Leer las secciones de política y economía en los periódicos se ha convertido en aquella caja de bombones del ya mítico Forrest Gump: nunca sabes lo que te va a tocar. Ayer, sin ir más lejos me desayuné con estupor la noticia de que los funcionarios no tendrán que hacer trabajo presencial mas que dos días a la semana a partir de enero.
Más estupor si cabe me produjo la extravagante razón aportada por la inefable María Jesús Montero que bien debería tener un programa de entretenimiento en Telecinco visto su desparpajo, su salero y su habilidad para inventarse historias y argumentos peregrinos para justificar lo injustificable.
Con esta medida, relataba nuestra dicharachera portavoz, según publicaba este mismo periódico, contribuiremos a parar el despoblamiento de la mal llamada España vaciada. Los funcionarios así podrán vivir más tiempo en sus localidades de origen y solo desplazarse a las ciudades un par de días a la semana para hacer su trabajo presencial. El lector más avezado ya habrá imaginado, cómo no, que nuestra portavoz tiene en mente que los funcionarios trabajarán en casa de viernes a martes y acudirán a trabajar presencialmente los miércoles y jueves. Es decir, vivirán un puente de la Constitución semanal, pensé yo.
Esto sí que generará riqueza, señora "portavoza", y no la España despoblada. No creo que muchos funcionarios decidan trasladarse a vivir con sus familias a sus casas de campo, ni a sus localidades de origen, pero eso sí, llenarán a rebosar gimnasios, fisioterapeutas, grandes almacenes, bares y cines si no se complementa esta medida con otras muchas. Además, de ser así, pronto los sindicatos reclamarán y conseguirán que haya que pagar gastos de desplazamiento y dietas de aquellos funcionarios que sí decidan trasladarse a esas zonas "despobladas" como las casas de playa, las segundas residencias de la sierra o el campo.
Por un lado, o por el otro, la casa quedará sin barrer. Nada en el anuncio de la "portavoza" respecto de un nuevo sistema, imprescindible, de control y seguimiento de la productividad del empleado público en este entorno de trabajo que reemplace, en control de presencia, el tradicional "fichar" que para tan poco sirve. Nada respecto de un nuevo y necesario sistema de incentivos que premie al buen funcionario, ejemplar, productivo y eficiente que los hay muchísimos, la gran mayoría, en detrimento de la poca eficacia del amargado, el vago o el caradura que algunos también habrá y que son los que siempre nos dejan huella.
Olvida también la señora "portavoce” que en la Administración del Estado (AGE) queda mucho por hacer en digitalización y mecanización de procesos, hasta ahora concentradas en las áreas recaudadoras como su departamento de Hacienda, pero que muchas otras que realmente prestan servicios al ciudadano como la justicia, la educación o la sanidad -por no hablar de los trámites administrativos como el INEM, licencias, permisos, etc- están escasamente digitalizados y pueden verse seriamente dañados por esta medida. ¿No sería mejor esperar a ver el resultado de las multimillonarias inversiones a realizar por la Secretaría de Digitalización con Fondos Europeos antes de mandar al campo a los funcionarios?
Los ciudadanos quizá hubiésemos preferido un real decreto que ponga objetivos a la reducción de colas en la administración, que acelere y ponga plazos obligatorios de respuesta al ciudadano en trámites y solicitudes
Los ciudadanos quizá hubiésemos preferido un real decreto que ponga objetivos a la reducción de colas en la administración, que acelere y ponga plazos obligatorios de respuesta al ciudadano en trámites y solicitudes. Un real decreto que sancione la ineficiencia y la ineficacia cuando causa perjuicios y retrasos al ciudadano. Eso hubiese sido tan bueno para los ciudadanos que no habría conseguido muchos votos entre los más de tres millones de funcionarios que ahora van a repoblar como ya iniciase García I en Asturias nuestros pueblos y campiñas gracias al invento que nos anuncia, señora "portavoce", inspirada en la idea del efímero ministro de Administraciones Públicas del que ahora podemos esperar cualesquiera cosas en el ministerio de Cultura dadas sus conocidas habilidades para el cante y el baile.
No estoy, entiéndase, para nada en contra de que los funcionarios públicos puedan disfrutar de las ventajas y oportunidades del trabajo remoto como el resto de la sociedad. Sí estoy en contra,de la improvisación, de no cambiar el "status quo" y aprovechar esta oportunidad para reformar de verdad el estatuto del funcionario tan obsoleto y extemporáneo y apostar estratégicamente por unos servicios de la AGE eficientes, rápidos, eficaces y que proporcionen una experiencia satisfactoria al ciudadano. Una reforma que plantee objetivos de calidad de servicio, objetivos y mediciones de tiempos y eficacia de la respuesta pública, satisfacción de los usuarios, mecanización y digitalización de procesos. Pocas son las empresas privadas que garanticen tres o cuatro días de teletrabajo a sus trabajadores sin una batería de cambios en sus modelos operativos, retributivos, de seguimiento de la productividad, de incentivos como hace la administración en este anuncio. En esta materia, más que en muchas, no se puede ni se debe poner el carro delante de los bueyes.
Cada día un bombón de esta caja, roja, eso sí, de sorpresas en las que se ha convertido este Gobierno que poco a poco es ya un régimen que crea una nueva España en la que pocos querremos vivir y en la que las nuevas generaciones lo tendrán difícil.
Una España en la que la cultura del esfuerzo que tan grandes nos ha hecho da paso a una cultura de lo acomodaticio y al adocenamiento que provoca igualarnos a todos por lo bajo. Una España en la que los estudiantes no tienen que estudiar porque se les aprueba para no traumatizarles, donde los funcionarios no tienen que trabajar porque deben repoblar la España vacía, donde los trabajadores no tienen que buscar trabajo porque encuentran subsidios por doquier, donde hay un 14% de paro pero no hay camioneros, ni trabajadores de la construcción, ni agricultores, ni fontaneros porque todos queremos ser o licenciados universitarios o funcionarios, dicho esto con el mayor respeto a las ambiciones de progresión social que cualquier español puede y debe tener. Pero es que hoy, como se está viendo, esto tampoco es garantía de progresión social para nuestros jóvenes.
Esta caja de bombones que nos brinda nuestro particular Forrest y de la que cada día nos desayunamos uno algún día se convertirá en la caja de Pandora y entonces será tarde.
Leer las secciones de política y economía en los periódicos se ha convertido en aquella caja de bombones del ya mítico Forrest Gump: nunca sabes lo que te va a tocar. Ayer, sin ir más lejos me desayuné con estupor la noticia de que los funcionarios no tendrán que hacer trabajo presencial mas que dos días a la semana a partir de enero.
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