Los presidentes autonómicos, en fila y a pie, parecía que iban a pedir a la ermita del santo, o sea de Sánchez. Estas conferencias de presidentes no sabe uno muy bien para qué sirven, salvo para que Sánchez tenga esta cola de peticionarios al relente esperando para rogarle por la cadera, el lunar, la escrófula, el ternero o la cosecha. Yo creo que esto funciona mucho mejor como besapié de cristo de viejas, con beso de boquera y sacristán con pañuelito, que como manera efectiva de debatir o decidir algo entre Gobierno y autonomías. Pero es una manera de hacer visible la corte celestial de Sánchez, que se traslada a castillos, a conventos o a Gólgotas como éste de La Palma con toda una pompa medieval, milagrera, ebanista y casullera. Luego, eso sí, Sánchez se limita a pedir “unidad” como el cura pide fe.
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