Es muy interesante que el partido de Inés Arrimadas mantenga su mano tendida al Gobierno para negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2022. Porque eso puede significar dos cosas.
Una, que a pesar de su situación de debilidad creciente y de sostenida pérdida de peso político en los sondeos de opinión, que dibujan un panorama muy negro para la formación política naranja en las próximas elecciones autonómicas, municipales y también en las generales, Ciudadanos sigue conservando intacto su sentido de partido de Estado y se niega a retirarle de antemano un posible apoyo a Pedro Sánchez para unas cuentas que, de momento, desconoce.
Y la otra cosa que significa es que los dirigentes del partido liberal son conscientes de que en ese estado de debilidad deben hacer todos los esfuerzos, todos, para demostrar a la opinión pública que la suya es una formación que tiene utilidad, que sirve para algo, por ejemplo, para conseguir del Gobierno unos Presupuestos sensatos y moderados, alejados por lo tanto de las cuentas ultraexpansionistas que, sin duda, buscará Podemos y demás socios de legislatura.
Cs es consciente de que en ese estado de debilidad debe hacer todos los esfuerzos para demostrar que su formación tiene utilidad"
Algo más pretenden Inés Arrimadas y Edmundo Bal, las dos cabezas visibles y más conocidas del partido por la opinión pública, pero eso que buscan no lo van a conseguir en ningún caso, por mucha mano tendida que ofrezcan al presidente: que renuncie a negociar las cuentas del Estado con los socios que le auparon al poder y hasta el momento le acompañan y le están sosteniendo durante lo que llevamos de legislatura.
Pedro Sánchez no puede y tampoco quiere prescindir de los votos de ERC por razones numéricas pero también por razones políticas. Y en la medida en que se va a sentar con la delegación de la Generalitat para esa mesa de diálogo que no tiene más objetivo que ir mareando la perdiz los dos próximos años, va a tratar de conservar el apoyo parlamentario de los independentistas en las distintas votaciones, por supuesto en la de la ley más importante para él, que es la de los Presupuestos.
El Gobierno va, por lo tanto, a discurrir por el camino ya trazado en lo que a apoyos se refiere. De modo que Ciudadanos puede dar por sentado que el PNV, Bildu, JxCat más los pequeños partidos, como Teruel Existe, Compromís o Nueva Canarias, van a estar en la agenda gubernamental para negociar los Presupuestos y obtener su apoyo. Y entonces tendrá Arrimadas que decidir, si a pesar de todo, le ofrece sus votos y calibrar lo que le puede costar en apoyos electorales.
Pedro Sánchez no necesita a Ciudadanos para sacar adelante sus cuentas. Pero puede que sí lo necesite para asentar una imagen políticamente más centrada que le permita recuperar los votos que las encuestas de opinión le dan por perdidos al PSOE en estos momentos. En ese sentido, hay que dar por hecho que Sánchez le va a hacer un hueco a su vera por la cuenta que le tiene.
Que ese giro se va a producir con intensidad creciente a medida que se acerquen las elecciones generales está fuera de toda duda. Y es verdad que el partido naranja le puede hacer de eficaz muleta al PSOE otorgándole el barniz liberal que sus socios no pueden ni pensar en proporcionarle.
Otra cosa es que ese papel le interese a Ciudadanos, que ahora mismo está batallando por no morir a manos de un Partido Popular que en todo este tiempo no ha dejado llevarse a sus filas tanto a los dirigentes como a los votantes naranjas.
El dilema de Cs es por eso enorme y dramático: o se acerca en estos próximos dos años al PP con el riesgo de ser definitivamente devorado por los de Pablo Casado, o juega la baza incierta y peligrosa de intentar hacer de elemento moderador del PSOE en la negociación de los Presupuestos con el riesgo de ser ninguneado en cualquier momento -ya ocurrió en los de 2021- y quedarse otra vez compuestos y sin novio a pesar de que los naranjas siguen reivindicando que fueron ellos quienes consiguieron que se aprobaran medidas relevantes, lo cual como consuelo está muy bien pero no responde a la realidad. Es más, aquella buena disposición a sentarse a negociar incluso con Podemos le costó al partido la retirada de no pocos votos.
Los antecedentes, por lo tanto, no son buenos para Ciudadanos. Y menos lo son si tenemos en cuenta el antecedente del enfrentamiento frontal de Cs con el Gobierno a cuenta de los indultos concedidos contra la opinión del Tribunal Supremo a los líderes independentistas encarcelados.
La disposición, ahora, a negociar los Presupuestos expresada hace unos días por su portavoz, Edmundo Bal, lleva a los naranjas a colocarse en una posición de riesgo evidente. Pero, dada su situación electoral, la verdad es que, hagan lo que hagan, en todos los casos se están jugando la vida política y electoral. Están condenados a vivir en el filo de una navaja hasta que las elecciones dicten sentencia.
Es muy interesante que el partido de Inés Arrimadas mantenga su mano tendida al Gobierno para negociar los Presupuestos Generales del Estado para 2022. Porque eso puede significar dos cosas.
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