Un problema lingüístico es la construcción pasiva del perfecto transitivo. Lo que ocurre cuando las leyes no se cumplen, los derechos de los ciudadanos no se respetan y las decisiones de los tribunales no se obedecen, o sea lo que ocurre en Cataluña, eso es un problema de orden público y de subversión. Con esto de la escuela de Canet, el niño de Canet, que es como un niño cisquero de viñeta cisquera de El Roto, un niño simbólico como un niño con mosca o metralleta de Unicef, la gente tiende a ponerse abuelona. El niño solo y acosado, llorando sin amiguitos, con su peluche descuartizado, es una imagen que no deja sitio para nada más. Por eso habría que olvidar al niño de Canet. Hay quien también se pone pedagógico e involucra graves dinámicas de sectas de profesores de jersey flojo sobre la mejor enseñanza. O quien piensa que es un asunto de AMPA, como si se tratara de organizar la excursión a un acuario. Todo esto hay que olvidarlo, el niño, la escuela y los idiomas. Lo que pasa en Cataluña es que no hay ley.
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