Las Cajas de Ahorro “entidades de crédito sin ánimo de lucro” como decían sus estatutos fundacionales, dejaron de existir cuando los partidos políticos y sindicatos metieron a sus representantes en ellas. Desde entonces muchos Bancos y unas pocas Cajas se reparten el pastel de nuestras cuentas bancarias como un monopolio. Se han cerrado más de 70.000 sucursales y hoy disponemos de las mismas que en 1970, reduciendo empleados, horario de atención al público y evitando de todas las formas posibles que entremos en sus oficinas, justo lo contrario que sucedía antes de la crisis del 2008. Ellos no quieren lo que cualquier comercio persigue, que establezcamos lazos de confianza con empleados o directores de sucursales, por ello les cambian constantemente de lugar de trabajo, no quieren clientes amigos, solo buscan nuestro dinero.
Los sistemas de seguridad encriptados para acceder con seguridad a una cuenta bancaria online y operar con ella, son un infierno que falla a menudo, es por ello que tuve que ir personalmente al Banco de Santander para hacer una pequeña transferencia de 295 euros a otra cuenta. Para disuadirme que no lo volviera a hacer presencialmente, me cobraron de comisión 18 euros. Pocos días después me acerque a Caixa Bank donde familiares octogenarios tienen sus cuentas y me indicaron que ya no se puede operar sin pasar por el cajero o hacerlo por internet, y claro, para ello deben tener los ancianos una línea móvil o fija de teléfono, router, wifi, claves, pin, usuario y contraseña para que haga sus gestiones bancarias on line. Salgo desesperado, les indico que de seguir así retiraré de esa entidad todo el dinero ahorrado por ellos durante toda su vida y al director ,que se sabe trasladado o sin trabajo en pocos meses, no le importa mi protesta, le es igual.
Me traslado más tarde al BBVA y me dicen que no atienden en caja más que dos días por semana, martes y jueves y tan solo de 8:30 h a 11 h. Les indico que voy a ingresar dinero y me dicen que no lo quieren. Bancos que no aceptan dinero, empleados que no quieren la confianza de sus clientes, entidades bancarias que nos prefieren robots que humanos.
Los mismos Bancos y Cajas que rescató el gobierno con nuestro dinero ahora nos dan la espalda. Les dimos 101.500 millones de euros, solo han devuelto el 14% y además nos consideran sus súbditos.
La ministra Nadia Calviño se reúne con ellos y les “pide” que en un mes resuelvan la exclusión que practican con sus clientes mayores, no aprueba un decreto ley para evitar los abusos, solo les pide un favor. ¿Porqué? Quizá porque el PSOE es el partido español que más debe a los Bancos, supera en estos momentos los 70 millones de euros en préstamos, seguido del PP con 36 millones y el PNV con 18. Según el Tribunal de Cuentas los bancos han prestado a nuestros partidos políticos 183 millones de euros. Ya sabemos ahora quién impone las reglas a quien. Caixa Galicia perdonó 300 millones de euros al PP cuando Aznar llegó al poder y Santander entre otros, 40 millones al PSOE con Zapatero. Con ellos sí “renegocian”, con el resto de sus clientes, no.
Un jubilado de 78 años reúne en pocas semanas medio millón de firmas pidiendo ayuda, “Soy mayor, no idiota” le escribe en una carta al Gobernador del Banco de España. Cuando los medios se hacen eco de su reivindicación le llaman representantes del Ministerio de Economía y el Secretario General del Tesoro, le citan a reuniones y le prometen medidas que no van a llegar si no son ley. Mientras tanto cada día decenas de ahorradores y buenos clientes lloran con su cartilla en la mano por no saber cómo funciona el cajero automático o les prohíben el acceso a la sucursal donde tienen todos sus ahorros.
El Banco Santander que me cobró 18 euros de comisión ganó en nueve meses 5.849 millones de euros, Caixa Bank que no ayuda a las gestiones de nuestros mayores 4.800 millones de euros de beneficio neto en nueve meses, y el BBVA que restringe la entrada de sus clientes, en seis meses consiguió 1911 millones de euros de beneficio neto.
La que ha comenzado es la revolución silenciosa e imparable de nuestros mayores. Ni el propio Emilio Botín sabría hacer hoy una transferencia en cualquiera de las sucursales de su propio Banco.
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