Lorca, siempre Lorca. Y Calvo, siempre Calvo. Lorca es pura España no por lo que fue haciendo yendo del casticismo a la innovación, que así se resume el viaje de toda la cultura española, un viaje siempre como de alguien en carreta. Lorca es pura España porque es la cultura que se convierte en producto ajeno a la cultura, o que sólo se consume como producto ajeno a la cultura. Una cosa fetichista, caníbal y hasta ridícula, como esos chocolates de Salzburgo con el nombre de Mozart, con la diferencia de que allí al menos sí escuchan a Mozart. O aún más, una cosa política, militante, que convierte al poeta en una especie de líder agrario de pitiminí. Por algo parecido, Carmen Calvo también es pura España.
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