No éramos conscientes hace tan solo cinco años, que vivíamos en uno de los mejores países del mundo, nadie nos informó de ello, y hoy en día vivimos de espaldas a la realidad, sin saber que hemos perdido esas posiciones privilegiadas por malas gestiones políticas. Hace cinco un estudio de Deloitte aseguraba que España era el mejor país para nacer, claro que igual se elaboró el trabajo con tantos errores como el que aseguraba que Bankia era solvente. Lo que sí es un hecho contrastable es que disfrutábamos de la mayor esperanza de vida del planeta, solo por detrás de Japón, y hoy tras la mala gestión de la pandemia, hemos retrocedido al décimo lugar por detrás de Hong Kong, Japón, Suiza, Corea del Sur, Suecia, Macao, Noruega, Italia e Israel.
Hace tan solo cuatro años éramos el país más seguro de Europa, solo por detrás de Austria, en número de homicidios, nos decían los datos que era once veces más probable que un español muriera por suicidio, a que lo asesinaran. Hoy hemos retrocedido a la octava posición por detrás de Austria, Noruega, Portugal, Luxemburgo, Suiza, Islandia y Países Bajos. También fuimos el quinto mejor país en la protección de la mujer según la Universidad de Georgetown, y hoy ocupamos el número 15 retrocediendo diez posiciones, es más, los datos oficiales del Ministerio del Interior demuestran que las agresiones sexuales aumentaron un 9,2% con respecto a la pre pandemia de 2019. A causa de estos datos pasamos de ser el país más seguro del mundo para viajar, solo hace cuatro años, a no aparecer hoy entre los diez primeros.
También el tren de la industria de alta velocidad ferroviaria, fuimos el primer país del mundo en exportar alta velocidad y hoy nos pasaron por delante China y Japón
No solo la esperanza de vida y la seguridad han perdido muchas posiciones en los últimos cinco años, también nuestra salud democrática como país se ha resentido, estaba por encima de países como Bélgica, Francia o Italia, en la posición mundial número 16 como democracia plena, según The Economist. Hoy tras la gestión de la pandemia hemos retrocedido seis posiciones al puesto 22.
Estamos perdiendo también el tren de la industria de alta velocidad ferroviaria, fuimos el primer país del mundo en exportar alta velocidad y hoy nos pasó por delante, y a mucha distancia, China y Japón. Hace tan solo tres años liderábamos la capacidad de energía eólica en Europa, hoy nos supera Alemania. En la industria textil ocurrió algo similar, en pocos años hemos pasado de liderar las exportaciones en Europa, superando a Francia o Reino Unido, a la actualidad donde lidera Italia, seguido de Alemania y Turquía, quedándonos en cuarta posición europea.
Nuestra forma de ser acomplejada por siglos de malos gestores, no nos dejó disfrutar hace unos años de las victorias conseguidas, del liderazgo mundial, desde un país siempre endeudado y que a pesar de ello no se detiene en su avance hacia un futuro mejor. Hoy las tornas se han cambiado principalmente por tres factores, la crisis mundial derivada de la pandemia, la mala gestión política realizada durante estos últimos años y la improvisación.
Y en este escenario, el Gobierno que ha gestionado por ideología más que por eficacia, aumenta la presión fiscal un 36,6%
The Economist señala que nuestra economía es la que más ha caído de los 23 países de la OCDE, la que más ha visto reducidos sus ingresos familiares. Y en este escenario, el Gobierno que ha gestionado por ideología más que por eficacia, aumenta la presión fiscal un 36,6%, tres puntos por encima de la media de los países de la OCDE.
Algunos dicen que los españoles somos masoquistas, que no sabemos valorar lo que tenemos y estamos sumidos en un pesimismo constante que nos hace renegar de lo nuestro, aunque sea lo mejor. No es cierto. Tenemos una paciencia infinita y nuestra forma de escapar a tanta presión es la palabra, la crítica política y las redes sociales. Otros países europeos en nuestra situación harían arder las calles, aquí nos arde la lengua. Sin embargo hay algo malicioso en nuestra situación actual, el silencio. Silencio de los sindicatos ante tanto atropello a los trabajadores como la subida de la luz, silencio de los medios de comunicación mayoritarios frente a malas gestiones manifiestas, una oposición silenciada que no sabe transmitir su mensaje y varios partidos minoritarios y contrarios a la Constitución, que en silencio deciden por la mayoría.
Nos quieres pacíficos, doblegados, serviles y serenos, la apariencia y la palabra lo es todo. España cada vez se parece más al libro que Orwell escribió hace 72 años, el Gran Hermano que todo lo ve, el Gobierno obsesivo que lo controla todo.
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