Nunca un gobierno español gastó tanto en tan poco. Mientras a los ciudadanos nos exprimen con el alza de precios de alimentos de primera necesidad, de energías básicas y sin reducir apenas un euro en impuestos, el Gobierno en plena recesión y con la mayor inflación de Europa gasta diariamente casi medio millón de euros en sus gastos ministeriales. La Intervención General del Estado ha encendido todas las alarmas por este derroche que bate todos los récords en democracia.
El presidente Aznar gastó de media 52.000 millones de euros al año, eran otros tiempos, Zapatero subió poco, a 72.000 millones y lo más que llegó fue a 110.000, incluso lo redujo a 92.000 cuando llegó la crisis. El gasto se disparó con Rajoy alcanzando los 144.000 millones de euros al año. Cuando parecía una cifra imbatible llegó Pedro Sánchez y con él ha sido una multiplicación constante: en 2019 gastó en ministerios 96.000 millones de euros, en 2020 casi el doble alcanzando los 165.000 millones, y el pasado 2021 superó de nuevo todas las previsiones, llegando a los 173.000 millones de euros.
Nuestro vecino Portugal no alcanza en gastos de su Gobierno los 100.000 millones de euros al año, con una tasa de paro del 5,8%, mientras que nosotros con un 12,6% de paro doblamos sus gastos. Además el gobierno portugués prohíbe a sus ministerios cualquier gasto sin el permiso previo de Finanzas. Aquí cada ministerio gasta lo que quiere, no sea que los socios de Gobierno nos dejen en minoría.
El Ministerio de Igualdad aumenta este año su presupuesto casi un 15% y supera los 500 millones de euros, cuando Irene Montero lleva seis meses sin aportar una sola propuesta a los Consejos de Ministros de los martes. El Ministerio de Consumo también ve aumentado este año su presupuesto un 21% mientras su titular Alberto Garzón lleva cinco meses sin propuestas en el mismo Consejo de Ministros. ¿Se premia la eficacia? Ni en un caso ni en otro, se paga la estabilidad de un gobierno en minoría, regando con dinero público chiringuitos y amigos.
La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado nos costó a todos los españoles 40.000 millones de euros, 12.000 millones se fueron al País Vasco y más de 25.000 millones a Cataluña.
A la economía española la desangran poco a poco los 1.252 asesores nombrados a dedo, los 620 millones para reformar, justo ahora, toda la flota de vehículos oficiales, el nombrar a un amigo “embajador del covid” y a otra amiga “embajadora feminista”, la desangra gastar para un solo día, el 8-M, 2,5 millones de euros en publicidad, y la desangra perdonar 2.150 millones de la deuda pendiente a Cuba o Venezuela, para que no se enfaden tus socios de gobierno.
El mejor ejemplo de lo que se está haciendo con el dinero público es un presupuesto publicado en el BOE el pasado 23 de noviembre, la acción aprobada lleva por nombre “Mujeres, café y clima: empoderamiento femenino para la resiliencia socioeconómica de la cadena de valor del café frente al cambio climático en Etiopía”. Esta acción del Ministerio de Exteriores consiguió una subvención de 1.118.000 euros de dinero público.
El problema reside en una creciente desafección de la vida real, la mayoría de los miembros de nuestro Gobierno son tecnócratas sin experiencia fuera del Estado, ha ocurrido siempre, siete de cada 10 ministros de los gobiernos de nuestra democracia nunca han trabajado en el sector privado. Nunca fueron autónomos, ni crearon una empresa, ni cobraron una nómina que no sea del sector público. Nunca se arruinaron en sus negocios y tuvieron que volverse a levantar. El presidente Sánchez lleva 23 años en el PSOE o siendo profesor de universidades públicas, la Ministra de Hacienda licenciada en cirugía, jamás ejerció su profesión porque se instaló en el Consejo de la Juventud en Andalucía y 40 años después sigue aferrada al sector público, igual que Calviño, Reyes Maroto o Teresa Ribera.
Quizá se han creído lo que dijo la ex vicepresidenta Carmen Calvo, “el dinero público no es de nadie”.
Nunca un gobierno español gastó tanto en tan poco. Mientras a los ciudadanos nos exprimen con el alza de precios de alimentos de primera necesidad, de energías básicas y sin reducir apenas un euro en impuestos, el Gobierno en plena recesión y con la mayor inflación de Europa gasta diariamente casi medio millón de euros en sus gastos ministeriales. La Intervención General del Estado ha encendido todas las alarmas por este derroche que bate todos los récords en democracia.
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