Es verdad que ha habido algunas ocasiones en las que la especie humana se une, aunque la mayor parte de ellas, porque no queda más remedio. La última aún la estamos viviendo y parece que va para largo, precisamente y según la ciencia, por no haber sabido dar respuesta uniforme en todo el planeta.
Aquel año de 1985 fue el de la tragedia en el estadio Heysel de Bruselas, el de la firma de España como miembro de la Europa Comunitaria y el año en el que una banda bien organizada se llevó 1.200 millones de pesetas de las oficinas de Banesto en Madrid.
Pero también fue el año en el que todo el planeta resonó como un gong gigante para que la música diese de comer a los más necesitados de África. Fue el de aquel famoso concierto, inmortalizado gracias a la actuación de Freddie Mercury y otros, que llevó nada menos que 140 millones de dólares al corazón de África para paliar el hambre en esa zona.
El 13 de julio de 1985 fue el día del espectáculo más grande del mundo. El planeta entero se unió por una buena causa, y no había internet.
Bob Geldof recuerdo que era un tipo desgarbado, muy alto, y con poco entusiasmo en los ademanes cuando vino de promoción de su disco de 1990 The Vegetarians of Love. Lo único por lo que será recordado en cuanto a sus canciones es por haber sido el creador de uno de los himnos con los que quedaron oficialmente inaugurados los años 80: I don’t like mondays, una extraordinaria canción contra la violencia armada en las escuelas.
Era inevitable preguntarle por sus recuerdos de Live Aid, cuando apenas habían pasado 5 años de aquel momento que aún resuena en la memoria de quienes lo vieron o vivieron de alguna forma. La CNN afirma haber tenido aquel día más de 1.500 millones de espectadores. En España muchos recordarán la transmisión que hizo La 2. Y gracias.
“Bueno, lo importante es que por primera vez el mundo del rock se unió por una buena causa, y se cumplió el objetivo de llevar algo de bienestar a miles de familias en Etiopía y Somalia” dijo Bob en aquel acto de promo. Su respuesta llegó con la lógica condescendencia de quien espera la pregunta. No era para menos. Pocos años antes había conseguido resucitar a Queen, que estaban a punto de separarse, y unir, en el mismo escenario del estadio Wembley, al de Zanzíbar con nada menos que Paul McCartney, Spandau Ballet, Bowie, George Michael, Elton John, o un Bono de U2 que bajó a actuar junto al público en un acto sin precedentes.
La actuación de Freddie Mercury aquel día fue prodigiosamente recreada en la película “Bohemian Rhapsody”, en cada pequeño detalle:
Pero la Tierra gira, y en la vuelta que dio este gigantesco gong planetario aquel caluroso día de julio de 1985, los americanos no quisieron quedarse atrás: 99.000 personas llenaron el estadio JFK de Filadelfia para hacer lo propio, con un cartel que también haría Historia: Jack Nicholson presentó a Bryan Adams y todo volvió a palpitar a un ritmo que no pararía hasta haber hecho sitio a Simple Minds, Madonna, Dylan, Mike Jagger, Tina Turner, o Lionel Ritchie, que cantó We Are The World, el tema benéfico que él compuso y que el gran ausente aquel día, Michael Jackson, lanzó al mundo.
A todo esto, el gran Phil Collins pudo actuar en los dos conciertos, a golpe del ya fallecido “Concorde”. Fue una “movida” única transmitida vía satélite, posteriormente imitada, jamás superada. Para la mayoría, el mayor concierto de la Historia. Quedó demostrado aquel día que nada mejor que la música para unir a la especie humana.
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