Por la izquierda nos hemos enterado de que aquí lo que faltan son pilas, pilas gordas como las de aquellos radiocasetes de Ceuta y aquellas muñecas lloronas, pilas de petaca para el primer experimento y el primer subidón infantil, que era poner la lengua y notar el latigazo vivo, como el de un pez abisal, de la electricidad. Pobre Casado, que no sabe que existen las baterías, las pilas, que están en la caja del supermercado junto a los chicles y los condones, indistinguibles en sabores y colores. Pilas, muchas pilas, y baterías, enormes baterías que ionicen el aire como en torreones de Frankenstein. Yo no sé cómo tenemos problemas con la energía teniendo pilas y baterías y conejitos eternos y despertadores de político que funcionan con ellas. Casado acaba de descubrir la batería, pero la izquierda ha descubierto algo más, que su batería eléctrica es como la batería del amor de Yolanda Díaz, inagotable, ilimitada, gratuita y además sabe a menta, como el chicle o el condón o la pila de petaca.

Toda la distancia entre la izquierda y la derecha va a ser una pila, una batería. Mientras Casado decía que la energía solar no se puede usar por la noche, como si se apagara un sol de teleñeco o de la familia Telerín, la izquierda se reía como enseñando sus pilas de Satisfyer y su móvil funcionando sin enchufe, maravillados igual que una tribu amazónica ante una radio. Todo está en la batería, la batería que es el motor inmóvil aristotélico, la ojiva del Planeta de los Simios adorada por la izquierda, y la batería que es ignorada por una derecha que funciona a base de hachones medievales y calderas esclavistas del patrón. Por si fuera poco, Bea Talegón, que para la izquierda es una cosa entre Petete y Umberto Eco, nos tuiteaba la solución energética que nadie quiere que sepas: el “generador de energía” que ha inventado un friki que dice que “la energía no cuesta nada”. Unos no han descubierto la batería y otros no han descubierto siquiera la termodinámica.

Casado, en realidad, no está lejos de la verdad, porque aunque el sol no se apague como una lamparita de perilla aún no se ha encontrado una manera eficaz, asequible y ecológica de almacenar la energía solar en grandes cantidades. Y si uno no se lo traga porque cree en la batería como en la leche cruda, sólo hay que mirar los gráficos para ver cómo la potencia que entrega la energía solar simplemente desaparece por la noche. Las baterías te pueden alimentar la madrugada apacible del chalecito, o la impresorita de memes de Rufián, el autoconsumo en fin, pero no la noche fabril y monstruosa, de gran submarino de la noche, que es una ciudad o un país. La energía solar no basta, al menos con esta tecnología nuestra, y la batería no basta, ni como solución científica ni como solución filosófica, que es lo que parece que busca la izquierda más bien, la batería espiritual que libere al ser humano de la realidad.

Casado tiene más razón que los que creen que han inventado la batería que guarda la energía solar como se guarda el sol de tortilla de la playa

Casado tiene más razón que los que creen que han inventado la batería que guarda la energía solar como se guarda el sol de tortilla de la playa, en fiambreras aparatosas y remachadas, como cajas fuertes antiguas de gánster, y sin más límite que las ganas y la paciencia. Aunque más risible que contestar a Casado con memes de grifos que funcionan sin lluvia o chistes de leperos que viajan al sol de noche es lo de Bea Talegón, que pasaba de la energía verde a la magia. El cacharro que promocionaba yo creo que es simplemente un transformador con pinta de reloj de cuco, a menos que este hombre haya descubierto el monopolo magnético o algo así. Cuando un tuitero le recordó a Talegón que la energía no se crea ni se destruye, y que de algún lado tiene que sacarla el cacharro, ella replicaba que había que informarse mejor porque la energía del cacharro “parte de una batería”. Usar una batería para proporcionar más energía que la batería… He ahí la misma batería primigenia y milagrosa que funde a Casado y funde al imperio energético. El triunfo de la izquierda sobre la derecha y sobre la termodinámica.

La termodinámica, que siempre nos estropeó esas maquinitas de movimiento perpetuo que eran como billarines de científico loco del tebeo, no afecta a las baterías de la izquierda, como la realidad ya digo que nunca ha afectado a la izquierda. Si fuera por la izquierda, el barón Munchausen podría verdaderamente salvarse de una ciénaga tirándose él mismo de la coleta, método ecológico donde los haya. Si fuera por la izquierda, podría verdaderamente funcionar lo de Matrix, usar al ser humano como una pila, al menos usar a los de derechas, que seguro que daba para alimentar la impresorita de Rufián o un plató de La Sexta.

Ni siquiera hay que llegar hasta la fusión, o hasta los misterios y contradicciones del motor helicoidal o del EmDrive: la izquierda ya ha resuelto la crisis energética y tecnológica con pilas. Más pilas, gordas pilas de linterna de campamento o de tren eléctrico; baterías, grandes baterías comunales, como naves nodrizas, o pequeñas baterías que se presten los vecinos como podaderas o pinzas del coche. No las baterías que tenemos, todas de derechas, sino baterías para capturar el sol, las olas, las buenas vibraciones, la misma belleza; baterías que impulsarán otras baterías hasta el infinito. Si puede funcionar un partido con cariño y meriendas de madre, a ver por qué no va a funcionar el mundo con besos electrostáticos, abrazos a los árboles, sonrisas inductivas y zascas anticientíficos a Casado. Decía Arthur C. Clarke que cualquier tecnología suficientemente avanzada sería indistinguible de la magia, y la izquierda ya ha llegado ahí, a los motores de burbujas y a las pilas de buen rollo, a la batería inagotable del amor. Pura magia. Será, sin duda, maravilloso.

Por la izquierda nos hemos enterado de que aquí lo que faltan son pilas, pilas gordas como las de aquellos radiocasetes de Ceuta y aquellas muñecas lloronas, pilas de petaca para el primer experimento y el primer subidón infantil, que era poner la lengua y notar el latigazo vivo, como el de un pez abisal, de la electricidad. Pobre Casado, que no sabe que existen las baterías, las pilas, que están en la caja del supermercado junto a los chicles y los condones, indistinguibles en sabores y colores. Pilas, muchas pilas, y baterías, enormes baterías que ionicen el aire como en torreones de Frankenstein. Yo no sé cómo tenemos problemas con la energía teniendo pilas y baterías y conejitos eternos y despertadores de político que funcionan con ellas. Casado acaba de descubrir la batería, pero la izquierda ha descubierto algo más, que su batería eléctrica es como la batería del amor de Yolanda Díaz, inagotable, ilimitada, gratuita y además sabe a menta, como el chicle o el condón o la pila de petaca.

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