De buena se ha librado Pedro Sánchez con la victoria de Juan Espadas frente a Susana Díaz. Y una victoria, además, amplia y generalizada en todo el territorio, no sujeta a discusión ni a peticiones de recuento de votos.
La primera parte de la guerra que desde Ferraz se estaba librando contra la en otro tiempo sultana del socialismo andaluz ha sido ganada limpiamente por la dirección del PSOE. Ahora queda por ver cómo se va a desarrollar la segunda parte de la contienda, dado que la recién derrotada sigue siendo la secretaria general del PSOE-A. Y aunque ya ha dicho que dará un paso a un lado hasta que se celebre el congreso de su partido, puede que desde Madrid tengan más prisa y quieran que se vaya ya.
Ahora podrían venir las presiones para que renuncie inmediatamente a su cargo, de modo que Ferraz designe una gestora que pilote el partido hasta la celebración de su congreso regional a finales de año. Y eso a pesar de que ya se ha visto la actitud que ha adoptado horas después del recuento de votos una Susana Díaz a la que su contrincante más inmediato ha vencido con la enorme holgura que proporcionan los casi 17 puntos que Juan Espadas le ha sacado en las urnas.
Con ese resultado es poco probable que ella se sienta con autoridad interna bastante como para encabezar un sector crítico que le ponga las cosas difíciles al partido en el congreso regional, donde habrá que volver a votar para elegir al nuevo secretario general del PSOE-A. Ese era el temor de la dirección nacional pero sus posibilidades para armar esa corriente se han debilitado ya de manera extraordinaria.
Porque la realidad es que Díaz es ahora una derrotada sin paliativos y este fracaso, incrementado por la gran diferencia a la baja de votos obtenidos por ella respecto a su inmediato rival, no le proporciona más que argumentos para preparar su retirada al frente de su partido.
La campaña se había venido desarrollando en un tono de extrema cautela por parte de los dos contendientes hasta el punto de que el debate por excelencia en toda España en estos días, el relativo a los indultos a los condenados del independentismo catalán, ni siquiera fue abordado por ellos.
Pedro Sánchez ha salido plenamente victorioso de este trance que amenazaba con debilitar muy seriamente su posición interna en caso de una derrota en esta batalla decidida, planificada y declarada desde Madrid
Moncloa y Ferraz tuvieron también el buen sentido de no poner los pies en la campaña de Juan Espadas, que ya se sabía que era el candidato del aparato nacional, ausencias que permitieron a éste no tener que sacudirse de encima las previsibles ataques, tan resultones siempre, de que él era un mandado de Madrid.
Otra cosa es que el actual alcalde de Sevilla sea un buen candidato a la presidencia de la Junta en el momento en que el presidente Moreno Bonilla se decida a convocar elecciones, cosa a la que está muy poco dispuesto y menos ahora cuando parece que los de Vox se han bajado de los cuernos de la luna y empiezan a regresar lentamente al camino de lo razonable.
Las perspectivas electorales del socialismo andaluz no son nada halagüeñas en estos momentos, según apuntan los sondeos de intención de voto. La gestión del presidente, miembro del PP, está concitando el apoyo creciente de los electores en esa comunidad, y los enemigos de Susana Díaz pueden decir si quieren que la probable segunda derrota del PSOE se le podría adjudicar al mal papel que ha desempeñado en los últimos meses la todavía secretaria regional del partido, cosa que no sería cierta porque a quien hay que adjudicar el mérito de los resultados de los sondeos es a la ejecutoria de Moreno Bonilla y no a los errores de Díaz.
Pero no era ese escenario futuro el que preocupaba a Pedro Sánchez cuando se decidió desde Madrid convocar primarias en previsión de un adelanto electoral. Lo que le importaba a él y a su equipo dentro del partido era quitarse de en medio a una mujer que en su opinión estaba ya claramente de sobra dentro de la estructura orgánica del partido.
No sabemos cuánto va a durar Susana Díaz al frente del socialismo andaluz siendo un hecho que a finales de año se va a elegir un nuevo secretario general. Ése será probablemente el recorrido máximo que le quedaría por hacer a la ex presidenta de la Junta.
La duda está todavía no en si ella va a renunciar a su cargo de secretaria general, que ya ha dicho que renunciará, sino en cuándo lo va a hacer. Pero que su trayectoria orgánica dentro de su partido se acabó anoche, eso no ofrece ninguna duda. La carrera política de Susana Díaz terminó ayer.
Pedro Sánchez ha salido plenamente victorioso de este trance que amenazaba con debilitar muy seriamente su posición interna en caso de una derrota en esta batalla decidida, planificada y declarada desde Madrid.
Ahora sólo le quedaría dar un pequeño empujón final en su particular tablero de ajedrez a una Reina ya sitiada y sin aliento. A partir de ahora, el presidente del Gobierno podrá ocuparse de un problema menos de los muchos y muy graves que tiene planteados sobre su mesa.
De buena se ha librado Pedro Sánchez con la victoria de Juan Espadas frente a Susana Díaz. Y una victoria, además, amplia y generalizada en todo el territorio, no sujeta a discusión ni a peticiones de recuento de votos.
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