La Unión Europea ha respirado aliviada, más aliviada en todo caso que lo que debe estar en estos momentos el propio Emmanuel Macron que ha ganado las elecciones presidenciales pero ha visto como la diferencia entre él y su inmediata seguidora, Marine Le Pen se ha reducido exactamente a la mitad. Si en 2017 le separaban 32 puntos de la líder de la ultraderecha, en el día de ayer esa distancia ha quedado reducida a 17 puntos.
La UE esperaba los resultados de las elecciones francesas conteniendo la respiración porque una hipotética victoria de Marine Le Pen hubiera supuesto una auténtica bomba caída en el centro mismo de la Unión.
A la espera del resultado de las elecciones legislativas del mes de junio en Francia, a la que tanto Le Pen como el ultraizquierdista Jean-Luc Mélenchon convocaron desde anoche mismo a sus partidarios, Bruselas sabe que cuenta con el firme apoyo del presidente francés y que no tendrá que defenderse de los intentos de Le Pen, últimamente algo más disimulados pero en cualquier caso corrosivos, de desmontar desde dentro la Unión Europea tal y como la hemos conocido hasta hoy.
Así pues, con Macron en el Elíseo Francia seguirá siendo el pilar que, junto con Alemania, han hecho posible el nacimiento primero y el desarrollo después de esta comunidad de naciones que han aceptado ceder parte de su soberanía en favor del fortalecimiento de este ente supranacional, de modo que la legislación comunitaria se impone al ordenamiento jurídico de los países miembros en determinados aspectos, algo que tanto la señora Le Pen como los primeros ministros de Polonia y de Hungría quieren revertir.
Marine Le Pen suponía un riesgo cierto para la supervivencia de la Unión Europea y ese riesgo ha quedado conjurado
Francia seguirá siendo pues para los próximos cinco años el gran motor de esta Unión Europea que, de haber ganado la señora Le Pen, cuyas conexiones con la Rusia de Vladimir Putin han quedado sobradamente acreditadas, habría quedado disminuida desde el primer instante ,para empezar a desdibujarse hasta diluirse con el paso de los años. Una auténtica hecatombe que se ha podido evitar.
Lo que nos hubiera faltado en estos momentos en que Europa está seriamente amenazada en sus principios y en sus valores por el tirano ruso que está intentando destruir Ucrania como primer paso para seguir avanzando hacia el Oeste.
Marine Le Pen suponía en ese sentido un riesgo cierto para la supervivencia de la Unión Europea y ese riesgo ha quedado conjurado al menos para los próximos cinco años.
Ahora bien, la victoria de Macron no puede en modo alguno ocultar el hecho de que el partido de la ultraderecha ha subido más de ocho puntos según las primeras estimaciones de votos, lo que ha permitido a Le Pen calificar su derrota como “una espléndida victoria”.
Eso significa que hay un porcentaje creciente de población, mayoritariamente de rentas bajas, que se siente ignorada y preterida por la Francia acomodada e ilustrada que tan bien representa Macron.
La Francia que vota a Le Pen es la que se siente víctima de la globalización, de la desindustrialización, del olvido y que es presa de la indignación
Buena parte de la Francia que vota a Le Pen es la que se siente víctima de la globalización, de la desindustrialización, del olvido y que es presa de la indignación. En eso comparten los sentimientos de quienes han votado al ultraizquierdista Mèlenchon, sumado todo ello a la gigantesca abstención registrada (28%), la mayor de las producidas desde el año 1969.
Y, porque es consciente de lo que subyace bajo los votos de la candidatura perdedora, el presidente recién elegido anunció anoche en su discurso en el Campo de Marte que este nuevo mandato será diferente al que acaba de terminar, porque, como en su día dijo Felipe González en una situación parecida, “ha tomado nota, ha entendido el mensaje”.
Porque la realidad es que Macron no lo va a tener fácil en este segundo mandato. Las elecciones legislativas del mes de junio han sido calificadas anoche por los candidatos perdedores de “la tercera vuelta” de las presidenciales. Y en ellas se van a volcar desde hoy mismo con la intención de ganar en el mes de junio posiciones de ventaja en la Asamblea Nacional.
No es en absoluto imposible que Macron tenga que gobernar en cohabitación con un primer ministro perteneciente a las filas de Le Pen o quizá, pero eso parece menos probable, a las de Mèlenchon.
Por lo tanto, en este apunte rápido, hay que anotar que las posiciones de extrema derecha crecen imparables en Europa, lo cual amenaza a la existencia misma de esta Unión Europea que ha demostrado su fuerza y su cohesión en las pasadas dos crisis -la económica de 2008 y la pandémica de 2020-, que en estos momentos está aportando una ayuda considerable aunque no suficiente a Ucrania y que tiene pendientes dos decisiones fundamentales para su fortalecimiento como son la elaboración de una política de seguridad común y la puesta en marcha de un ejército europeo.
Con la victoria ahora de una líder de la ultraderecha francesa como Marine Le Pen, toda la fortaleza actual de la UE se habría venido abajo.
Celebremos pues el éxito de Emmanuel Macron pero no olvidemos que cinco años pasan muy pronto y que Macron no puede volver a presentarse.
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