Pedro Sánchez quiere indultar a los líderes del procés para tener el apoyo de ERC (13 escaños) en el Congreso y, de esa forma, garantizarse la continuidad como presidente del Gobierno. ¡Hasta el Tribunal Supremo lo apunta en su demoledor informe!
La verdad es tan prosaica que Iván Redondo va a tener que emplearse a fondo para justificar ante la sociedad, los votantes y los militantes socialistas, que el presidente del Gobierno quiere poner en la calle a los condenados por sedición que han dicho sin disimulo que volverían a hacer lo mismo. En fin, una explicación plausible que adorne el indulto y que vaya más allá del "no nos quedaba otra alternativa que tragar".
La intervención en El Hormiguero de Felipe González ("en estas condiciones yo no lo haría"), el tuit de Fernández Vara (en su línea de timidez) y la rotunda oposición de García Page ("no es una medida de gracia, es una desgracia"), son tan sólo las notas discordantes más llamativas de un PSOE que se resiste a morir como partido pero que vive con respiración asistida desde Moncloa.
La marejada existe. Muchos alcaldes y los presidentes autonómicos con mayor peso político temen que los indultos a los jefes del independentismo puedan significar el punto de inflexión en un cambio de ciclo que ya atisbó la victoria arrolladora de Díaz Ayuso en Madrid.
El ministro Ábalos (secretario de Organización del PSOE) apeló ayer a la "pedagogía". Algo difícil de hacer para un partido cuyo modus operandi consiste en disparar primero y preguntar después.
Sánchez ha cocinado la arriesgada decisión con su círculo íntimo, cada vez más reducido, y que integran no más de cuatro personas.
Ahora toca fabricar el relato: con los indultos, el presidente persigue frenar la aventura independentista en Cataluña. Eso es a lo que Iván Redondo llama un "liderazgo valiente"
El jefe de Gabinete del presidente avanzó ayer en el Congreso una de las claves de ese relato que demandan los dirigentes socialistas: "Liderazgo valiente". ¿En qué consiste la valentía? Aquí va el argumentario de Moncloa: El presidente quiere cambiar la dinámica que se viene dando en Cataluña fundamentalmente desde la sentencia del Constitucional que recortó algunos aspectos del nuevo estatuto y que dio alas al independentismo y contribuyó a enterrar el nacionalismo moderado que había sido clave para la gobernabilidad del Estado durante treinta años. Para ello hay que tender puentes con los líderes más sensatos del independentismo (ahí colocan a Pere Aragonès). ERC ha logrado un hito histórico al hacerse con la presidencia de la Generalitat. JxC está dividida y cada día es más evidente la ruptura entre dirigentes como Jordi Sánchez con el expresidente Puigdemont. Hay que aprovechar el momento. Tender la mano a los republicanos, iniciar un proceso de diálogo que normalice la situación política en Cataluña. Para ello, es necesario hacer un gesto, un gesto valiente, que demuestre a los independentistas moderados y a la sociedad catalana en su conjunto que el Gobierno está dispuesto a sumir riesgos a cambio de consensos que ayuden a cerrar una brecha que hace imposible la convivencia en Cataluña y que pone en peligro la unidad de España....
En este cuento de la lechera no aparece por ningún lado el mantenimiento del vital apoyo de ERC al Gobierno en el Congreso.
En definitiva, el indulto representa una vuelta más en la política de apaciguamiento que con tan poco éxito (¿recuerdan como acabó la operación diálogo capitaneada por Soraya Sáenz de Santamaría, que tenía como interlocutor al predicador Junqueras?) se ha ensayado ya otras veces.
Confiar en que Aragonés va a sentarse en la Mesa de Diálogo sin expectativas de lograr algo sólido -un referéndum- que llevar a Cataluña como conquista arrancada a Madrid y que, al mismo tiempo, le valga para callarle la boca a Puigdemont, es una ingenuidad poco creíble en gente de cierto nivel. No sé que tragaderas hay que tener para creerse que los indultos de los presos del procés van a suponer el principio del fin de la aventura independentista.
Moncloa cree que hay tiempo. El calendario electoral -los comicios no se celebrarán hasta finales de 2023, dicen ahora- ayuda a que la gente asimile ese gesto de valentía, toda vez que la nueva situación iría dando frutos.
Todo es demasiado alambicado y poco verosímil como para que la operación salga bien. Suena a déjà vu.
Cuando hace falta dar tantas vueltas para explicar una cosa tan sencilla es que lo que nos cuentan no es verdad. Les recomiendo que, si no la han visto, vean Tiempo de valientes (Damián Szifron). Por lo menos, pasarán un buen rato.
Pedro Sánchez quiere indultar a los líderes del procés para tener el apoyo de ERC (13 escaños) en el Congreso y, de esa forma, garantizarse la continuidad como presidente del Gobierno. ¡Hasta el Tribunal Supremo lo apunta en su demoledor informe!
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