Si Israel despedía el año con cierta estabilidad política, lo ha empezado de la peor manera posible. Los árabes que integran el gobierno advierten más repetidamente salir del gobierno de Naftali Bennett. La última ha sido esta semana, y se ha salvado la situación in extremis. Lo mismo puede pasar con los presupuestos del próximo año, que no se aprobaran en mayo para no generar más tensiones en la coalición. Además, algunos ministros acusan al jefe del gobierno israelí de no facilitarles información sobre la pandemia y las medidas que anuncia.

Como consecuencia de una creciente tensión, y una frenética actividad política, estas son las cinco claves que debemos tener en cuenta para analizar la política israelí, que será objeto de muchas noticias a lo largo de este año, y quién sabe si habrá unas nuevas elecciones.

Clave 1. El eje izquierda-derecha. Es quizá con lo que estamos más familiarizados. Nunca un primer ministro israelí ha gobernado en solitario; siempre se han formado coaliciones gubernamentales en la Knesset para consolidar la legislatura, aunque algunas solamente duraron unos meses, como la primera de Golda Meir.

Y estas coaliciones están formadas por partidos progresistas con otros de centro y religiosos, o por partidos de derechas con otros de centro y religiosos.  

En la política israelí no hay bloques, hay partidos de izquierdas y derechas, pero no hay facciones cerradas, o alianzas firmes. Por ejemplo, en la actualidad gobierna un partido de derechas con el apoyo de fuerzas de izquierdas y árabes.

Clave 2. El eje judío-árabe. En Israel existen partidos judíos y árabes que defienden cada uno los intereses de cada comunidad. Judíos y árabes pueden votar a partidos judíos o árabes indistintamente si creen que defienden sus intereses.

En el Parlamento actual hay dieciséis partidos judíos y cuatro partidos árabes. Actualmente un partido árabe forma parte de la coalición gubernamental, Ra’am, también llamado la Lista Árabe Unida. Y en la oposición hay la Lista Conjunta, que la integran tres partidos, Hadash, Ta’al y Balad. Hay también un partido, el Maki, que es el Partido Comunista Israelí, que va en la Lista Conjunta dentro de la coalición árabe-israelí Hadash. 

Este tipo de eje no es particular de Israel porque en todos los Estados donde hay minorías étnicas o minorías culturales o religiosas, que suelen tener sus partidos propios. Quizás en este caso es más importante porque tienen presencia parlamentaria, y un peso considerable dentro de la política israelí. Actualmente suman diez escaños de 120, pero son cruciales para sacar adelante leyes, sobre todo los cuatro diputados de Ra’am.

Actualmente los árabes son uno de los principales grupos demográficos que más crece en el país. Esto es especialmente relevante porque los partidos políticos árabes pueden obtener una mayor relevancia a largo plazo.

Clave 3. El eje religioso-laico. Esta es la clave en la que empezamos con las particularidades del sistema político israelí. Hay dos tipos de partidos religiosos en Israel: los que defienden los intereses de comunidades religiosas judías, y los partidos islamistas árabes. Dentro del primero grupo están los defensores de los intereses de los sionistas religiosos, de los jaredíes sefarditas y de los jaredíes asquenazíes.

Y después la facción política islamista, que actualmente forma parte de la coalición gubernamental.  

Los partidos religiosos judíos están a favor de que los 'haredim' no hagan el servicio militar, no haya servicios públicos en 'Sabat' y estos grupos estén subvencionados

Los partidos religiosos judíos están a favor de que los haredim (ultraortodoxos) no hagan el servicio militar, no existan servicios públicos en Sabat, se mantengan las subvenciones a estos grupos que están exentos de trabajar, o incluso defienden la introducción de leyes religiosas. 

Y la facción política islamista, que actualmente solo la integra un partido, que quiere incorporar leyes islámicas para la ciudadanía musulmana de Israel, el final de los asentamientos o el fin de la ocupación de Cisjordania y Gaza; el principio de los "dos Estados" y defiende el interés de la comunidad árabe en Israel.

Y opuestos a los partidos religiosos están los partidos laicos, que son aquellos que creen que no debe haber legislación religiosa en Israel, o que no se deben tratar diferente a las comunidades haredim o islamistas en el país. 

Así pues, hay partidos de derechas laicos judíos, partidos de derechas árabe-israelíes laicos, partidos de izquierdas judíos laicos, y partidos de izquierdas árabe-israelíes laicos. 

Los partidos religiosos, ya sean haredi o islamistas, solo son de derechas.

La comunidad haredi es una de las que más crece, junto con los árabes, siendo de especial relevancia la situación de estos partidos. Muchos otros partidos, que anteriormente no cuestionaban los privilegios de estos grupos, como la excepción del servicio militar o las subvenciones puesto que ellos no trabajan, ahora si se cuestionan. 

Clave 4. El eje 'un Estado-dos Estados'. En la política israelí hay tres posicionamientos respecto el conflicto entre Palestina e Israel: los que no reconocen la legitimidad de un Estado palestino, y consideran que todo es Israel hasta que se den las circunstancias precisas. Los hay que reconocen la legitimidad del Estado de Palestina y de Israel, en la llamada "solución de los dos Estados". Y también están los que no reconocen a Israel y defienden el nacionalismo panárabe. Actualmente esta última posición la tiene el partido Balad, con un diputado en la Knesset, dentro de la Lista Conjunta, que aboga por la solución de los dos Estados. 

Es en este cuarto eje donde debemos situar también a los partidos israelíes que defienden los intereses particulares de los asentamientos israelíes dentro de Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán. Estos asentamientos son consecuencia de la ocupación de los territorios sirios y jordanos en la Guerra de los Seis Días. En el caso de Cisjordania, conquistada a los jordanos, y en el caso de los Altos del Golán a los sirios. Con anterioridad existían más, como los del Sinaí y Franja de Gaza, pero los primeros fueron destruidos y abandonados por los israelíes con los Acuerdos de Camp David, y los segundos por la retirada unilateral de 2005. 

Los Altos del Golán se considera un territorio nacional más por la parte israelí, y territorio en disputa por la comunidad internacional. Aun así, como no hay acuerdo entre Siria e Israel, los asentamientos siguen existiendo. Igual que los existentes en Cisjordania, que se encuentran en territorio en disputa hasta que no haya un reconocimiento de un estado palestino por parte del gobierno israelí. Aunque multitud de países reconocen la existencia del Estado de Palestina, y del Estado de Israel, y las administraciones israelíes y palestinas mantienen contacto constantemente, estas no se ponen de acuerdo sobre la situación de los asentamientos, la retirada militar y los límites fronterizos de deba haber, predominando el statu quo.

Así pues, hay partidos que defienden el anexar los asentamientos a Israel, otros que no, otros que defienden su legitimidad, otros que los quieren derribar, otros que quieren respetar las líneas de armisticio de 1967, y otros que hay que buscar nuevos acuerdos fronterizos. Como los hay que dicen que se ha de tener la mano tendida al gobierno palestino, otros que no confían, otros que no reconocen al gobierno palestino como legítimo, y los que defienden que debe haber un Estado palestino para conseguir la paz.

Clave 5. La construcción nacional. Israel es un país con una pluralidad demográfica enorme. Desde su fundación hubo judíos asquenazíes, judíos sefarditas, judíos misrahim, cristianos católicos, arameos, asirios, armenios, coptos, musulmanes y drusos. Esto tiene como consecuencia que la propia definición de Estado judío tenga infinitos significados. Estado donde los judíos sean mayoría, Estado que siga la religión judía, Estado donde los judíos puedan vivir en paz… entre otros. 

Israel es un país de una pluralidad demográfica enorme... todo esto provocó que las autoridades tuvieran que crear un Estado-nación en el que se sintieran representados y nadie se viera excluido

Todo esto provocó que las autoridades israelíes tuvieran que crear un Estado-Nación cuyos ciudadanos se sintieran representados por el mismo, y al mismo tiempo nadie se sintiera excluido. Y para conseguirlo crearon festividades cívicas, al mismo tiempo que salvaguardaban los principios judíos respecto a Israel. 

Se crearon las festividades del Día de la Independencia o Yom Ha'atzmaut, el Yom HaZikaron, en recuerdo de todos los caídos por el Estado, que es justo el día antes. El Yom HaShoah, en recuerdo de las víctimas del Holocausto. O el Día de la Victoria, donde se conmemora la victoria sobre el nazi-fascismo. 

Además, las autoridades israelíes incluyeron como festivos las celebraciones judías, cristianas y musulmanas. De la misma manera que el Estado no tiene Constitución política codificada, sino material, compuesta por trece leyes fundamentales. La razón es que los grupos religiosos y del sionismo revisionista no eran partidarios de que el Estado de Israel debiese tener Constitución Política, porque según las interpretaciones rabínicas las máximas leyes de Israel han de ser la Torah, el Talmud, el Tanakh y el Shulkhian Arukh. 

Queda claro que la política israelí tiene unas características propias que no son extrapolables a ningún otro Estado, sea por sus características demográficas, religiosas, políticas, contextuales, o ya desde sus inicios, por querer ser una gran casa donde todos cupieran. 


Guillem Pursals es politólogo, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.