Hoy, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia, la Bifobia y la Interfobia, se cumplen treinta y un años desde que la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar la homosexualidad una enfermedad mental.
Ese hito histórico se viene celebrando desde hace diecisiete años con el fin de dar visibilidad a la difícil situación de las personas LGBTIQ e impulsar la igualdad en todas sus dimensiones.
A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, la igualdad de las personas LGBTIQ dista aún de ser una realidad, como ponen de manifiesto los resultados de la encuesta sobre las personas LGBTI de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea y el «mapa arcoíris» de ILGA-Europe.
Todavía más preocupante es que, en algunos países de la UE, estén ganando terreno prácticas retrógradas como las denominadas «zonas libres de LGBT» y distintas restricciones a los derechos de las personas transexuales que atentan contra la simple existencia del colectivo LGBTIQ.
Los responsables políticos deben actuar con celeridad, especialmente cuando hay vidas en peligro
Si bien el porcentaje de europeos a favor de la igualdad de las personas LGBTIQ es cada vez mayor, la cruda realidad es que no hay ningún lugar seguro en Europa. Acoso e intimidación en centros escolares, discriminación en el lugar de trabajo, odio en internet, violencia en la calle; la situación sigue siendo desesperada, sobre todo para las personas más fácilmente identificables como LGBTIQ.
En Bélgica, el pasado 6 de marzo, asesinaron a puñaladas a David Polfliet, de 42 años de edad, cuando acudió a una cita usada como señuelo a través de una aplicación de encuentros para homosexuales.
Este brutal asesinato, lejos de constituir incidente aislado, nos muestra hasta dónde puede llegar la homofobia si no se ataja y engrosa una larga lista de homicidios y tentativas de homicidio de personas LGBTIQ por la única razón de ser quienes son.
Los responsables políticos deben actuar con celeridad, especialmente cuando hay vidas en peligro. Ese es el motivo por el que la Comisión presentó su Estrategia para la Igualdad de las Personas LGBTIQ 2020-2025, que, entre otras acciones, persigue la inclusión de los delitos de odio y la incitación al odio en la lista de «eurodelitos».
Ese es el motivo también por el que pedimos que las estrategias nacionales a favor de la igualdad de las personas LGBTIQ complementen y refuercen la acción de la UE, sobre todo en aquellos ámbitos en los que las competencias de esta son limitadas, como la sanidad y la educación.
El pasado mes, el Parlamento Europeo, por mayoría absoluta, declaró la UE zona de libertad para las personas LGBTIQ.
A pesar del carácter simbólico de la votación, se trata de una toma de posición importante en un momento en el que se cuestionan los derechos de las personas LGBTIQ.
El día de la votación, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tuiteó lo siguiente: «Ser tú mismo no es cuestión de ideología. Es tu identidad. Y nadie podrá nunca arrebatártela». Al igual que ella, varios comisarios se pronunciaron a favor de la causa y dejaron claro que, para la Comisión Europea, el respeto de los derechos de las personas LGBTIQ no es negociable.
En efecto, debemos defender los derechos de las personas LGBTIQ tanto dentro de la UE como a escala internacional. La posibilidad de retroceder o de estancarse ni se contempla.
El pasado mes, el Parlamento Europeo, por mayoría absoluta, declaró la UE zona de libertad para las personas LGBTIQ
Hemos de hacer lo que es moralmente correcto, defender el Derecho internacional y europeo, e incluso ir más allá: el objetivo es garantizar el respeto de la libertad de toda persona para vivir su sexualidad y su género.
Para lograr los resultados deseados, tenemos que ser más audaces de lo que hemos sido hasta ahora. Por tanto, hago un llamamiento a todas las autoridades, estatales, regionales y municipales, para que consideren proclamarse, por iniciativa propia, zonas de libertad para las personas LGBTIQ. En ese proceso, les pido que reflexionen sobre lo que aún queda por hacer, dialogando con la sociedad civil LGBTIQ, y que procedan a realizar los cambios necesarios.
La Comisión Europea seguirá facilitando el intercambio de las mejores prácticas entre los países de la UE.
Es probable que, por segundo año consecutivo, se cancelen los desfiles del Orgullo en muchas ciudades europeas. La cancelación de tales actos conlleva una falta de visibilidad y una pérdida de ingresos para fines relacionados con la defensa de la causa y el desarrollo de la comunidad que pueden costar caro a las personas LGBTIQ, a menos que hallemos nuevas formas de dar la visibilidad y el reconocimiento debidos a una parte importante de nuestra población.
Que nuestra resolución a hacer lo correcto sirva de ejemplo al mundo en la defensa de los derechos y las libertades de las personas LGBTIQ.
Sigamos la senda marcada por el Parlamento Europeo y definamos lo que significa ser una zona de libertad para las personas LGBTIQ.
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