Sería un concierto imposible. Ya no solamente porque una de las tres estrellas que hoy cumple años ya no está entre los vivos, sino porque la divergencia es enorme, siendo los tres personajes de éxito entre nosotros.
El 25 de marzo de 1942, en Memphis, nació la primera en venir al mundo de los tres. Había llegado al planeta Tierra la reina del Soul, Aretha Franklin. Esta hija de predicador tuvo que ver cómo su padre tenía relaciones con una chiquilla de su congregación religiosa. Fruto de ese pecado apareció en el mundo una hermanastra de la gran diva. Mientras, nuestra cantante tuvo un hijo con apenas doce años. Y fue de nuevo madre con catorce.
Para entonces la niña ya apuntaba maneras, y afortunadamente no fueron pocos los grandes del soul que vieron en ella una futura estrella, gracias a la gira de reconocimiento que le organizó su reverendo padre. Sin embargo, se escondía cuando aparecía su profesor de música. Prefería aprender el arte musical “de oído”, y así lo hizo. Nunca fue capaz de leer partituras. Nada más cumplir 16 años ya firmó su primer contrato discográfico y publicó el primero de sus 112 éxitos. Entre todos ellos encontramos piezas que se han convertido en clásicos, como Respect.
Además de ser este el nombre que se eligió para su reciente película biográfica, este tema no está exento de trama personal. Este himno del feminismo mundial cantado por una mujer con una carga vital como la suya, tiene su origen en una reivindicación masculina. La de todo un Otis Redding pidiendo respeto a su mujer, por aquello de que traía el dinero a casa. Por lo visto el cantante, al llegar a su hogar tras sus agotadoras giras, encontraba muy poco cariño por parte de su esposa. Y tuvo la genial idea de hacer de su petición, canción. Aretha la supo convertir en propia, y en una reivindicación con un tono completamente reivindicativo, tal y como la conocemos.
Alcohol, violencia y 18 premios Grammy podría ser un buen resumen de una vida que acabó por un cáncer de páncreas, y no por un accidente aéreo que hubiera justificado su miedo total a volar.
El que supo volar, sin duda, fue el hombre cohete, Rocket Man. El 25 de marzo de 1947 nacía Reginald Kenneth Dwight, que más tarde se convertiría en Sir Elton John. Poco más hay que añadir a lo que se cuenta en la taquillera biopic sobre ese artista que tuvo la refinada deferencia de repetir íntegramente una entrevista no grabada por accidente.
Quizá baste recordar que empezó a tocar el piano a los siete años, que empezó a llevar gafas sin necesitarlas y ahora tiene más de quinientas mil (censadas), y que cantó el single más vendido de todos los tiempos. Candle in the wind, en su versión de 1997 dedicada a Diana de Gales, consiguió vender 33 millones de unidades.
Y también un 25 de marzo, ya en 1982, vino al mundo en la localidad que le debe la fama, San Vicente de la Barquera, un artista que aunque no ha vendido tantos millones de discos como los otros dos, sí tiene en su haber cinco discos de platino, de una época en la que ya no se vendían tantos.
Sus admirados Pecos compusieron la canción con la que se estrenó con apenas doce años, en un acontecimiento familiar. La Tuna, tres años de solfeo, el conservatorio de canto y un intento de entrar en Lluvia de estrellas fueron el prólogo de lo que fue el mayor revulsivo de la música que sacudió España en el siglo XXI: OT. Con diecinueve años, consiguió ser el tercer ganador en la emisión de un concurso más vista en la Historia de nuestro país.
Apenas unos meses después de haber salido de su pueblecito cántabro, estaba en la isla de los Estefan codeándose con lo más florido de la música latina del mundo. Todo un shock del que hay que decir que ha resultado bastante indemne, en comparación con otros artistas que disfrutaron y también sufrieron el éxito repentino. Nadie puede decir que no sepa cantar.
Y ahora permitámonos una sonrisa al imaginar un concierto imposible de los tres artistas que hoy cumplen años. Y que no se ofenda nadie por las comparaciones, que es un ejercicio de ciencia ficción, aunque cosas más extrañas se han visto últimamente.
“Algo así quiero yo”, cantaría el cántabro.
“I’m Still Standing” (Sigo aguantando), respondería Elton.
“Ain't No Way” (No hay manera), sentenciaría la gran Aretha. Sin bises.
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