La cumbre patriótica convocada en Madrid por el líder de Vox Santiago Abascal no iba a ser aquello en lo que al final se ha convertido. El propósito inicial de convocar en la capital de España a los líderes ultraconservadores que tienen representación en el Parlamento europeo era lanzar un ataque a la Unión Europea tal y como está ahora concebida y reivindicar las respectivas soberanías nacionales y sus propios ordenamientos jurídicos por encima de la legislación europea que ahora se impone a las legislaciones nacionales en multitud de aspectos.
Eso y criticar el daño que la política migratoria y el multiculturalismo está causando al mantenimiento de nuestras raíces culturales cristianas y Europea era el propósito de esta convocatoria: "La política inmigratoria promovida por Bruselas y la ineficacia de Frontex, no está contribuyendo a la protección de las fronteras” dice el comunicado. Es necesario, añade, “hacer una expresa condena del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que provoca efectos nefastos en Europa”.
Es más, el orden del día también incluía un compromiso para lograr “una mayor capacidad energética europea, para mejorar la autosuficiencia energética, donde las naciones puedan disponer libremente de la energía que necesitan, respetando el medio ambiente, pero sin someterse a la imposición de prejuicios ideológicos. La fallida política energética de Bruselas contribuye a unos precios de la energía insostenibles”.
Era, en definitiva, la suma de dirigentes ultraconservadores para lanzar un torpedo a la Europa Unida de hoy, una cumbre de afirmación patriótica frente a la tiránica imposición de esta Europa que ni siquiera sabe defender a sus miembros de los ataques exteriores.
Todo eso se ha ido al traste porque en medio de toda la planificación inicial se ha metido como un tornado la crisis de Ucrania"
El comunicado final se dedica con pasión a atacar el proyecto europeo al que acusa de pretender convertirse en un “mega Estado ideologizado” que “desprecia la identidad y la soberanía nacionales, que se aleja de los ideales cristianos y pone en riesgo la supervivencia de la propia civilización occidental”. El texto reclama expresamente además la primacía de las constituciones y las leyes nacionales sobre el derecho de la Unión Europea
Éste era el propósito de la cumbre de patriotas convocada en Madrid por Santiago Abascal: lanzar un torpedo de la mayor potencia destructiva posible contra la Unión Europea que nos rige hoy. De hecho, Abascal no hizo la menor referencia a la crisis con Rusia ni cuando abrió la sesión ni cuando la clausuró. Eso sí, destacó los peligros que para todos los representantes de la casi docena de partidos reunidos en Madrid supone la inmigración irregular, una de sus grandes batallas.
Es que no tenían previsto ni siquiera abordar la amenaza rusa sobre Ucrania. Pero lo que pasó es que el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, después por lo visto de una fuerte discusión, consiguió de los presentes una toma de posición sobre el gran problema que Occidente tiene ahora mismo sobre la mesa. Porque los convocados a Madrid habían venido a otra cosa.
Pero todo eso se ha ido al traste porque en medio de toda la planificación inicial se ha metido como un tornado la crisis de Ucrania, que se ha convertido necesariamente en el tema central de las intervenciones públicas de los distintos dirigentes y que ha dado lugar a un comunicado conjunto en el que todos a una, con la fuerte resistencia del húngaro Viktor Orbán, que mantiene unas relaciones muy próximas con Vladimir Putin y ha evitado criticarle, han puesto de manifiesto que “las acciones militares de Rusia en la frontera oriental de Europa nos han conducido al borde de una guerra. La solidaridad, la determinación y la cooperación en materia de defensa entre las naciones de Europa son necesarias ante tales amenazas”.
Este ha sido un éxito del primer ministro polaco, Mateusz Morawieckh quien insistió en la necesidad de Europa y de la OTAN de parar "el sueño imperial de Putin".
Pero insisto, esta cumbre no estaba convocada para eso. De hecho, resultó extremadamente sorprendente que quien saliera por la parte española a dar cuenta de lo allí tratado no fuera el propio Santiago Abascal sino su portavoz, Jorge Buxadé.
Más sorprendente aún fue que Buxadé iniciara su comparecencia sin hacer la menor mención a la crisis de Ucrania y a la amenaza que supone Rusia con todo el despliegue militar en la frontera. Y así se mantuvo, sin referirse al tema, hasta que, asaeteado por las incesantes preguntas de los periodistas, que estaban interesados en saber qué posición conjunta, si es que la había habido, se había tomado sobre la amenaza de un enfrentamiento bélico en esa zona del planeta, no tuvo más remedio que abordar la cuestión.
Y, para pasmo de los presentes y ante la muy llamativa ausencia del anfitrión, Santiago Abascal, Buxadé optó por dar una patada a balón y remitir toda la información sobre la posición de su partido a la rueda de prensa del próximo lunes, es decir, cuatro días más tarde, cuando parece que por fin Vox tendrá algo que decir de esta “cumbre de patriotas" que he tenido lugar el viernes y el sábado pasados..
En resumidas cuentas, que el programa previsto para esta cumbre se ha visto diluido, casi se podría decir que saboteado, porque la amenaza de Rusia sobre Ucrania se ha colado entre las líneas del manifiesto pactado y lo ha dejado detrozado.
Además de haberle estropeado al anfitrión su propósito inicial de presentar una posición unida de todos los asistentes frente a la Europa de hoy. Y eso ha sido porque sus dos socios preferidos, el polaco Mateusz Morawiecki y el húngaro Viktor Orbán mantienen posiciones radicalmente antagónicas torno a la crisis de Ucrania, la protagonista absoluta en esta cumbre como no podía ser de otra manera. La imagen de unión ha quedado inevitablemente rota.
Esta ha sido, por lo tanto, una cumbre radicalmente frustrada en su objetivo inicial. Sin embargo, ha servido para otra cosa mejor, que es unir a los presentes frente a Rusia y en defensa de la libertad y la soberanía de Ucrania.
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