¿Se imaginan que Vox llegara a la Moncloa y pactara con partidos negacionistas del holocausto nazi?, ¿que alcanzara acuerdos de Gobierno con golpistas como Antonio Tejero?, ¿que colocara a Macarena Olona, abogada del Estado, en el cargo de Fiscal General? ¿Se imaginan a Ortega Smith como ministro del Interior excarcelando terroristas, por el hecho de pertenecer a bandas de extrema derecha? Todo esto y mucho más es lo que ha hecho el Gobierno de Pedro Sánchez en poco más de tres años con sus socios de gobierno. Sin embargo una extraña “superioridad moral” de esta izquierda que ha cruzado tantas líneas rojas, decide para el resto de españoles lo que es bueno y malo en política, lo que se puede y no se puede hacer, y sus terminales mediáticas con decenas de periodistas y medios, regados con dinero público para remar a favor del líder, se encargan de divulgar la línea editorial de la política española. Según este pensamiento único pactar con Vox es blanquear a la extrema derecha y lo sorprendente es que partidos como el PP le compren el discurso al PSOE y al día siguiente de las elecciones en Castilla y León empiecen a justificarse, negando querer llegar a acuerdos con ellos. Esos prejuicios por parte del PP dan todavía más votantes a Vox.
Han pasado casi desapercibidas estos días las gravísimas acusaciones del ex vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias hacia el Rey Felipe, acusándole de impulsar a Vox con el discurso del 3 octubre del 2017, en el que según él, defendía que el Estado somos todos, no solo quienes nos gobiernan. Curioso que a un comunista le den miedo estas expresiones. La misma opinión que Iglesias mantiene el prófugo de la justicia Puigdemont, acusa al Rey del ascenso de Vox, y afirma “el independentismo ha sido el primer dique de contención del fascismo”, y a los diez minutos pacta con el partido neonazi Vlaams Belang en Bélgica. Estos políticos autoritarios como Iglesias o Puigdemont temen a la democracia parlamentaria y constitucional y se sienten más cómodos con dictaduras populistas que tan bien conocen. Lo curioso es que se aprovechen de esta monarquía parlamentaria para seguir propagando sus antiguas ideas que no creen ya ni ellos mismos.
Mientras a nuestra clase política le preocupan los pactos entre partidos... a los votantes nos preocupa la gestión
Afortunadamente este país esta en permanente cambio, los constantes fracasos electorales del partido del Gobierno, sin poder virar al centro como le exige Europa por la presión de sus socios de Gobierno, y sin entrevistarse con el líder de la oposición en año y medio, provocan que Sánchez solo pueda volver a levantar el espantajo de la extrema derecha para evitar seguir perdiendo. Su error es Gobernar para los suyos, no para los españoles y en la calle la ideología ha dejado paso al pragmatismo.
Mientras a nuestra clase política le preocupan los pactos entre partidos, la desaparición de Podemos y Ciudadanos, el Congreso del PP o los supuestos acuerdos con Vox, a los votantes nos preocupa la gestión. En las últimas convocatorias electorales se está votando a sus candidatos por los resultados, por su gestión, no por ideología. Nuestro voto lo deciden los hechos, no las palabras, como que no hayan llegado las ayudas europeas a PYMES y autónomos, o que no haya bajado el precio de la luz y de la gasolina, o el iva de las mascarillas. Nos preocupa más que en pocos días terminan los ERTES para más de 100.000 trabajadores que no saben qué va a suceder con su futuro y muchos de ellos se irán directamente a engrosar las cifras del paro.
Vox es una apuesta, hasta hoy no han gobernado más presupuestos que algunos municipales ni han ocupado cargo público importante, ya es hora de ponerlos a prueba siendo el tercer partido más votado de este país. Quienes ponen a su alrededor cordones sanitarios lo hace a su vez con casi 4 millones de votantes. Vox ha vivido hasta hoy en una eterna adolescencia siempre en la oposición y llegó la hora de pasar a la edad adulta. Si la coalición Podemos se desvanece en las urnas es por su mala gestión en cargos públicos, en cambio a Ciudadanos, que ha gestionado generalmente bien, pierde en las urnas por el voto útil para terminar con el Sanchismo y la falta de credibilidad de algunos de sus actuales líderes.
Que sigan con los vetos, la extrema derecha y los no pactos, que los españoles hemos aprendido a sobrevivir a pesar de ellos.
¿Se imaginan que Vox llegara a la Moncloa y pactara con partidos negacionistas del holocausto nazi?, ¿que alcanzara acuerdos de Gobierno con golpistas como Antonio Tejero?, ¿que colocara a Macarena Olona, abogada del Estado, en el cargo de Fiscal General? ¿Se imaginan a Ortega Smith como ministro del Interior excarcelando terroristas, por el hecho de pertenecer a bandas de extrema derecha? Todo esto y mucho más es lo que ha hecho el Gobierno de Pedro Sánchez en poco más de tres años con sus socios de gobierno. Sin embargo una extraña “superioridad moral” de esta izquierda que ha cruzado tantas líneas rojas, decide para el resto de españoles lo que es bueno y malo en política, lo que se puede y no se puede hacer, y sus terminales mediáticas con decenas de periodistas y medios, regados con dinero público para remar a favor del líder, se encargan de divulgar la línea editorial de la política española. Según este pensamiento único pactar con Vox es blanquear a la extrema derecha y lo sorprendente es que partidos como el PP le compren el discurso al PSOE y al día siguiente de las elecciones en Castilla y León empiecen a justificarse, negando querer llegar a acuerdos con ellos. Esos prejuicios por parte del PP dan todavía más votantes a Vox.
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