Ayuso corre como una colegiala o como un dibujito japonés con ojos hechos de una sola gota. Corre por un Madrid que está también soñado o estilizado en dibujo o en musical, con tenderos o paisanaje que parece que van empezar un coro de Chapí. Yo creo que Ayuso ha corrido poco o de todas formas corre mal, como corren las chiquillas, más impulsadas por las hélices de las coletas que por las piernas. Pero sus gurús han querido ponerla corriendo por todo Madrid porque es la iconografía del paseo del león o del señor, marcando su territorio, y además se asocia con esfuerzo y con salud, aunque Ayuso parezca Pitufina huyendo del gato. Edmundo Bal enseguida ha puesto un tuit con el tiempo y el kilometraje de una carrera suya para que sepamos que está en forma, como si quisiera ganarle corriendo de verdad a Ayuso, que es, como digo, sólo un dibujito. A Ayuso quieren ganarle corriendo las carreras de mentira y quieren ganarle con política lo que es una guerra de iconografías. Por eso ella sólo confronta con Sánchez, otro dibujo de Candy Candy.
Si se fijan, la carrera de Ayuso es una carrera solitaria, o sea del héroe, y una carrera inaugural, creadora, que parece que ella va abriendo los comercios y poniendo las terrazas en el primer amanecer de Madrid. Hay en su carrera y en su mirada un algo genesiaco, ese pasearse por su Creación recién terminada y secarse el sudor ya en Sol, o sea ante su trono o nube, satisfecha del resultado. La simbología es la del héroe solar, dador de vida pero a la vez presentado como sacrificio (su persecución por la izquierda), un sacrificio necesario para la salvación del pueblo y para la parusía este 4M. El anuncio parece tonto porque Ayuso corre a la vez de una manera torpe, gloriosa, infantil, heroica y olímpica, como si corriera Willy Fogg por sus países/monumento o como si corriera una mascota, como si corriera el mismo Cobi más rodando que corriendo. Pero tiene mucha miga y da para más hermenéutica que memes.
Ayuso parece la vecina que corre para coger el autobús, pero el mensaje es que es una diosa solar, con yelmo de mascarilla, que presenta y protege su obra"
Ayuso parece la vecina que corre para coger el autobús, tiene hasta chándal panderero de vecina, pero el mensaje es que es una diosa solar, con yelmo de mascarilla, que presenta y protege su obra, un Madrid abierto pero con distancia, orden, organización, jerarquía, el mismo orden que un jardín edénico. El Edén de Madrid recorrido en zapatillas, como por el Dios en pantuflas de El Jueves. El equipo de Ayuso ha metido mitología solar donde el equipo del PSOE sólo ha puesto a un Gabilondo orgulloso de ser soso, grande, lento y humanísimo como un cobrador de la noria o un ayudante de la tómbola de al lado. Es curioso porque Sánchez es todo mitología, pero ahora sólo lanza por delante a gente humanísima, casi harapientos de vulgar humanidad, como si lanzara a bautistas andrajosos, o sea Illa o Gabilondo. En realidad, si Illa o Gabilondo funcionan es porque son eso, apóstoles humanizados y empueblados de esa lejana y radiante divinidad que es Sánchez.
Ayuso sólo puede confrontar con Sánchez, de mitología a mitología, de la diosa con alas en las orejas, protectora de ciudades áticas y churrerías castizas, al Superman de gomaespuma del sofá de la Moncloa. Ayuso no puede montar una ópera wagneriana contra Iglesias, que va por ahí con su mochila vendiendo su ideología de alambre como bicicletas de alambre, diciendo que gobiernan las minorías porque las únicas mayorías que él cuenta son suyas. Ni contra Gabilondo, que está haciendo una campaña rara, como un profesor en motocarro, entre vender lógica y lechugas. Ni contra Bal, un gran político que se hundirá a pesar de eso o justo por eso (es el sino de Ciudadanos). Bal pretende hacer política de verdad sin darse cuenta de que desde lo de Murcia ya nadie se fía de ellos, así nos muestren su ideología con el pulsómetro, como su carrera. "Madrileños por Edmundo" es su lema, además. Es como enfrentar a una valquiria con un chiste de Arévalo.
Ayuso corre como Pitufina o quizá más como Rocky, héroe del pueblo entre cajas de manzanas y barberos que bajan el toldo. Ayuso en realidad era poquita cosa política, pero la han convertido en icono y por eso trabaja ya sólo de icono, como una Marilyn de marquesina. Ha respondido a la guerra cultural de Sánchez, hecha de contraseñas, tópicos y simplicidades, con las contraseñas, los tópicos y las simplicidades inversas y exactas para neutralizarlas. Hasta ha respondido al tipito de Buda de gimnasio, de ligón de clase de yoga de Sánchez, con otro tipito de brazos en jarra y sartenazo de cine mudo, como una novia de Chaplin, que es lo que parece Ayuso.
La revolución de Iglesias ha fracasado, así intente resucitar muertos encalados en Vallecas, y Ciudadanos se ha suicidado de una manera tonta, inconcebible, como si se hubiera cortado la cabeza afeitándose. Ya he dicho que contra Sánchez sólo pueden Ayuso o Almeida, Ayuso como igual y Almeida como reverso. Lo que dice o hace Casado ya no le importa a nadie, la verdad. Pero si Ayuso se recoge una coleta y se va a correr como jugando a la rayuela, o se viste de María Magdalena o de troyana, o abre y cierra Madrid igual que sus ojos de negros abanicos, España sólo habla de ella. Y esa carrera ya la ha ganado.
Ayuso corre como una colegiala o como un dibujito japonés con ojos hechos de una sola gota. Corre por un Madrid que está también soñado o estilizado en dibujo o en musical, con tenderos o paisanaje que parece que van empezar un coro de Chapí. Yo creo que Ayuso ha corrido poco o de todas formas corre mal, como corren las chiquillas, más impulsadas por las hélices de las coletas que por las piernas. Pero sus gurús han querido ponerla corriendo por todo Madrid porque es la iconografía del paseo del león o del señor, marcando su territorio, y además se asocia con esfuerzo y con salud, aunque Ayuso parezca Pitufina huyendo del gato. Edmundo Bal enseguida ha puesto un tuit con el tiempo y el kilometraje de una carrera suya para que sepamos que está en forma, como si quisiera ganarle corriendo de verdad a Ayuso, que es, como digo, sólo un dibujito. A Ayuso quieren ganarle corriendo las carreras de mentira y quieren ganarle con política lo que es una guerra de iconografías. Por eso ella sólo confronta con Sánchez, otro dibujo de Candy Candy.
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