No eran necesarias las prisas y mucho menos la precipitación con la que el secretario general del PP se lanzó a anunciar que el hasta ahora miembro muy destacado de Ciudadanos, Toni Cantó, se presentaba a las elecciones de Madrid dentro de la lista de Isabel Díaz Ayuso sin que ésta hubiera acordado dónde iba a colocar al actor y político valenciano. Es la maldita obsesión de las direcciones nacionales por meter la nariz en las elecciones de Madrid y confeccionarles las listas a quienes tienen la responsabilidad de encabezarlas.
Porque algo parecido, pero mucho peor por lo que tiene de imposición y de ninguneo a los representantes del Partido Socialista madrileño, le están haciendo en La Moncloa al candidato socialista Ángel Gabilondo al que le han colocado ya a la señora Hana Jalloul en el número dos, a la presidenta del Senado, Pilar Llop de número tres y a Irene Lozano en una posición también en la parte alta de la lista, el número cinco. Y la realidad es que esas constantes y repetidas imposiciones no han solido valer para nada, Al candidato del PSOE le están haciendo no sólo la lista sino también la campaña obligándole a decir cosas que no va a poder sostener si llegara a tener la oportunidad de acceder al gobierno de la Comunidad.
Cosas como que con Ciudadanos sí está dispuesto a pactar pero “con este Pablo Iglesias no”, como si hubiera dos o tres versiones para elegir del mismo personaje. Y qué decir de su promesa de no subir ni bajar los impuestos cuando no hace ni dos meses –el 12 de febrero- el propio Gabilondo, en línea con lo trazado desde el Gobierno, firmaba un documento abogando por la subida de los principales impuestos cedidos a Madrid. Es decir, la parte correspondiente del IRPF, Sucesiones y Donaciones o Transmisiones Patrimoniales entre otros. Esa es una estrategia de campaña que podrá ser creíble o no, pero lo que no es admisible en ningún caso es que al candidato le hagan la campaña y lista electoral en función de intereses ajenos al compromiso personal del aspirante a presidir la Comunidad para satisfacer necesidades de otros.
El destino natural de Toni Cantó, el papel que le reportaría grandes beneficios políticos al PP, debería ser el de cabeza de lista en las próximas elecciones autonómicas de Valencia
A Ayuso no le está pasando exactamente lo mismo, en primer lugar porque ella no se dejaría y en segundo término porque la dirección nacional del PP depende de la victoria de la hoy presidenta madrileña para coger impulso y dirigirse con un paso más seguro hacia el fortalecimiento interno del partido y no está en condiciones de incomodar a quien está en posición de garantizarle ese horizonte.
El PP acaba de perder el Ayuntamiento murciano, es verdad, pero también lo es que, con esa pérdida Pablo Casado tiene el camino más abierto hacia la ampliación de la base sociológica incorporando a los votantes de Ciudadanos que han debido de quedarse de una pieza cuando han comprobado que la formación política a la que ellos han apoyado se ha aliado nada menos que con Podemos para derribar al alcalde de Murcia a través de una moción de censura pactada entre los de Inés Arrimadas, los de Pedro Sánchez y los de Pablo Iglesias.
Es verdad que para Pablo Casado la ocasión de recoger a esos votantes de centro y liberales es la mejor en estos momentos, pero también es verdad que no debería precipitarse Teodoro García Egea en sacar rédito inmediato de las incorporaciones de los muchos dirigentes y militantes del partido naranja que se están pasando a las filas del PP.
Es el caso de Toni Cantó. Cuando Isabel Díaz Ayuso aún estaba cavilando en qué orden colocar a sus más directos colaboradores, que son los que la han ayudado en su difícil gestión de estos dos últimos años, sobre todo este último, tan complicados, desde Génova se lanzan a anunciar a bombo y platillo que Cantó va en su lista. La respuesta de ella no ha podido ser más tibia porque ha consistido primero en guardar silencio y después en advertir que ya hablará cuando haya conseguido resolver el sudoku que siempre supone confeccionar una lista electoral.
El señor Cantó es desde luego un fichaje de lujo. Pero no se necesitaba en Madrid. Las perspectivas de la señora Ayuso eran excelentes de entrada y la incorporación de este nuevo fichaje no va a darles más impulso. Al contrario, la impresión que ha dado la secuencia de los hechos es que alguien le ha colocado a la presidenta madrileña un invitado de postín para una cena en la que no estaba previsto un cubierto para él. Y esa es la peor manera de presentar ante el público al nuevo y muy notable miembro del Partido Popular.
El destino natural de Toni Cantó, el papel que le reportaría grandes beneficios políticos al PP, debería ser el de cabeza de lista en las próximas elecciones autonómicas de Valencia. Ahí sí que podría arrasar porque su trayectoria en la Cámara valenciana ha sido verdaderamente brillante además de valiente y de una contundencia muy de agradecer que hacía tiempo que no se daba por estos pagos.
El presidente del PP tendrá que elegir en esta ocasión: o sale en la procesión o se queda tocando las campanas. Las dos cosas al mismo tiempo no pueden ser
La suya es una incorporación de gran valor político y de imagen. Pero colocarlo de la manera en que se ha hecho en las listas de Madrid ha devaluado el atractivo y la importancia de su presencia en las filas populares.
Y no es porque él no se haya comportado con la sinceridad con la que acostumbra a desenvolverse en la vida pública –ha defendido con vehemencia la imperiosa necesidad para el país de que el PP gane estas elecciones- sino por la precipitación la falta de pulso y buen tino con la que se ha comportado la dirección nacional de ese partido.
Díaz Ayuso le encontrará, seguro, un puesto más que digno en su lista electoral en la que los puestos de salida no parece que vayan a bajar de 50. El problema es que lo adecuado sería reservarle el número dos, lo cual le estará provocando varios dolores de cabeza a la presidenta que, a estas alturas, tendría ya más o menos pergeñado su equipo para la batalla electoral.
Pero insisto: el lugar de Toni Cantó si el PP quiere intentar recuperar el poder allí, está en la candidatura a la presidencia de la Comunidad valenciana, para lo cual habría necesitado patearse ese territorio durante los próximos dos años.
Encajarlo en Madrid es un desperdicio por más que Pablo Casado y Teodoro García Egea quieran utilizar su nombre para subrayar el perfil de centro-centro que el presidente popular se ha comprometido públicamente a ocupar pero que corre el riesgo de quedar demasiado escorado a la derecha por los mensajes que Ayuso va sin duda a transmitir a su electorado durante la campaña y con los que va a ganar de calle.
El presidente del PP tendrá que elegir en esta ocasión: o sale en la procesión o se queda tocando las campanas. Las dos cosas al mismo tiempo no pueden ser.
No eran necesarias las prisas y mucho menos la precipitación con la que el secretario general del PP se lanzó a anunciar que el hasta ahora miembro muy destacado de Ciudadanos, Toni Cantó, se presentaba a las elecciones de Madrid dentro de la lista de Isabel Díaz Ayuso sin que ésta hubiera acordado dónde iba a colocar al actor y político valenciano. Es la maldita obsesión de las direcciones nacionales por meter la nariz en las elecciones de Madrid y confeccionarles las listas a quienes tienen la responsabilidad de encabezarlas.
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