Pablo Casado ha pillado el bicho, un poco como si la calle Génova fuera su Venecia. El bicho lo puede coger cualquiera, ya, pero con Casado todo tiene ahora un brochazo de tristeza, soledad y desgracia, así que uno lo imagina como el personaje de Muerte en Venecia, con el tinte de la barba corrido mientras se le aparece el ideal del PP aznarista entre barquitas y resoles, o Ayuso con bañador a rayas de novia de Chaplin, antes de morir políticamente con la indicación “Adagietto. Sehr Langsam”. Casado, que parece que ha tosido en política como el personaje que tose en una película o en la ópera y ya sabe uno cómo va a acabar, hasta ha merecido el consuelo del propio Pedro Sánchez en Twitter. Hay quien ha visto educación y hay quien ha visto amor viril, como Vox, muy obsesionado con esas cosas. Yo no descarto que sea retranca de ambulatorio, como esos viejitos que se desean cordialmente el entierro comparando sus análisis, sus achaques y sus próstatas como cestas de castañas del bosque.

Sánchez no llama a Casado, sólo se hablan en esas escenitas de La verbena de la Paloma que hacen en el Congreso, pero le deseó por Twitter una pronta recuperación. Casado le dio las gracias y desde la cuenta de Vox pronto comentaron: “¡Que se besen!...”. Tampoco hace falta amor de sauna para una frase que es como la que se dice tras un estornudo. Pero Vox está en guerra desde que Abascal se puso en la cabeza un morrión como un orinal antiguo, y está aún más al ataque desde que le está quitando votantes o encuestados a ese Casado de lente con vaho y bigotillo de betún que parece tener miedo a Ayuso como a los carruajes de caballos. El socialcomunismo es peor que ómicron, se puede contagiar en un simple retuiteo, y por eso Vox no es escrupuloso con las mascarillas pero sí con esa coquilla que se ponen para que no se rocen los pajaritos tuiteros.

Sánchez tiene que ir de buen vecino porque es lo que exhibe como única política, saludos de lechero y suaves maneras de té aunque te esté sirviendo arsénico

Está claro que Sánchez tiene que ir de buen vecino porque es lo que exhibe como única política, saludos de lechero y suaves maneras de té aunque te esté sirviendo arsénico o achicoria o te esté robando la vajilla de ciervos por debajo. Está claro que Casado tenía que responder con elegancia, fuera por buena educación o fuera por ironía, que a ironía suena ese deseo de que “derrotemos pronto a la pandemia” cuando Sánchez ya la ha derrotado tres o cuatro veces y hasta le puso una cuenta atrás con más ceremonia que material y que confianza, como una cuenta atrás de artefacto ruso. Es justo eso que decía yo de la retranca de ambulatorio, donde cada “que te mejores” es como un pinchazo de vudú en la zona. O la retranca de Navidad, que aún tiene las soperas y las indirectas calientes. También la “pronta recuperación” de Sánchez parecía referirse no tanto al bicho como a todo lo de Casado, o sea Ayuso, las encuestas, el bajonazo, ese cuadro como agorafóbico que presenta ahora el líder del PP.

Lo mismo este cruce de tuits es cosa del espíritu navideño, del turrón del emigrante; lo mismo es que ha venido el ángel con alas de arpillera de Capra, lo mismo es que, aunque no vayamos a tener aquí la Gran Coalición, Sánchez va a empezar a llamar a Casado siquiera como a la suegra, y Casado va a dejar la “crispación”, que a Sánchez le duele realmente en el gesto como una contractura muscular en su mandíbula perfecta, como una ruidosa tortícolis de estatua. Pero es que uno no cree en las maneras, en el talante, en la cortesía de las formas, si no hay una honradez del fondo. Es más, si no hay honradez de fondo, contestar al amaneramiento de esas falsas buenas maneras con buenas maneras sólo es legitimación de la trampa. Por eso yo prefiero imaginar que aquí ha habido guasa, ironía, un poquito al menos, la suficiente como para que Casado deje su tristeza como un vampiro deja su ataúd o un melancólico deja su piano.

Vox nunca llegará a gobernar nada porque nadie va a consentir que gobierne la muñeca bizca y mortal de El juego del calamar

Uno querría ver ironía, guasilla, que desde luego siempre es mejor que el odio pero también es mejor que la hipocresía. Pablo Iglesias también usa la guasa, que es lo que sería bajar de su mausoleo de ladrillo obrero, de su dacha con exvotos de su coleta como trenzas de santa o de vestal, para recoger la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III por servicios a la Corona, que suena a medalla de cofradía sevillana. ¿O es que Lucifer no acudiría ante un Dios o una Iglesia vencidos y chocheantes que le concedieran una condecoración, para gozar de cómo los ha corrompido?

El único que no entiende la ironía es Vox, que es automático y sensible como un gatillo, como un cepo para ratoncitos, como una ballesta. Toda esa cetrería que es Vox puede saltar en cualquier momento cuando ven un morito con capucha, o a alguien que habla del solsticio, o gente comiendo apio, o un niño a punto de tocar una Nancy así a cámara lenta, como el cochecito que caía por la escalinata en El acorazado Potemkin... Vox funciona con muelle, se dispara como los muelles, entiende todo con muelles, como el pobre Coyote o como aquellos chavales de billarín. Yo creo que nunca llegarán a gobernar nada porque nadie va a consentir que gobierne la muñeca bizca y mortal de El juego del calamar.

Sánchez y Casado cruzaron sus estornudos y sus jesuses, y a mí me gustaría ver guasa más que cortesía para no concederle a Sánchez que su amaneramiento ha sustituido a la política. Ustedes pueden ver lo que quieran. Yo lo que digo es que ha sido mucho más que lo que parece. Con una conversación así, Sánchez te hace una cumbre, Casado te hace una tragedia y Vox te hace una cruzada con casco de orinal o coquilla para el pajarito.

Pablo Casado ha pillado el bicho, un poco como si la calle Génova fuera su Venecia. El bicho lo puede coger cualquiera, ya, pero con Casado todo tiene ahora un brochazo de tristeza, soledad y desgracia, así que uno lo imagina como el personaje de Muerte en Venecia, con el tinte de la barba corrido mientras se le aparece el ideal del PP aznarista entre barquitas y resoles, o Ayuso con bañador a rayas de novia de Chaplin, antes de morir políticamente con la indicación “Adagietto. Sehr Langsam”. Casado, que parece que ha tosido en política como el personaje que tose en una película o en la ópera y ya sabe uno cómo va a acabar, hasta ha merecido el consuelo del propio Pedro Sánchez en Twitter. Hay quien ha visto educación y hay quien ha visto amor viril, como Vox, muy obsesionado con esas cosas. Yo no descarto que sea retranca de ambulatorio, como esos viejitos que se desean cordialmente el entierro comparando sus análisis, sus achaques y sus próstatas como cestas de castañas del bosque.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí