Las elecciones en Castilla y León se han convertido en una batalla que va mucho más allá de la elección del gobierno de Valladolid.
Los socialistas se van a ver abandonados literalmente por su presidente porque Pedro Sánchez va a hacer su aparición en el momento obligado, que es el cierre de la campaña. Pero nada más. Y aunque Luis Tudanca va a estar arropado por unos cuantos ministros que llegarán de Madrid para levantar la mano del candidato socialista como si fuera a ser el vencedor, el síntoma principal de las perspectivas electorales del PSOE en Castilla y León lo proporciona precisamente la presencia, o mejor dicho, la ausencia de Pedro Sánchez.
Es sabido que este presidente sólo está dispuesto a asistir a los acontecimientos que le favorecen electoralmente o le dan prestigio. Y los sondeos internos que manejan en estos momentos en la sede del PSOE deben de ser lo bastante deprimentes como para que su líder no quiera aparecer por ahí ni atado.
Y no es que la candidatura socialista vaya a sufrir un descalabro humillante. Eso no se va a producir, lo dicen todos los sondeos, incluido el de Tezanos. Es sencillamente que con los escaños logrados el candidato Tudanca no va a poder sumar los bastantes apoyos como para poder gobernar.
Y como éste es de nuevo un duelo entre Pedro Sánchez y Pablo Casado porque a ambos les va mucho en los resultados electorales tanto de Castilla y León como de Andalucía, y los dados no ruedan a favor del presidente, ha decidido ausentarse para intentar privar a este pulso electoral del carácter de duelo entre los dos únicos aspirantes a La Moncloa con auténticas posibilidades de ocuparla. Me temo que va a ser un intento inútil.
Sin embargo, sí que veremos a una multitud de dirigentes del PP en todos los mítines, en todos los actos y acompañando a su candidato en los dos debates que se van a celebrar. Debates, por cierto, en los que sólo van a poder participar PP, PSOE y Ciudadanos porque ellos tres son los únicos que tienen grupo parlamentario.
Con los escaños logrados el candidato Tudanca no va a poder sumar los bastantes apoyos como para poder gobernar
Eso significa que ni Podemos, ni Vox ni por supuesto los partidos provincialistas van a poder intervenir, lo cual va a privar de bastante interés la controversia que se produzca.
Ya se sabe, sin que ninguno de los debates haya dado comienzo, en qué va a consistir la confrontación: Tudanca en su papel de oposición y de aspirante a ganador y Francisco Igea supurando por la herida de lo que considera una vil traición de su hasta ahora socio Alfonso Fernández Mañueco.
Haciendo, por lo tanto, el mayor daño posible al candidato popular a quien sin duda acusará de ser el único responsable culposo de una convocatoria electoral que no tendría por qué haberse producido salvo por los oscuros intereses partidistas de sus jefes de Madrid.
Igea dispondrá de armamento probablemente más dañino que el que pueda manejar el socialista Tudanca porque no en vano ha estado todos los días en las cocinas del gobierno recién disuelto.
Fuera de los platós estarán Vox y Podemos, ambos partidos deseando intervenir para colocar sus mensajes, con más perspectivas de éxito por parte del partido verde y con muchas menos por parte de los morados. Aunque hay que decir que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha hecho un favor a los de Podemos porque ha puesto sobre la mesa un asunto que, según los sondeos, no formaba parte de las preocupaciones de los castellano leoneses.
Y, siendo cierto que la población de Castilla y León es en buena parte rural y que los que trabajan en las ganaderías de vacas, ovejas, cerdos, cabras y pollos tienen un peso muy considerable en esa comunidad y que los ciudadanos relacionados con el sector disponen de un voto cada uno, también es cierto que entre la población joven y urbanita, el debate sobre la ganadería extensiva, la intensiva y la existencia de las llamadas macrogranjas, por muy vigiladas y reguladas que estén, le va a dar un puñado de votos a la candidatura de Podemos.
Pero tampoco muchos y la prueba está en que la que se supone futura líder del partido morado, no es que vaya a estar dedicada hasta el dia 3 de febrero a cerrar los pactos para la reforma laboral, cosa muy comprensible. Es que a patir de ese día tampoco se va a dejar caer en absoluto por las tierras castellano leonesas. Lo más que está dispuesta a hacer es acudir por esos pagos un día. Un solo día, todavía sin fecha conocida. Misma actitud que la de Pedro Sánchez: que la derrota no manche su imagen impecable.
Pero un entusiasmado Pablo Iglesias comunicó ayer al mundo que, según el CIS de Tezanos, no solamente su partido no iba a desaparecer de las Cortes de Castilla y León, como aguraban algunos sondeos, sino que podrían tener de tres a cinco procuradores.
Y esto lo comunicó antes de que el CIS hiciera público los resultados de sus estudios para estupor y escándalo de la opinión pública que vió como los trabajos se supone -se suponía- que serios y rigurosos por parte de un instituto de opinión que se financia con dinero público, es decir con nuestro dinero, se trasladan con toda la falta de ética y de vergüenza a uno de los partidos que concurren a las elecciones sobre las que se ha hecho el estudio.
Si eso no es un delito, que no lo es, desde luego es una gravísima irregularidad de la que tendrán que dar cuenta el propio autor de semejante filtración fraudulenta así como el responsable máximo del CIS, un organismo que está obligado a mantener un comportamiento exquisito de respeto absoluto no sólo a los partidos que concurren a estas elecciones sino a todos los españoles.
Son demasiados ya los patinazos, los errores y ahora además las trampas de ese Centro de Investigaciones Sociológicas que, sobre no dar ni una en sus previsiones de resultados, resulta que tiene un comportamiento indecente como se acaba de comprobar.
Ya no nos faltaba más que Iglesias y Tezanos formaran un tándem de socorros mutuos. Es como para salir corriendo.
La puerta giratoria de Pablo Iglesias no ha sido para quedarse en una eléctrica, que es como quedarse en el […]Las elecciones en Castilla y León se han convertido en una batalla que va mucho más allá de la elección del gobierno de Valladolid.