La invasión rusa de Ucrania que comenzó el 24 de febrero replanteó la estrategia comunitaria energética. Los principales posicionamientos al respecto implicaban a tres países: Nigeria, Qatar y Argelia. Nigeria y Argelia por un lado, pues la trama de gasoductos que suben desde el golfo de Guinea hasta el Mediterráneo cruza ambos países. Y Qatar, quien ha empezado a negociar con la Unión Europea para provisionar de petróleo y gas todo el Este para paliar los efectos de cortar los vínculos energéticos con Rusia. En este marco ganaban influencia regional en Europa Polonia, quien a través de Orlen distribuiría petróleo y gas del Golfo Pérsico, y España, vía de entrada de uno de los gasoductos argelinos. 

Pero todo cambió cuando España anunció su cambio de posicionamiento sobre la cuestión del Sáhara Occidental. De moverse dentro de lo acordado por Naciones Unidas y las diferentes resoluciones, a defender el posicionamiento de Marruecos en el cual el Sáhara Occidental es una región más marroquí con cierta autonomía.

Este cambio se hizo de la peor manera posible, y en el peor momento posible, durante el viaje diplomático de Ramtane Lamamra, ministro de Relaciones Exteriores y de la Comunidad en el Exterior, en China. La primera respuesta que recibió España fue por parte de China, de manera crítica y contundente. Y con ello el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas días después se posicionó en el mismo sentido. 

Argelia, país que había perdido mucha influencia por las continuadas crisis políticas, la recuperaba de repente y salía más reforzado con el giro brusco de Moncloa sobre el Sáhara

Argelia, país que había perdido mucha influencia por las continuadas crisis políticas, la recuperaba de repente y salía más reforzado con el giro brusco de la Moncloa. No solamente esto provocó que se rescindiera el acuerdo gasístico con España, sino que además el gobierno de Argel cambió como socio preferencial España por Italia. Toda aquella influencia energética que podía haber tenido la península, desaparecía de un plumazo tras un encuentro del presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, con Mario Draghi. Europa seguiría teniendo gas, pero Argelia marcaba el como y con quien. 

Así pues en pocos días China cerraba un macroacuerdo comercial con Argelia de 7.000 millones de dólares para la extracción de fosfatos, y conseguía desmarcar a España de la estrategia energética comunitaria como castigo. Y recuperando viejas tradiciones, a pesar de la invasión rusa de Ucrania, las Fuerzas Armadas de Argelia han participado con las Fuerzas Armadas de Rusia en maniobras conjuntas cerca de la frontera con Marruecos. Estas acciones no han traído consigo ninguna consecuencia, ni advertencia. La neutralidad pronunciada a favor de Ucrania, mezclada con seguir en contacto con Rusia, captar inversiones chinas y seguir siendo una voz autorizada sobre la cuestión del Sahara Occidental, definirían la diplomacia argelina del mes de abril.

Esta semana el gobierno argelino advirtió al gobierno español que si aprovisionaba a terceros con el gas que haría llegar a España, haciendo referencia a Marruecos, cerrarían también el Medgas, el nombre del gaseoducto que une Argelia y España. Un asunto que expertos señalan como advertencia, pero no como amenaza real que ocurriera. 

Sobre las relaciones de Argelia con países de Oriente Próximo también son relevantes. La amistad con Arabia Saudí, Qatar, Siria, Turquía o Emiratos Árabes Unidos es cordial y con inversiones crecientes en el país. A pesar de estar en contra de la normalización de relaciones diplomáticas con Israel, mantiene vínculos con los países firmantes de los Acuerdos de Abraham. Un ejemplo de ello es el anuncio de una mejora de las comunicaciones entre Dubái y Argel con el establecimiento de nuevas conexiones aéreas. 

Durante muchos años el país norteafricano tendrá la sartén por el mango en la cuestión energética europea y marcará la agenda en los países del sur

Ahora tendremos noticias sobre el NMGP – Nigeria Morocco Gas Pipeline, el gaseoducto marítimo que rodeará la costa africana desde los pozos de Nigeria hasta Marruecos, y evitar así Argelia. Debemos ser conscientes que este proyecto no es a corto plazo, pues apuntan los datos que tardará unos veinticinco años en estar terminado. Si se termina, será en 2046 según los proyectos iniciales de 2016 y 2017. Así pues esta alternativa no servirá para paliar los efectos de la crisis ucraniana, ni tampoco suplirá al gas que proviene de Argelia. Y por tanto, durante muchos años el país norteafricano tendrá la sartén por el mango en la cuestión energética europea, y marcará la agenda de los países del sur. 

En conclusión, Argelia se encuentra en una posición de equilibrios. Mientras mantiene contactos en Defensa con Rusia, da su apoyo a la integridad ucraniana y ayuda a Europa. Mientras se desmarca de la posición de Estados Unidos y los Acuerdos de Abraham, establece mejores relaciones con los países que lo suscriben. A pesar de tener unas deterioradas relaciones diplomáticas con Francia, establece vínculos con Roma que es el principal aliado comunitario de Francia. Y a pesar de tener una influencia del ámbito regional escasa, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se valora más la posición argelina que la marroquí sobre el Sáhara Occidental. 


Guillem Pursals es politólogo, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.