El Valle de los Caídos, con su nombre egipciaco, pasará a ser simplemente Cuelgamuros, con su nombre de apeadero. El Gobierno actúa más en las palabras que en la realidad, más en la historia que en el presente, es un Gobierno dedicado a la heráldica, a la grabación de medallas y a dibujar ramones acandelabrados de árbol genealógico como vides de los abuelos. Quitarle al Valle de los Caídos esa cosa de mapa tolkiano, degradarlo llamándolo como un polígono o como una venta, a uno le parece muy bien. Lo malo es que se dediquen a condenar grutas y barrancos del pasado y se perdone a sediciosos de hoy, que se desmantele la obra de aquel fascismo meapilas que fue el franquismo y se colabore con los nacionalismos joseantonianos que aún existen. Pero el Valle de los Caídos es esa gran losa que lo tapa todo: que Rufián te mangonee, que Bildu te coma los ojos o que siga saliendo Ayuso en la tele cada día, entre Heidi y Xena.
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