Ver al prófugo Puigdemont en Cerdeña apoyando la independencia de la isla bajo la bandera del lugar, con las cuatro cabezas de moro cortadas, es toda una declaración de intenciones. El rey Pedro I de Aragón en el año 1096 ganó la batalla de Alcoraz (Huesca) en la que derrotó a las tropas del rey moro de Huesca y del emir de Zaragoza. Asegura la leyenda que el mismísimo San Jorge apareció con su gigantesca cruz roja en el pecho y cortó la cabeza de cuatro importantes príncipes moros, ganando así la batalla.

Hoy casi mil años después, se utiliza esa bandera, símbolo de la victoria del cristianismo sobre el musulmán, para escenificar la independencia de Cerdeña y pretender la de Cataluña. Es casi una premonición de las intenciones que tienen algunos en cortar cabezas. 

Puigdemont lo intenta pero sabe que ya nadie va a investirlo nunca más presidente de la Generalitat legítimo

El presidente Sánchez no quiere que detengan a Puigdemont y su abogacía privada, antes Abogacía del Estado, le hace el trabajo sucio para conseguirlo. A todos les va bien que siga donde está y si es posible, sin hacer mucho ruido. Quienes le van a ver a su auto exilio dorado, Pere Aragonés entre otros, le harían desaparecer de buen grado para que Junts per Catalunya desapareciera de una vez por todas tras recibir la herencia envenenada de los Pujol. Son muchos los que quieren cortarle la cabeza a Puigdemont porque es un ex político amortizado al que ya no hacen caso ni los suyos. 

Cuando huyó de su casa en Girona metido en el maletero de su coche conducido por su mujer, para que no le vieran los mossos de escuadra, perdió la poca dignidad que le quedaba, y actuó con traición a los suyos al no avisar de sus intenciones a su vicepresidente Junqueras, que fue directo a prisión a cumplir la pena en su lugar.

Al igual que hizo en el pasado Ruiz Mateos para enfrentarse al Estado, Puigdemont ganó su escaño en la Eurocámara para llamar la atención, aunque en Bruselas nadie le escucha ni le tiene en cuenta. Cobra 8.000 euros al mes como eurodiputado más 4.320€ para sus gastos, pero no le basta y mantiene abierta su oficina en Barcelona a costa de los catalanes que nos cuesta 235.000 euros al año, contrata asesores, paga gastos de representación, viajes, comidas,….todo a costa de ustedes. 

Mientras se pasea por Europa sigue haciendo negocios, como el carnet llamado el DNI de la República. No tiene ninguna validez pero se vende a 12 euros, dinero que va directamente al Consell de la República, otro chiringuito creado para financiarle. Hasta ahora se han entregado casi 15.000 carnets, por lo tanto cerca de 180.000 euros por la “performance” de simular ser lo que no se es. Ahora pretende ampliar lo que llaman su red diplomática, que no es más que financiar a personas en diferentes lugares estratégicos para seguir vendiendo su reivindicación fallida.

A Puigdemont le obsesiona la seguridad, lleva gastados más de 200.000 euros en cámaras de seguridad e inhibidores de micrófonos. Se sabe monitorizado por el CNI español, pero igual que decenas de personas en Bruselas, y cree que su vida puede estar en peligro. Hasta tal punto le preocupa que consiguió de Google algo muy difícil, que pixelaran en Google Maps la ubicación exacta de su casa en Waterloo. Su teléfono privado ha llegado a cambiarlo hasta tres veces al mes, solo usa el servicio de mensajería Signal, el mismo que usaba Edward Snowden o Julian Assange y permite que los mensajes se auto destruyan en poco tiempo, incluso oculta la IP desde la que te están haciendo una llamada.

Puigemont lo intenta pero sabe que ya nadie va a investirlo nunca más President de la Generalitat legítimo, esa era su mayor pretensión. Los gestos de Pere Aragonés, las visitas de los que fueron los suyos y unas pocas fotografías con antiguos ex votantes que van en peregrinaje a verle a Waterloo, son lo único que le queda de su paso efímero paso por la vida pública catalana. Más cercano a una atracción de feria que a una reivindicación política. 

Curiosamente es él quien dice desde Cerdeña que “España no pierde a oportunidad de hacer el ridículo”, mientras se pasea con la bandera de cabezas cortadas de moro, junto a su abogado, condenado en los años 90 por su rol en el secuestro del empresario Emiliano Revilla y procesado ahora por presunto blanqueo de dinero en la causa contra el narco Sito Miñanco, pensando qué hacer con su vida en lo que Puigdemont califica “una caza al hombre por parte del Estado Español”. Le preocupa esta persecución que sufre sentado en el despacho de su mansión de 4.400 euros al mes pagada por todos.

Ver al prófugo Puigdemont en Cerdeña apoyando la independencia de la isla bajo la bandera del lugar, con las cuatro cabezas de moro cortadas, es toda una declaración de intenciones. El rey Pedro I de Aragón en el año 1096 ganó la batalla de Alcoraz (Huesca) en la que derrotó a las tropas del rey moro de Huesca y del emir de Zaragoza. Asegura la leyenda que el mismísimo San Jorge apareció con su gigantesca cruz roja en el pecho y cortó la cabeza de cuatro importantes príncipes moros, ganando así la batalla.

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