Somos una asociación de rusos residentes en España creada por un grupo de activistas a partir de la ola de protestas en contra del régimen de Putin que se produjo a raíz del encarcelamiento del líder de la oposición rusa Alexei Navalny. Nos une la esperanza de que la Rusia del futuro –"Russia Tomorrow"– será muy diferente de lo que representa ahora el canal de propaganda del Kremlin Russia Today. Queremos que sea un país libre y democrático que garantice la primacía de la ley y respete los derechos humanos, un país que establezca relaciones de respeto y cooperación con el resto del mundo promoviendo paz y diálogo. Nos une también nuestro profundo desacuerdo con la guerra que el gobierno de Rusia está librando contra Ucrania.
Sucede, no obstante, que los miembros de nuestra asociación y miles de otros rusos indignados por esta invasión militar también caen bajo las sanciones que la Unión Europea y España han implementado. Hace poco nos llegó la noticia del bloqueo de las cuentas bancarias de algunos de nosotros por parte de los bancos españoles. Tampoco podemos utilizar aquí nuestras tarjetas Visa y Mastercard emitidas en Rusia ni recibir transferencias bancarias desde nuestro país, lo que es especialmente importante para aquellos que se mantiene con el dinero procedente de allí. Entre ellos, los que trabajan a distancia para una empresa rusa pagando los impuestos en Rusia; los que estudian aquí y dependen de las transferencias que les hacen sus padres; los pensionistas que viven en España alquilando un piso en Rusia; las familias de personas que trabajan en Rusia y les mandan dinero para vivir aquí… Tienen que pagar por las acciones de su gobierno incluso aquellos que han pedido asilo político por haber sufrido a manos de éste.
Estamos pagando por las acciones de nuestro gobierno aquellos incluso que hemos pedido asilo político por haber sufrido a Putin
En Cadiz y Sevilla, así como en otras ciudades de Europa, estudiantes rusos –muchos de ellos críticos con el régimen de Putin– han perdido la posibilidad de continuar sus estudios en el semestre que viene porque la Comisión Europea, la Asociación Europea de Universidades y la Crue española han decidido interrumpir la colaboración con algunas universidades rusas, especialmente con las que han firmado una carta de apoyo a la invasión. “Firmar” esta carta, por cierto, a menudo significa que un oficial del Ministerio de la Educación añade la “firma” del rector de la universidad a la lista sin su consentimiento. O a veces este consentimiento se obtiene bajo coacción. Sea como fuere, no creemos que los estudiantes tengan que responder por el posicionamiento político de la administración de sus universidades. Hay que decir que lo mismo está pasando a los científicos rusos involucrados en los proyectos colaborativos que se han suspendido por iniciativa de la Comisión Europea a nivel de la UE y de la Crue, la Cosce y la Facme en España.
En este contexto cabe decir que en Rusia varias universidades están expulsando a los estudiantes que en sus redes sociales o de otra manera se han manifestado contra la guerra. Ahora bien, a los estudiantes rusos que estudian en la UE –esos estudiantes que salen a reclamar paz en protestas solidarias con Ucrania y participan en las iniciativas humanitarias para los refugiados ucranianos– ¿realmente tenemos que enviarlos de vuelta a Rusia, donde sus universidades los expulsarán y el gobierno los perseguirá y juzgará por ser “traidores”?
Las sanciones han dificultado si no imposibilitado la salida de Rusia de todos aquellos disidentes que se han visto obligados a huir del país
Con esto queremos decir que las sanciones se aplican de manera indiscriminada a quienes tienen la mala suerte de ser ciudadanos de Rusia, apoyen a Putin o no. Por no hablar de los rusos que viven en Rusia y a causa de las sanciones no tienen acceso a los medicamentos que necesitan, a algunos productos y servicios imprescindibles, –desde pañales hasta los programas de Microsoft,– o a los medios de comunicación y redes sociales de Occidente.
Cabe mencionar que las sanciones han dificultado si no imposibilitado la salida de Rusia de todos aquellos disidentes que se han visto obligados a huir del país, ya sea por ser víctimas de persecución o por miedo al régimen y a sus posibles represalias. Sin la posibilidad de utilizar sus tarjetas bancarias en el extranjero, estas personas no disponen del dinero necesario para pagar el viaje y su vida fuera de Rusia. Además, las sanciones han hecho prácticamente imposible para muchos obtener un visado para entrar en la UE o comprar un billete de avión para salir de Rusia.
¿No será esta supuesta "rusofobia" un eco social de las indiscriminadas sanciones?
Y en cuanto a la “rusofobia” de la cual empezamos a escuchar rumores, que por suerte, muchas veces solo son rumores. La propaganda rusa, sin embargo, está encantada de retransmitirla para denunciar el “odio” a todo ruso en Occidente. Esta supuesta “rusofobia”, indiscriminada por definición, ¿no será en parte un eco social de las no menos indiscriminadas sanciones? Antes de que se produzca “rusofobia” de verdad, nos gustaría advertir de este peligro e insistir en que ahora es el momento de prevenirlo.
Al parecer, los ciudadanos rusos sí pueden tener alguna responsabilidad por lo que hace su Estado, ya que se supone que han elegido a este Gobierno. Pero no es así. Primero, muchos ciudadanos no apoyan a Putin y su partido. Las estadísticas muestran que en abril de 2021 solo 15 por ciento de moscovitas decían que votarían por el partido de Putin. Unos meses después, en octubre de 2021, a nivel nacional el 42 por ciento aseguraba no querer que Putin permaneciera en el poder. En las últimas encuestas conocidas un 54 por ciento estaba en contra de la guerra en Ucrania. Segundo, el Gobierno de Rusia no se elige por los ciudadanos. Las elecciones son un fraude. Tercero, los que sí apoyan a Putin no saben lo que hacen, ya que la propaganda rusa falsifica la realidad misma.
Los ciudadanos engañados cada vez tienen menos acceso a la información alternativa de fuentes independientes: el Gobierno ha cerrado o expulsado del país las últimas ONGs y los últimos medios de comunicación libres; ha introducido la censura militar y una nueva ley que incluye penas de 15 años de cárcel para los que publiquen noticias de guerra que no concuerden con la versión oficial de Kremlin. Según esta citada legislación, recordamos, en Ucrania no hay guerra –de hecho, la misma palabra “guerra” está prohibida– ni bombardeos rusos. Lo que hace Putin es “liberar” Ucrania de los “fascistas” que han “usurpado el poder” y perpetrado un “genocidio” contra la población rusoparlante.
Muchas de las sanciones son contraproducentes. Aumentan el rechazo social a Occidente
En estas condiciones nos parece que resulta totalmente injusto que las sanciones se extiendan a todos los ciudadanos. Además, muchas sanciones generales son contraproducentes. Uno de sus efectos es que la población de Rusia se vuelve aún más en contra de Occidente, no sin ayuda de la propaganda, que utiliza las sanciones para promover el odio hacia el “enemigo” que con éstas “quiere destruir la gran Rusia” y perjudicar a los rusos.
También es contraproducente la finalización de los programas de colaboración científica y universitaria. Porque justamente los estudiantes y científicos concernidos son las personas que, al acabar sus estudios o proyectos y al volver a su país, llevarán allí los valores europeos y un discurso distinto del hegemónico. Pero es precisamente a estos potenciales embajadores culturales de Europa son a quienes ahora no se les permite seguir estudiando o investigando aquí.
Tomemos el ejemplo de los medios de comunicacion y las redes sociales que se van de Rusia por iniciativa propia. ¿Acaso no consiguen arrebatar a los rusos las pocas fuentes de información alternativa que tenían y así facilitar la tarea de la propaganda? Por tanto, las sanciones deberían dirigirse solo a aquellos quien directa y activamente intervienen en la política.
Ayudadnos a luchar contra ellos en lugar de hacernos más débiles y nuestras vidas más difíciles
Aunque estamos de acuerdo que una parte de la responsabilidad directa o indirecta reside en cada uno de nosotros, creemos que la culpa tiene que ser proporcional a las posibilidades de cada persona de influir en lo que pasa. Esparciendo la culpa por toda la sociedad, se la quitamos a los responsables reales, los que dirigen el país y toman decisiones monstruosas. Así que, por favor, ayudadnos a luchar contra ellos en lugar de hacernos más débiles y nuestras vidas más difíciles.
Les rogamos que por favor consideren hacer lo siguiente:
- Introducir sanciones personales en lugar de generales.
- Investigar los esquemas de blanqueo de capitales y la procedencia del dinero con el que los oligarcas y los políticos rusos que apoyan a Putin compran sus propiedades en España.
- Confiscar sus yates, sus mansiones (como la de Sergei Chemezov en S'Agaró), su dinero y sus negocios. El dinero con el que compran todo esto es dinero robado al pueblo ruso.
- Para hacerlas más eficaces, replantear las sanciones personales. Ahora son incondicionales, es decir el que esté sujeto a ellas no puede hacer nada para evitarlas. Desposeído de sus propiedades y su dinero, se encontrará arrinconado y por tanto aún más dependiente de Putin en cuanto a su futuro. Para sobrevivir, tendrá que estrechar sus alianzas con el Kremlin. En cambio si las sanciones tuvieran una condición, concretamente la de poder recuperar lo confiscado, al menos en parte, y obtener asilo si uno abiertamente da su apoyo a la oposición y lleva a cabo una acción contra el régimen, en este caso las sanciones podrían producir un impacto más fuerte. Por ejemplo, a los portavoces de la propaganda de Kremlin se les podría exigir que confiesen públicamente que todo este tiempo estaban mintiendo. Si lo hicieran dos, tres o cuatro de ellos, tal vez los rusos empezarían a cuestionar la versión oficial de los eventos y confiar más en las fuentes independientes.
- Prohibir los canales de propaganda rusos como Russia Today y otros, sean en ruso o no, en todo territorio Español.
- No interrumpir la colaboración científica, universitaria y cultural con las instituciones rusas que no apoyan al régimen; y en el caso de concluir las relaciones con las instituciones que sí lo apoyan, proteger a los participantes de los programas afectados y ofrecerles otras posibilidades de continuar sus estudios o su trabajo.
- Reconocer que los rusos que ahora están huyendo del régimen también son refugiados.
- Ofrecer visados humanitarios a los refugiados rusos que están ahora atrapados en Armenia, Turquía, Georgia y otros países a través de las embajadas de España en estos territorios.
Russia Tomorrow es una asociación establecida en España que integran exiliados rusos en nuestro país.
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