Ayuso corre como una colegiala o como un dibujito japonés con ojos hechos de una sola gota. Corre por un Madrid que está también soñado o estilizado en dibujo o en musical, con tenderos o paisanaje que parece que van empezar un coro de Chapí. Yo creo que Ayuso ha corrido poco o de todas formas corre mal, como corren las chiquillas, más impulsadas por las hélices de las coletas que por las piernas. Pero sus gurús han querido ponerla corriendo por todo Madrid porque es la iconografía del paseo del león o del señor, marcando su territorio, y además se asocia con esfuerzo y con salud, aunque Ayuso parezca Pitufina huyendo del gato. Edmundo Bal enseguida ha puesto un tuit con el tiempo y el kilometraje de una carrera suya para que sepamos que está en forma, como si quisiera ganarle corriendo de verdad a Ayuso, que es, como digo, sólo un dibujito. A Ayuso quieren ganarle corriendo las carreras de mentira y quieren ganarle con política lo que es una guerra de iconografías. Por eso ella sólo confronta con Sánchez, otro dibujo de Candy Candy.
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