Ayuso y Casado se reencontraron por fin en la presentación del libro de Rajoy, bajo la paz artificial y orientaloide de las palmeras de interior y de las lámparas de araña del Casino de Madrid, que son como sauces de cabello de ángel o de champán helado. El suyo pareció un saludo en el vagón comedor del Orient Express, con una distancia de carritos, sombrereras y sospechas, y la nieve queriendo congelar desde fuera las soperas y los bigotes. Ese frío que hiela grandes duquesas, solistas lánguidas de violín y abrecartas asesinos, eso es lo que había entre ellos. Rajoy había reunido a Ayuso y a Casado como un capitán de barco, ahí con su libro de capitán como para casarlos, pero nadie quería casarse, estaban todos como en el lento ascensor del trasatlántico, con conversaciones de ascensor y música de ascensor, deseando salir de allí antes de que se les cayera encima una lámpara como un alud o como una torre de champán.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Anticorrupción no da credibilidad a la denuncia sobre cuentas en el extranjero de Begoña Gómez, Montero y la mujer de Zapatero
- 2 El Consejo de Estado avisa a Robles que debe permitir a los militares acceder a puestos OTAN
- 3 La gran sacudida de testosterona de Pedro Sánchez
- 4 Bildu quiere prohibir los "tatuajes ultra" en los agentes de la Ertzaintza: "Son contrarios a los valores democráticos"
- 5 La UCO halla "información de interés" en el Whatsapp de García Ortiz
- 6 Hamás emerge de túneles tras 15 meses de bombardeos israelíes
- 7 ¿Podría haber un ERE si Indra y Telefónica se fusionan?
- 8 El Gobierno dispara la recaudación por impuestos más de un 8%
- 9 TVE difunde un mapa de Marruecos que incluye el Sáhara