Los confinamientos y cierres perimetrales se alargan y los parados aumentan, ya estamos ante la mayor crisis económica de España en cien años y el FMI confirma que seremos el país del mundo que en mayor medida la va a sufrir. No hay dinero para las PYMES y no llegan las ayudas directas un año después del cierre de negocios, y con este panorama económico el Gobierno decide gastar 1.600 millones de euros para el sector audiovisual en cuatro años. Eso son 400 millones, cuatro Zendales que diría Ayuso, cada año.
De pronto ahora el Gobierno considera que es el momento perfecto para aumentar el 30% la producción audiovisual creada en España. En su presentación Pedro Sánchez improvisaba un discurso de media hora lleno de obviedades sobre la producción publicitaria que ha descendido con la pandemia, el aumento del consumo de televisión y de internet en pandemia, las dificultades de muchos actores para encontrar trabajo... Llegó a decir en su discurso esta frase: “Es un momento para dar soluciones a un sector que es prioritario”. El sector audiovisual es prioritario, más prioritario que el sanitario, el turístico, el hostelero o el comercial, tan prioritario como lo fue la compañía aérea Plus Ultra, rescatada con 53 millones y en manos de empresarios cercanos al régimen de Maduro.
Llegará a los grandes grupos mediáticos de este país una lluvia de millones que ya desearían los autónomos, los empresarios y los que siguen esperando la ayuda social
Sánchez sabe nombrar a las cosas de forma distinta a lo que son para desviar la atención, y a este millonario plan le llamó Plan Spain Audiovisual Hub. Escucharle justificar el gasto de 1600 millones de euros desde el cine Doré de Madrid provocaba cierto sonrojo, pero quienes estaban frente a él, en su mayoría los beneficiarios de este Gordo de Lotería, aplaudían a rabiar.
De los 1.600 millones, 1.330, el 83% serán “para financiar proyectos y empresas de producción audiovisual española”. Es decir que llegará a los grandes grupos mediáticos de este país una lluvia de millones que ya desearían los autónomos, los empresarios, los que siguen esperando la ayuda social y el resto de españoles abandonados a su suerte.
En este país los únicos que recibieron ayudas directas a los quince días de decretarse el Estado de Alarma fueron las televisiones privadas. Las regaron con 15 millones de euros para “compensar la caída de ingresos publicitarios por el coronavirus”, a los que añadieron otros 15 millones más en julio pasado por real decreto. El resto de empresas españolas han tenido que esperar más de un año para que se otorgue un paquete de 11.000 millones de ayudas a empresas y autónomos, que aún no ha llegado y siguen esperando.
Hoy sabemos que las ayudas que recibieron las televisiones privadas nunca fueron justificadas, el consumo de televisión aumentó un 22% en pandemia y la publicidad solo se redujo un 17%. Por lo tanto la televisión es el sector empresarial que menos ha notado la pandemia y el más subvencionado por el gobierno. A estas cifras millonarias hay que añadir los 112 millones de euros en publicidad institucional durante este año y el próximo, aprobado “por vía urgente”.
Las televisiones fueron obedientes y el presidente del gobierno compareció hasta 16 veces, 851 minutos desde Moncloa en horario de máxima audiencia durante los meses del confinamiento.
Es evidente el interés que tiene este gobierno en controlar los medios de comunicación a través de una lluvia de millones constante y permanente que ahora supera todas las previsiones con los 1.600 millones en cuatro años que se acaban de aprobar.
Un estudio de la Universidad de Cambridge coloca al gobierno español a la cola de la gestión de la crisis de la Covid 19, España fue el peor país del mundo en gestionar la pandemia. Esta realidad que se reflejó en la mayoría de periódicos, digitales y emisoras de radio, jamás se percibió en las televisiones públicas y privadas de nuestro país. Los programas informativos mostraron y muestran todavía, una realidad maquillada, suavizada, acusando de negacionista, manipulador o fascista al que critica abiertamente la gestión gubernamental. Solo un director de un informativo, Vicente Vallés, ha puesto el foco en la mala gestión y la incoherencia manifiesta de las decisiones tomadas por el ejecutivo. Solo uno ha hecho lo que un periodista debe hacer, controlar la acción del gobierno. El resto ni están, ni se les espera.
Los confinamientos y cierres perimetrales se alargan y los parados aumentan, ya estamos ante la mayor crisis económica de España en cien años y el FMI confirma que seremos el país del mundo que en mayor medida la va a sufrir. No hay dinero para las PYMES y no llegan las ayudas directas un año después del cierre de negocios, y con este panorama económico el Gobierno decide gastar 1.600 millones de euros para el sector audiovisual en cuatro años. Eso son 400 millones, cuatro Zendales que diría Ayuso, cada año.
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