Josep es un ladrón, estafó más de 500.000 euros a su empresa y huyó con el dinero robado que se gastó en otro país. Cuando fue finalmente detenido, el fiscal pidió para él nueve años y así lo sentenció el Tribunal. Los está cumpliendo en una prisión catalana, hasta ahora al lado de los presos del procés. Sus compañeros políticos en prisión cometieron un delito de sedición contra el Estado y malversaron fondos públicos por valor de 7 millones de euros según el Supremo y el Tribunal de Cuentas. Están condenados, como Josep, entre 9 y 13 años de cárcel, pero mientras disfrutaban de un puente de permiso para celebrar la verbena de San Juan, fueron indultados por el Gobierno por “razones de utilidad pública”. 

Durante los tres años y medio que nuestro ladrón ha compartido prisión con ellos ha visto de todo. Han disfrutado de infinidad de permisos y de visitas, muchas más que las que ha tenido Josep y el resto de presos. En un día llegó a contabilizar hasta 21 visitas de periodistas, políticos y empresarios, cuando él para solicitar una sola ha de justificarla y a menudo se la deniegan. 

Les reciben en el ala de psiquiatría, no porque estén abducidos por la estelada, que también, sino para no mezclarse con familiares de otros preso

Este tipo de visitas las reciben de lunes a viernes en sus “despachos” dentro de la cárcel y lejos de sus celdas, porque el fin de semana que no disfrutan de permiso es cuando les visitan sus familias, les reciben en el ala de psiquiatría, no porque estén abducidos por la estelada, que también, sino para no mezclarse con familiares de otros presos. Ellos son reclusos con pedigrí, no como Josep. Hasta el punto, que cuando les someten a las revisiones médicas rutinarias como a todos los presos, ellos llaman a sus médicos particulares para que vengan a prisión. Su salud es más importante que la del resto de reclusos y merecen la sanidad privada, no la pública y carcelaria.

La realidad es que solo pisan la celda para dormir y a veces ni eso, el 1 de octubre del 2019 celebraron el aniversario del referéndum ilegal hasta altas horas de la madrugada en el patio de la cárcel, mientras el resto de presos estaban encerrados en sus celdas como marca la ley penitenciaria a esas horas.

Lo que más sorprendió a Josep fue ver a Junqueras junto a Arnaldo Otegi en un mitin el pasado mes de febrero durante la campaña electoral. 

Ya no se juzga un delito en un Tribunal en base a pruebas, si no en un despacho por intereses electorales

Se pregunta Josep, al que le quedan años de condena, porqué ellos han salido con penas de hasta 13 años cumpliendo poco más de tres y habiendo robado una cantidad catorce veces mayor que él, y escucha sorprendido al presidente del Gobierno que les indulta, que antepone el poder político a la justicia. Ya no se juzga un delito en un Tribunal en base a pruebas, si no en un despacho por intereses electorales. En el informe que les concedió los indultos, el Gobierno reprocha al Tribunal Supremo haber olvidado la “perspectiva política” del caso, de ahí que los aplique por motivos de utilidad pública.

Y se pregunta Josep porqué él no militó en alguno de los partidos que gobiernan Catalunya hace 30 años, seguro podría haber robado mucho más y protegido “por el interés común”. 

151 años después de publicar en el BOE la ley del indulto, la historia reciente nos recuerda que los Gobiernos del PP han indultado a miembros del PSOE y viceversa, y ambos siempre a los Convergentes e independentistas por utilidad política, que no pública. José María Aznar fue quien más indultos concedió en los ocho años que fue Presidente, entre ellos a 15 presos de Terra Lliure  y a los políticos socialistas condenados por el GAL. Felipe González indultó entre otros a Jesús Gil y el General Armada, además del presidente cántabro del PP condenado por malversación de caudales públicos. 

En Francia sería imposible haberles concedido el indulto a los presos del procés, porque antes deberían haber pedido por escrito el perdón y mostrado su arrepentimiento al Jefe del Estado. En Italia tampoco, porque para hacerlo se necesitan dos tercios de los votos de sus diputados, que Sánchez no hubiese conseguido en el Congreso. Y en Reino Unido hubiese sido imposible hasta dentro de ocho años, en 2029, porque su ley exige cumplir un tiempo sin reincidir para acceder a esta medida de gracia.

Josep sigue en prisión, sus compañeros políticos en la calle tras vivir tres años en el mismo lugar pero con todos los privilegios. Ahora entiende porque ni PP ni PSOE quieren reformar la ley del indulto en España.

Josep es un ladrón, estafó más de 500.000 euros a su empresa y huyó con el dinero robado que se gastó en otro país. Cuando fue finalmente detenido, el fiscal pidió para él nueve años y así lo sentenció el Tribunal. Los está cumpliendo en una prisión catalana, hasta ahora al lado de los presos del procés. Sus compañeros políticos en prisión cometieron un delito de sedición contra el Estado y malversaron fondos públicos por valor de 7 millones de euros según el Supremo y el Tribunal de Cuentas. Están condenados, como Josep, entre 9 y 13 años de cárcel, pero mientras disfrutaban de un puente de permiso para celebrar la verbena de San Juan, fueron indultados por el Gobierno por “razones de utilidad pública”. 

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