El capítulo relativo a los niños en materia de Covid y de vacunación es un capítulo especialmente delicado y particularmente explosivo, porque estamos hablando de nuestros hijos y nietos más pequeños. Hablamos de niños, ya ni siquiera de adolescentes, aunque éstos también sean niños..
Y en esta materia no van a ser suficientes, me temo, la autorización del Centro Europeo de Control de Enfermedades y la recomendación de los expertos de la OMS. Va a ser necesario conseguir la confianza de los padres en la seguridad de esas vacunas en los seres más indefensos y más vulnerables de todos los tramos de edad si exceptuamos a los ancianos con patologías diversas.
La experiencia española en lo que se refiere a la propagación del virus en los colegios no ha podido ser más positiva. España es uno de los poquísimos países, si no el único, en el que no se cerraron las aulas en los centros de enseñanza, desde Primaria hasta el final del Bachillerato. Y los contagios se evitaron a base de crear "burbujas" en cada una de las aulas, de modo que las posibilidades de contagio quedaban reducidas al mínimo grupo de alumnos que hubieran compartido clase y tiempo de recreo con el posible positivo.
Contagios hubo pero en una proporción irrelevante y los niños españoles, pasado el primer susto, pudieron asistir a clase y terminar el curso sin mayores problemas.
Ahora la dificultad que se plantea es otra. Ya no basta, al parecer, con vacunar a los menores de 20 años. Ahora es necesario llegar hasta los chicos de 12 años y aún más abajo porque la famosa inmunidad de grupo ya no está asegurada hasta que no se vacune al 80% de la población y puede que hasta al 100%.
Eso incluye a los más pequeños que, según los datos contrastados, mayoritariamente no contraen la enfermedad y, en caso de hacerlo, la padecen con síntomas leves o muy leves.
Es la variante Delta la que ha introducido la inseguridad de qué pasará si un pequeño de, por ejemplo, tres años es infectado por el virus en la guardería pero no tiene síntomas y sin embargo porta la suficiente carga viral como para contagiar a sus padres, a sus hermanos y, lo que sería más alarmante y de resultados más inciertos, a sus abuelos.
Lo previsible es que los padres envíen a sus hijos al colegio libres de miedos pero también libres de vacunas
Por esa razón vamos a ver como al final se empieza a reclamar la vacunación de los más pequeños contra el coronavirus. Pero si las noticias publicadas a propósito de las muy escasas muertes provocadas por las distintas vacunas han provocado la negativa a vacunarse de un número apreciable de ciudadanos en el mundo entero, imaginemos la reacción mundial si uno de esos desdichados casos se produce en un pequeño o en un bebé.
El pánico se extendería con la rapidez de un incendio avivado por el viento. Con el agravante de que a día de hoy no se tenían noticias de que las investigaciones sobre los efectos de las vacunas en los niños estuvieran no ya avanzadas sino ni siquiera abordadas. Y esa falta de información va a incidir también en la desconfianza y en el temor de los padres.
Queda menos de un mes para que se abran las aulas. Lo previsible en estas condiciones es que los padres se inclinen por repetir la experiencia del curso pasado y envíen a sus hijos al colegio libres de miedos pero también libres de vacunas.
Creo que se puede aventurar un movimiento de resistencia numantina de los progenitores a someter a sus pequeños a una prueba de la que todavía no han sabido nada o al menos nada con el suficiente detalle y las suficientes garantías acreditadas como para proporcionarles una absoluta e incontestable tranquilidad, requisito mínimo indispensable para que un padre someta a su hijo pequeño a una prueba así.
Habrá más resistencia para vacunar en estos primeros tramos de edad de la que nunca hayamos visto hasta ahora. Lo veremos.
El capítulo relativo a los niños en materia de Covid y de vacunación es un capítulo especialmente delicado y particularmente explosivo, porque estamos hablando de nuestros hijos y nietos más pequeños. Hablamos de niños, ya ni siquiera de adolescentes, aunque éstos también sean niños..
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