parte de muchos de sus barones. Inés Arrimadas fue la política más deseada mientras estuvo al frente Albert Rivera, y la más criticada cuando llegó a la presidencia del partido. Solo cuando los resultados son buenos se acata sin rechistar al líder, se les cuestiona tras un desastre electoral, y Ciudadanos ya lleva dos fracasos. El partido naranja necesitaba una victoria y la propia Inés una jugada maestra que acallara a los críticos de su gestión. Los motivos peregrinos utilizados para la moción de censura en Murcia, importaban poco si se conseguía tocar poder. Ninguna región ni autonomía española, ninguna de las principales capitales del país estaba gobernada por Ciudadanos, Murcia iba a ser la primera.
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