Lo de Isabel Díaz Ayuso hace unas horas es una auténtica bomba que ha hecho explosión a los pies de Pablo Casado y de Teodoro García Egea.
La acusación hecha por la presidenta madrileña es de una gravedad que ella misma ha hecho explícita: "Lo que Pablo Casado ha hecho conmigo es lo peor que se puede esperar de los políticos" para a continuación retar a esa misma dirección a que pruebe que ella, en algún momento de su vida política, ha cometido alguna irregularidad, algún acto de corrupción.
Y ya no hablaba de su familia sino de ella misma que ha dejado claro que lleva soportando estas maniobras demasiado tiempo por parte, y esto es lo espectacular y lo escandaloso, de la dirección de su propio partido.
Esta es una lucha a muerte en sentido políticamente literal, que va a hundir a ese partido
El hermano de Díaz Ayuso lleva, como ella ha explicado esta mañana, la friolera de 26 años dedicado a su actividad como agente comercial en el sector sanitario. Vive, por lo tanto, de las comisiones que cobra por hacer su trabajo. No tiene, por lo tanto, nada de particular que la haya cobrado de esta gestión con este contrato concreto.
Esa no es, pues, la cuestión. La cuestión está en probar -no en suponer, sino en probar- que la presidenta madrileña ha intervenido de alguna manera en inclinar la balanza en favor de esa empresa concreta dirigida por un viejo amigo.
Mientras esa demostración no esté sobre la mesa, Pablo Casado y Teodoro García Egea serán sospechosos de manipular los hechos para impedir que la presidenta de la Comunidad de Madrid sea presidenta del partido en el próximo congreso territorial.
Es más, sospechosos de intentar impedir que Isabel Díaz Ayuso sea la candidata del PP en las próximas elecciones autonómicas dentro de un año y medio.
Y esa es una enormidad que no puede traducirse más que en el rechazo de los votantes del PP no sólo de Madrid sino de toda España, a la pareja Casado-García Egea por conjurarse para derribar a la mujer que, junto con Alberto Núñez Feijóo, ha obtenido los resultados deslumbrantes que devolvieron a un PP desolado y desmovilizado por la humillante derrota sufrida en Cataluña, a recuperar la esperanza en la victoria del partido, es decir, en la victoria de Pablo Casado en las próximas elecciones generales.
Todos los puentes están rotos ahora. Ya no hay marcha atrás. Y, para su descargo, la dirección del PP sólo puede presentar ante la opinión pública la prueba de que Isabel Díaz Ayuso ha estado metida en un caso de corrupción.
Pero alguien que guarda esa pieza oscura en su particular trastienda no se presenta como se ha presentado ella esta mañana retando a sus jefes a que demuestren lo que llevan demasiado tiempo insinuando.
Ahora bien: sea cual sea la reacción de Casado y García Egea ante el reto frontal planteado por Ayuso, todos sabemos que, salvo que presenten esa prueba de la corrupción de la presidenta madrileña, tienen esta batalla perdida ante los votantes del PP.
Ayuso ha demostrado que cuenta con la admiración y el apoyo de esos votantes del PP en toda España. De modo que cualquier castigo que se le imponga, y se le impondrá, será cargado en la cuenta del presidente Casado y se le cobrará en votos.
Ya no hay arreglo posible. Esta es una lucha a muerte en sentido políticamente literal, que va a hundir a ese partido.
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