El panorama de la izquierda andaluza se acerca, de momento, a una catástrofe ante las próximas elecciones que el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno Bonilla parece que va a convocar antes del verano o, a más tardar, en octubre, aunque todos los actores políticos se preparan para concurrir en junio.
Ya se sabe que el PSOE-A tiene unas malas perspectivas electorales porque los sondeos le dan ahora mismo una pérdida de entre dos y tres escaños, de modo que podría quedarse en 30 diputados.
Su única esperanza, pero eso a todo tirar, es que los partidos a su izquierda lograran un excelente resultado de tal manera que pudieran sumar en el mejor de los casos nada menos que los 22 a 25 escaños que le faltarían al PSOE para sumar una mayoría absoluta que le permitieran recuperar el poder perdido en la más grande región de España.
Ni por lo más remoto esa posibilidad se va a dar.
Entre otras razones porque la izquierda andaluza, siguiendo una vieja tradición en nuestro país, está dividida y subdividida en tal cantidad de pequeñas, muchas veces mínimas, formaciones que ni aunque algunas de ellas logren, que ya se verá, concurrir unificadas a estas elecciones seguirán existiendo un número insoportablemente alto de otros partidos y partiditos cuya única aportación a la causa de la izquierda consistirá en privar de votos, y por lo tanto de escaños, a quienes de entre ellos logren obtener representación parlamentaria.
Para que se hagan una idea, estos son los partidos que ahora mismo existen en Andalucía a la izquierda del PSOE: Izquierda Unida, Podemos, Más País Andalucía, Partido Comunista de Andalucía, Verdes Equo Andalucía, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Andalucía Por Sí y Adelante Andalucía, que a su vez integra a Primavera Andaluza, Izquierda Andalucista, Defender Andalucía y Anticapitalistas. Algunos de estos partidos se han agrupado hace poco en Andaluces Levantaos.
¿Cómo pretenden tener representación parlamentaria con esta multiplicación de siglas? Y por si fuera poco, Más País, Equo e Izquierda Unida están intentando articular una lista única con la que concurrir a las elecciones pero resulta que cada uno propone un cabeza de lista diferente y en ésas siguen, intentando superar la enormes dificultades que al parecer se alzan frente a ellos.
Pero ahí no acaba la cosa. Resulta que tras el éxito de Teruel Existe, que consiguió un escaño en el Congreso de los Diputados y después del logrado por Soria ¡Ya!, que en las recientes elecciones autonómicas en Castilla y León obtuvo nada menos que el 42,5% de los votos en la provincia, superando por más de 10.000 votos al PSOE y por más de 8.000 votos al PP, la moda provincialista ha cundido.
Ahora, a la multitud de pequeñísimos partidos a la izquierda del PSOE-A se van a sumar Juntos por Granada, Por Huelva y Jaén Merece Más.
Todos estos partiditos, incluidos los provinciales, no tienen más que un efecto: debilitar al socialismo andaluz que ya anda muy tocado y que tiene además pendiente recibir la inminente sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso de los ERE.
Todos ellos compiten por el mismo espacio electoral y algunos de ellos tienen incluso la pretensión de que la voz propia de Andalucía, que consideran que debe de ser únicamente la suya, se escuche en Madrid ¡y en Bruselas!
El socialismo andaluz ya no tiene la fuerza que tuvo en el pasado
La conciencia de la propia dimensión debe de ser ajena a todas estas infinitesimales formaciones que, sin duda por una mínima e irrelevante diferencia de matiz arriba o abajo, creen que su opción tiene un atractivo y un apoyo popular de los que carece el pequeño partido que tienen al lado, tan pequeño como el suyo.
En este error ha caído tradicionalmente la izquierda española durante todos estos años, con una salvedad decisiva: el Partido Socialista Obrero Español que, bajo la dirección de Felipe González y la impecable actuación de Alfonso Guerra logró que una formación que en 1974, un año antes de morir Franco, tenía la ridícula cifra de 3.650 militantes, sumados los del interior y los del exilio, se fuera convirtiendo con los años en un partido amplio y poderoso a base de haber ido agrupando en torno a esas siglas a todos los grupúsculos que existían por toda España completamente descoordinados entre sí.
Éste es el único partido dentro del segmento de la izquierda que ha conseguido crecer y unificarse. Todos los demás, incluído el Partido Comunista, que acabó recorriendo el camino exactamente contrario al del PSOE se han atomizado más y más hasta llegar al ridículo, que es lo que están haciendo ahora estos partidos de ultraizquierda en Andalucía.
El socialismo andaluz no tiene ya la fuerza que tuvo en el pasado. Y con esos apoyos a su izquierda, que en lugar de sumar restan, no tiene ninguna posibilidad de aspirar a ganar las elecciones. Lo más que podrá hacer es contentarse si no pierde escaños. Claro que, con esa compañía, eso va inevitablemente a ocurrir.
Mientras tanto, Vox está recogiendo por todos los pueblos andaluces los cientos de miles de votos que durante décadas fueron del PSOE.
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