Ángel Gabilondo, el candidato del PSOE a presidir la Comunidad de Madrid, aparte de "soso, serio y formal", es un hombre sincero y disciplinado. Y ahora la disciplina en el Partido Socialista se impone directamente desde el palacio de la Moncloa ¿O es que a alguien le cabe alguna duda?
Ayer, en La Sexta, Gabilondo desveló el leit motiv de su campaña: cero extremismo. Por ello, descartó pactos post electorales con Podemos. "Con este Iglesias, no. Con este, no". La declaración tiene alcance. No sólo porque demuestra que el PSOE va a ir a la caza de los votantes de Ciudadanos, sino porque muestra a las claras el limitado futuro que tiene el gobierno de coalición.
El intento posterior del secretario de Organización, José Luis Ábalos, de circunscribir las palabras de Gabilondo a su condición de "candidato" son tan sólo la añagaza para no enfadar más de lo que está a Iglesias: al fin y al cabo, todavía hay cuatro ministros podemitas en el Gobierno.
La estrategia del Partido Socialista va a ser, por tanto, intentar quedarse con el mayor número posible de los más de 600.000 votos que tuvo Ciudadanos en la Comunidad de Madrid en los comicios de 2019. Aunque para ello tenga que abjurar de Iglesias e incluso prometer no subir los impuestos, contra lo que el propio Gabilondo había propuesto hace dos meses y contra lo que tanto Podemos como Más Madrid pretenden, si alguna vez logran asaltar los cielos de la Puerta del Sol.
El PSOE busca en estas elecciones tanto el arrinconamiento de Podemos como la aniquilación de Ciudadanos, por mucho que a Arrimadas la trate ahora Sánchez con guante de seda. Los estrategas monclovitas consideran que Iglesias va a tener que enfrentarse a la aguerrida candidata en Más Madrid (Mónica García), que es la que le va a disputar su electorado. Entrar en esa guerra no tiene sentido para el PSOE.
Se busca convertir a Gabilondo en un segundo Salvador Illa. Un candidato que reclama moderación por encima de todo y que, en el caso de Cataluña, sí tuvo la virtud de comerse una parte del voto de Ciudadanos, aunque, claro, no logró el objetivo principal: desalojar al independentismo de la Generalitat.
Moncloa no sólo quiere quedarse con la mayoría del voto de centro en Madrid, sino consolidar un perfil moderado, alejado de Podemos, con la vista puesta en el adelanto electoral
Por cierto, que, si Puigdemont no lo impide, este viernes habrá nuevo gobierno en Cataluña: una coalición de ERC y la CUP (apoyada desde fuera por JxC), según un pacto que incorpora fecha para otra proclamación unilateral de independencia, que será a final de esta legislatura. Agárrense los machos.
La victoria en votos del PSC en Cataluña, por tanto, no ha servido para nada sustancial a corto y medio plazo. Y otro tanto puede suceder en Madrid.
La irrupción de Iglesias en el escenario político madrileño a quien le ha venido mejor es a Isabel Díaz Ayuso y a su planteamiento dicotómico: "Comunismo o libertad". Pero, a diferencia de lo que ocurre en el electorado de la derecha, en el que la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha convertido ya, según todas las encuestas, en el voto útil; en la izquierda, la división en tres partidos va a perjudicar las posibilidades que tendría Gabilondo de convertirse en el polo opuesto a Ayuso.
Aunque en Moncloa saben que ganar en Madrid es tan difícil o incluso más de lo que era ganar en Cataluña, el reforzamiento de un mensaje moderado responde a un planteamiento de luces largas. Es el perfil que Sánchez quiere fijar para cuando se produzca el adelanto electoral.
La mejor prueba de que el reloj del adelanto ya se ha puesto en marcha es que Moncloa le augura larga vida a esta legislatura.
Sánchez quiere adelantar y, además, lo va a necesitar. En primer lugar, porque un Iglesias fuera del gobierno se va a convertir en un dolor de cabeza constante. Mucho más de lo que lo era hasta ahora. Una Cataluña en manos del independentismo antisistema tampoco le va a dar un respiro al Gobierno. La fecha del adelanto depende ahora sólo de dos factores:
1º La evolución de la pandemia, ligada al ritmo de vacunación.
2º La mejora de la situación económica, ligada a la recepción de fondos de la UE.
Ambos condicionantes nos llevan al otoño de este año. O, a más tardar, a la próxima primavera. Estos dos son los escenarios que se manejan de verdad en la sala de máquinas del poder.
Por ello, no es tan importante que no se logre arrebatar el gobierno de la Comunidad de Madrid a la derecha (lo que, de conseguirse, sería un sueño), como consolidar un espacio de centro izquierda en el que el PSOE pueda absorber el voto de Ciudadanos y, por su izquierda, deje a Podemos reducido a partido testimonial, como lo fue en su día Izquierda Unida.
La batalla de Madrid marcará la agenda de la política nacional.
Ángel Gabilondo, el candidato del PSOE a presidir la Comunidad de Madrid, aparte de "soso, serio y formal", es un hombre sincero y disciplinado. Y ahora la disciplina en el Partido Socialista se impone directamente desde el palacio de la Moncloa ¿O es que a alguien le cabe alguna duda?
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