Esto es lo que ha supuesto la crisis ministerial anunciada ayer por Pedro Sánchez pero desvelada varias horas antes por sus terminales mediáticas más próximas: un verdadero terremoto al que ahora nos apresuraremos e interpretar para dar con las claves políticas de este profundo movimiento de carteras.
Empecemos por el cese de Iván Redondo, el todopoderoso director del Gabinete del presidente del Gobierno que sumó a ese cargo innumerables responsabilidades en todos los organismos y Oficinas que tuvieran relación con las amplísimas competencias de la presidencia.
El PSOE va a tener en la política del Gobierno de los próximos dos años el peso que hasta hoy se le había negado
Pedro Sánchez lo ha destituido para poner en su lugar a un miembro del PSOE, Óscar López, que pertenece al tronco esencial del partido en términos políticos y también ideológicos. Lo cual significa que este cambio trascendental se produce porque el presidente pretende hacerse más fuerte aún dentro de su formación política a la que quiere dar mucho mayor peso del que ha tenido hasta ahora.
Las relaciones entre los máximos responsables socialistas de la calle de Ferraz con Iván Redondo y el inmenso complejo de La Moncloa montado por él fueron siempre tirantes y esa tirantez se había agudizado desde la victoria de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en las elecciones anticipadas de la Comunidad madrileña del 4 de mayo. Tirantez que afectaba, para mal, también a las relaciones del propio Redondo con el hasta ahora secretario general de la Presidencia, su número dos, y desde hoy ministro de lo mismo, Félix Bolaños.
Estos dos cambios, el que afecta a Óscar López y el del nombramiento de Félix Bolaños son la prueba más contundente de que, a partir de ahora, el Partido Socialista Obrero Español va a tener en la política del Gobierno de los próximos dos años el peso que hasta hoy se le había negado en favor del "equipo de pensamiento y proyección" montado por Iván Redondo en el complejo de La Moncloa.
Sale Carmen Calvo, que se lleva por delante a Iván Redondo y que es la baja más relevante en términos políticos del Gobierno junto con la de José Luis Ábalos. Una salida que se tenía por segura desde que el presidente Sánchez decidió dar vía libre a la ley trans defendida por la ministra de Igualdad, de Podemos, Irene Montero, ley contra la que batalló incansablemente la vicepresidenta Calvo al frente de los movimientos feministas del PSOE y que acabó derrotada a la vista de todos.
Sale José Luis Ábalos del ministerio de Transportes y también de la secretaría de Organización del PSOE, lo cual es tan relevante, si no más, que su salida del Gobierno. Ábalos ha sido durante estos dos años uno de los más críticos con el omnímodo poder del protoasesor de Sánchez, Iván Redondo. Lo sustituye en la cartera de Transportes la alcaldesa de Gavá, Raquel Sánchez pero el cargo de secretario de Organización queda abierto de momento a un debate interno que deja a varios candidatos en la primera línea de aspirantes.
Lo que parece evidente y fuera de toda discusión es que José Luis Ábalos, que fue uno de los puntales de Pedro Sánchez desde los tiempos más duros vividos por éste hasta el momento de la victoria y el acceso al poder, ha recibido una auténtica bofetada, que quizá pueda ser amortiguada con algún nombramiento de postín que aún no conocemos y que de momento no se nos ocurre. Porque lo cierto es que el PSOE ya tiene candidato a la presidencia del gobierno valenciano en la próximas elecciones autonómicas, un Ximo Puig absolutamente leal a Sánchez y uno de los pilares más sólidos de la implantación territorial del PSOE.
De modo que se puede interpretar sin riesgo a equivocarse que Iván Redondo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos se han neutralizado entre sí y uno se lleva por delante a los otros dos, y viceversa, los dos ministros del PSOE se llevan a su vez por delante al asesor omnipotente.
Además de Raquel Sánchez, sustituta de Ábalos, que pertenece al PSC, con presencia creciente en la política del Gobierno, los cambios promovidos por Pedro Sánchez permiten concluir que quiere dar mayor protagonismo al municipalismo en la nueva etapa que se propone abordar. Alcaldesas son también la nueva ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, ingeniera de Telecomunicaciones, que hasta hoy mismo lo era de Gandía, y la sustituta de Miquel Iceta en el trascendental ministerio de Política Territorial, Isabel Rodríguez, alcaldesa de Puertollano, que ocupará también la portavocía del Gobierno en sustitución de María Jesús Montero, ministra que pierde su puesto de portavoz pero conserva su decisiva cartera de Hacienda.
El caso de Miquel Iceta es llamativo. Considerado el autor intelectual de la política de apaciguamiento del independentismo y pionero a la hora de plantear en su día la hipótesis de la concesión de indultos a los dirigentes secesionistas condenados por el Tribunal Supremo, se consideraba generalmente que tendría un protagonismo indudable en este último tramo de la legislatura en la que se supone que se va a abrir de nuevo la mesa de negociación entre el Gobierno de España y el de la comunidad autónoma catalana.
La razón por la que Pedro Sánchez no ha tocado el avispero morado es porque no tiene el tiempo y las energías suficientes como para soportar una crisis dentro de la crisis
No parece haber sido así. En cualquier caso, no es descartable que ese protagonismo lo siga teniendo pero no desde el proscenio del escenario sino desde un segundo plano desempeñando su papel desde una cartera digamos más cómoda y menos comprometida públicamente, que le permita más libertad de movimiento.
Juan Carlos Campo es otra de la sorpresas entre los cesados del Gobierno porque ha sido el muñidor de los decretos de indulto de los independentistas condenados. Quizá eso sea lo que le ha achicharrado ante la opinión pública contraria a la concesión de las medidas de gracia, aunque el verdadero protagonista de esa decisión haya sido el propio Pedro Sánchez. Una juez sustituye a otro juez, en este caso Pilar Llop hasta ahora presidenta del Senado, que ocupará a partir de ahora la cartera de Justicia.
Isabel Celáa nunca consiguió el respeto y la consideración de la comunidad educativa y a pesar de haber servido a los intereses de los independentistas catalanes sancionando la expulsión del castellano en la enseñanza en Cataluña, y haber puesto en la picota a medio plazo la educación concertada y la educación especial sus "méritos" no parecen haber sido suficientes como para conservar la cartera. La delegada del Gobierno en Aragón, Pilar Alegría, hereda la cartera de Educación con una ley ya aprobada que ha generado innumerables descalificaciones y protestas y contra la que ya se ha querido blindar una de sus principales críticas, Isabel Díaz Ayuso.
Arancha González Laya era uno de los ceses cantados. Buena conocedora de los entresijos del comercio internacional, ha demostrado ser una desconocedora absoluta de los principios más elementales de la diplomacia y el episodio del líder del Frente Polisario y el consiguiente problema generado con Marruecos, con sus graves consecuencias económicas, es la prueba. Una ministra que siempre estuvo fuera de su lugar natural. La sustituye el que en un principio se consideró que sería el ministro de Exteriores del Gobierno conformado en enero de 2020 y que obtuvo como premio de consolación la muy lucida embajada de España en París. Ahora José Manuel Albares, antiguo secretario general de Asuntos Internacionales recibe por fin su ansiada cartera.
Otros ministros aguantan el terremoto asidos a sus carteras a pesar de que estuvieron siempre en las quinielas de los "cesables". Es el caso del ministro del Interior Fernando Grande Marlaska y, por supuesto, varios de los ministros de la cuota Podemos. La razón por la que Pedro Sánchez no ha tocado ese avispero morado es porque no tiene el tiempo y las energías suficientes como para soportar una crisis dentro de la crisis.
Sencillamente, el presidente ha decidido dejar que los cinco ministros de Podemos sigan en sus puestos aunque la incompetencia de alguno de ellos y la ausencia práctica de otro sean manifiestas. Dejando en sus puestos a Yolanda Díaz, que le está haciendo un papel, y a Irene Montero y a Ione Belarra, que son demasiado relevantes dentro de su partido como para que su cese abriera un conflicto político serio en el seno del Gobierno, Pedro Sánchez manda el recado a Podemos de que la coalición se va a respetar en los términos acordados hasta que se acerque el final de la legislatura. Por ese lado no quiere problemas ni tiene tiempo ni la capacidad política de asumirlos. Un éxito de la señora Díaz, sin duda.
En definitiva, un cambio profundísimo en un Gobierno pensado para dirigir la recuperación económica, que da mayor presencia y voz a la estructura partidario del PSOE y que incorpora a mujeres procedentes de la gestión municipal, a la que sin duda Pedro Sánchez pretende dar en este tramo de la legislatura mayor relevancia. Todo lo cual apunta a una voluntad de iniciar una etapa completamente nueva como si el Gobierno partiera casi de cero, lo cual es imposible que la ciudadanía perciba en esos términos porque el problema planteado por el independentismo catalán no solo no se ha atemperado con los indultos concedidos sino que se muestra más áspero si cabe.
Y un dato añadido: por primera vez en la Historia de España, hay mayoría femenina en el equipo de gobierno: 14 mujeres y 8 hombres.
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