Casado se fue a lo del libro de Rajoy, un libro más de recetas de monjes de Silos que otra cosa, y allí acabó seducido definitivamente por el gregoriano y las sopitas del expresidente, que sigue siendo como aquel fraile del tiempo, aquel higrómetro que todos tuvimos en el balcón pero también en la Moncloa. A Cayetana han decidido “ignorarla”, explicaba el otro día este periódico, y eso es puro Rajoy: hacer notar que está lloviendo con aire de sabio de barbería y esperar a que escampe comiendo sus caramelos correosos de café con leche. Con Ayuso hacen algo parecido, van a darle largas mirando a las nubes, hablando de vientos o de Moreno Bonilla. Se creen que el personal va a olvidar a las dos musas, la intelectual y la maja, pero no van a hacerlo porque no tienen nada enfrente, nada que las rebata ni que las supere, sólo Casado como un gatito mojado y Egea como un cochero con paraguas, haciendo que caigan las encuestas con su numerito de Laurel y Hardy.
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