Al final, a Eurovisión no irá esa teta de madre, de manualidad con lentejas del día de la madre; esa teta antiestrés elevada como a ópera de José María Cano, o sea lo de Rigoberta Bandini. Tampoco irá esa muñeira siniestra de las chungas Tanxugueiras, que yo creo que era un conjuro para que de aquel tambor o marmita que golpeaban saliera un ser no muerto, reptando entre brumas y caracoles. No, irá otra cosa, algo que parece hasta normal, lo de Chanel, o sea bailoteo sensual con estilo de discoteca con lámpara de araña o de descapotable de Miami también con lámpara de araña. Digo normal porque no parece Macbeth ni parece la función de fin de curso de las niñas de El resplandor. O sea, es sólo música mala. Pero aquí nada es ajeno a la política y ya tenemos sindicatos como CCOO y partidos como Podemos o BNG denunciando una gran conspiración alrededor de Eurovisión, que es como una gran conspiración alrededor de los autos de choque del barrio.
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