Es llamativo, y también sospechoso, que quien más ha elogiado la declaración leída ayer por el líder de Bildu, Arnaldo Otegi, y el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, haya sido el PSOE.
Los socialistas han celebrado el reconocimiento por parte de este antiguo terrorista del daño causado a las víctimas de ETA, a las que traslada su “pesar y dolor por el sufrimiento padecido que nunca debió de haberse producido”, como un paso adelante significativo que los demócratas debiéramos valorar en toda su trascendencia.
Desde luego, eso que ha dicho Otegi es más que nada pero es del todo insuficiente en la medida en que ni ha pedido perdón por la mera existencia de la banda terrorista, ni ha reconocido la infamia inútil de esos 853 asesinatos, de los miles de heridos, de tanta extorsión, tantos sabotajes, tantos secuestros, tanto terror y tantísimo sufrimiento causado a las familias, a los amigos de los asesinados y a la sociedad entera de España durante 50 largos años.
Tampoco ha aclarado si habla también en nombre de los asesinos y de los presos que siguen cumpliendo condena por sus crímenes contra ciudadanos inocentes.
Es más, ha aprovechado su declaración para pedir que se dé una solución definitiva a los presos y se cambie la política penitenciaria que él califica como de “excepción” y eso a pesar de que el ministro Grande Marlaska ha acercado ya a las cárceles próximas al País Vasco a centenares de etarras.
Otegui pretende sostener que en realidad ETA no ha renunciado a seguir asesinando
Se ve que a Otegi eso le parece poco y lo que quiere es que se les ponga en libertad por haber contribuido a la disolución de la banda. Porque eso es lo que pretende sostener: que en realidad ETA no ha renunciado a seguir asesinando porque, acosada hasta la extinción por la Policía y la Guardia Civil, ya no estaba en condiciones de prolongar su sangrienta y criminal trayectoria.
No, no, se ve que han sido los presos los autores de esa derrota de la banda terrorista y seguramente Otegi no se atreve a decir lo que piensa de verdad y es que deberíamos estarles agradecidos porque sostiene que “sin ellos [la pacificación] no habría sido posible”.
La asociaciones de víctimas tienen toda la razón: para que el arrepentimiento de Otegi resultara mínimamente creíble, tendría que haber empezado por condenar la propia existencia de ETA, comprometerse a que nunca más vuelvan a celebrarse esos terribles, ofensivos y humillantes para las víctimas ongi etorri con los que los proetarras reciben en sus pueblos a los asesinos como si fueran héroes, cosa que nunca Bildu ha condenado y ni siquiera criticado; que deje de calificar a los encarcelados como presos políticos y que no siga reclamando la excarcelación de aquellos que tienen delitos de sangre.
Un arrepentimiento sincero tendría necesariamente que ir acompañado por el suministro de información que permitiera a las Fuerzas de Seguridad y a los jueces esclarecer los más de 300 asesinatos que siguen sin que se pueda juzgar y condenar a sus autores.
Esa sería la demostración de un verdadero arrepentimiento. Dicen quienes han recibido con alborozo las palabras de Otegi que éstas suponen un gran avance y que los movimientos de este tipo necesitan años para producir un mínimo avance.
Muy bien, pues habrá que esperar otros cinco, 1o, 15 años hasta que la petición de perdón tenga la factura apropiada y exigible porque lo que expresó ayer Otegi está muy lejos de alcanzarla.
Esto tiene una derivada política que es la que explica el paso dado por los líderes de Bildu y de Sortu, la facción más importante de la coalición proetarra. Se trata de su pretensión de tener un peso y una influencia determinante en la vida política del País Vasco y necesita por eso presentarse con unas credenciales mínimamente admisibles ante la sociedad vasca, que tras 10 años de relativa tranquilidad ya se ha acostumbrado a no estar sometida a la tiranía del terror.
Sólo así, presentándose con una vitola más civilizada, podrá estar en condiciones de disputarle al PNV su primogenitura en el poder. Pero el PNV de ahora, que no es el PNV de Arzalluz, no está dispuesto a compartirlo con esa organización mientras no haga una auténtica condena de su pasado criminal.
No es sorprendente, por lo tanto, que tanto el lehendakari Iñigo Urkullu como el presidente del PNV Andoni Ortuzar hayan sido infinitamente más críticos con las palabras de Otegi de lo que lo han sido los socialistas Patxi López y Felipe Sicilia.
Ortuzar ha dicho que "el mundo que dio cobertura a la organización armada aún tiene un trecho ético y político que recorrer". Es decir, que no está dispuesto a comprarles la mercancía averiada que Otegi nos sirvió ayer.
Iñigo Urkullu por su parte ha lamentado que el mensaje del líder de EH Bildu no incluyera una condena abierta de la violencia y además que la declaración "termina como termina", diciendo que sigue habiendo "una asignatura pendiente con la resolución de las causas del conflicto”.
Es decir, interpreta el lehendakari, que Otegi sigue sosteniendo que el “conflicto” que provocó la existencia de la banda terrorista sigue ahí, lo cual supone una soterrada amenaza para cualquiera que no se empeñe en cerrar los ojos para no ver lo que tiene delante.
Y eso es lo que les pasa a los socialistas, que no quieren ver más que lo que les conviene, como que es “una especie de enmienda a su pasado”, dice Patxi López. Eso de “una especie” requiere de una clara voluntad de interpretación de lo que Otegi no ha dicho en ningún momento y evidencia el deseo de que sus palabras vayan más lejos de lo que han ido.
Felipe Sicilia, el flamante portavoz del PSOE lo ha considerado “un paso importante, un punto de inflexión”. Pero aquí lo que hay es la necesidad del Partido Socialista de que la sociedad mire al partido proetarra Bildu como una formación en fase de rehabilitación política, una suerte de blanqueo de su actitud.
Y eso es porque los votos de Bildu pueden ser imprescindibles para que los Presupuestos Generales del Estado sean aprobados en el Congreso y un partido que se declara tan insistentemente socialdemócrata, como Pedro Sánchez repitió este domingo pasado hasta el aburrimiento, no podría explicar a sus votantes que está negociando con los que no han condenado el terrorismo y permiten que se homenajee a los asesinos cuando salen de las cárceles en libertad.
El Gobierno y el PSOE con él, necesitan imperiosamente presentar una imagen de Bildu que no provoque el escándalo entre sus votantes cuando se sepa que están negociando con la coalición que sigue siendo proetarra. Pero para eso lo declarado ayer se queda muy lejos de lo exigible.
Otegi ni ha perdido perdón ni ha condenado la violencia de ETA. Sólo ha conseguido indignar a las víctimas. No hay blanqueo posible.
Era el ‘elefante’ en la sala que a casi todos incomodaba. Las necesidades recíprocas les llevaron a convivir con él, […]Es llamativo, y también sospechoso, que quien más ha elogiado la declaración leída ayer por el líder de Bildu, Arnaldo Otegi, y el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, haya sido el PSOE.