A lo largo de la Historia, han sido muchas las mujeres detrás de las grandes conquistas sociales, de la mediación y los cuidados, de la defensa de los derechos humanos. A veces, también de las grandes revoluciones. Sabemos que siempre estuvieron allí, pero, en 2021 aún nos cuesta nombrar a mujeres referentes. El factor común es, demasiado a menudo, la falta de visibilidad y reconocimiento de su papel fundamental. 

Las mujeres están y estarán al frente del cambio en distintos ámbitos de la vida política, económica y social. Al frente de la lucha contra el hambre, de los espacios políticos y de reivindicación, al frente de las propuestas constructivas en las negociaciones de paz.

A menudo hay que hacer un doble esfuerzo para ver qué lugar ocupan en estos procesos. Un esfuerzo por entender que, más allá de las vulnerabilidades y las dificultades específicas a las que se enfrentan las mujeres, y pese a ello, están al frente de las pequeñas y grandes acciones que cambian el mundo.

Mujeres al Frente quiere ser un espacio de visibilización, reflexión y construcción de respuestas conjuntas. Un proyecto que no aspira a poner las mujeres al frente, sino que subraya que ya lo están

Es hora de reivindicar esos espacios, de colmar esa brecha. Así nace Mujeres Al Frente, la plataforma que se presentó el pasado miércoles en Madrid y que quiere ser un espacio de visibilización, de reflexión y de construcción de respuestas conjuntas. Un proyecto que no aspira a poner a las mujeres al frente, sino que subraya que ya lo están, y que tenemos que hacer mucho más por escuchar, reconocer, valorar y aprender de sus contribuciones esenciales.

El pasado año se celebraba el 25 aniversario de la Declaración de Pekín y su Plataforma de Acción, hitos que marcaron un importante punto de inflexión para la agenda mundial de igualdad de género. Sin embargo, 25 años después, queda mucho por hacer.

Según la OMS, en todo el mundo, el 30 % de las mujeres -casi una de cada tres- han sido objeto de violencia física o sexual por parte de su pareja íntima, o de violencia sexual ajena a la pareja, o ambas. En materia de representación, ONU Mujeres estima que, con un aumento anual de solo 0,52 puntos porcentuales, la paridad de género en los puestos ministeriales no se alcanzará antes de 2077.

No sólo no estamos avanzando a una velocidad aceptable, sino que hay una regresión de los derechos de las mujeres en todo el mundo. El ejemplo de Afganistán, donde hay una verdadera emergencia tras veinte años en los que las mujeres no han cesado de luchar por la reconquista de derechos que ya perdieron durante el primer quinquenio talibán, es quizás hoy el más dramático. Sin embargo, el movimiento contra las mujeres va mucho más allá.

La regresión en los derechos sexuales y reproductivos es un ejemplo. Es un debate cada vez más abierto en una Europa que revierte los avances realizados especialmente en países como Polonia, con la connivencia de las fuerzas conservadoras que, en pleno 2021, pretenden volver a legislar sobre los cuerpos de las mujeres. 

Se trata de una cruzada global. Durante el mandato de la Administración Trump, Estados Unidos lideró en diferentes foros internacionales una campaña contra los derechos sexuales y reproductivos, junto a socios como Arabia Saudí, Egipto, Brasil, Rusia y República Democrática del Congo. ¿Qué tienen en común estos países? Un autoritarismo creciente que hoy, por primera vez en veinte años, gobierna en una mayoría de países, un autoritarismo –contra las mujeres como punta de lanza-- que cuestiona la universalidad de los derechos humanos.

Cuando hablamos de derechos sexuales y reproductivos, no solo estamos discutiendo el derecho a la salud de las mujeres: estamos hablando de democracia

Por eso, cuando hablamos de derechos sexuales y reproductivos, no estamos solo discutiendo el derecho a la salud de las mujeres: estamos hablando de democracia. La polarización global del mundo de hoy, dividido más que nunca en regímenes liberales e iliberales, nos exige ponernos radicalmente del lado de la democracia, y para ello sigue siendo más importante que nunca dar esta batalla. Cuando las democracias y sus instituciones se deterioran, lo primero que sufre son las garantías, los derechos y las libertades de las mujeres.

Por esa razón, podemos decir que defender las democracias liberales es defender los derechos de las mujeres. No hay democracia sin ellos. Proteger a las mujeres es proteger nuestra democracia. 

Ahora más que nunca es el momento de buscar espacios para sumar, espacios inclusivos. Las mujeres ya estamos al frente. Sigamos trabajando para hacer realidad la utopía revolucionaria de un mundo en igualdad. 


Soraya Rodríguez es eurodiputada en la delegación de Ciudadanos del Parlamento europeo