Dos días después de declararse el inicio del conflicto el Ucrania, desde ACNUR lanzábamos un llamamiento de fondos para responder a la emergencia de refugiados y hablábamos de que podríamos ver pronto la friolera de 4 millones de personas refugiadas saliendo del país en caso de que la escalada de violencia continuara al ritmo con que se inició la ofensiva militar.
Algunos nos decían que inflábamos los números, pero casi un mes después, esa cifra se alcanzaba. La de Ucrania. Aunque apostamos por la paz y la seguridad, hoy ya hemos tenido que hacer una nueva estimación de esa cifra para poder estar preparados para todos los escenarios, uno de ellos sería que el número de los refugiados en este contexto dramático llegara casi a duplicarse.
Como organización humanitaria con más de 70 años de experiencia liderando la respuesta a emergencias de refugiados y desplazamiento forzoso, las previsiones no las hacemos lógicamente sacando la “bola de cristal”. Las estimamos en base al conocimiento del contexto de un país donde llevamos trabajando casi tres décadas y a las alertas que proporcionan muchos otros factores, incluyendo la violencia e inseguridad en la región del Donbás, al este de Ucrania, donde trabajábamos asistiendo a una población desplazada y debilitada por un conflicto previo que se prolongaba desde 2014.
Más de cinco millones de refugiados han huido ya de esta guerra. Algunos tratan de retornar para ver si sus casas siguen en pie o volver a abrazar a sus esposos, a sus hijos o a sus padres
Son análisis y posibles escenarios que valoramos junto con las autoridades de los países fronterizos para preparar planes de contingencia y tener los recursos necesarios para responder a las necesidades de las personas refugiadas.
Al momento de escribir este artículo, más de cinco millones de refugiados han huido ya de esta guerra. Algunas de estas personas tratan de retornar para ver si sus casas siguen en pie, para volver a abrazar a sus esposos, a sus hijos o a sus padres o para intentar recoger algunas pertenencias que no pudieron llevarse consigo cuando emprendieron el camino del exilio. En la mayoría de las situaciones no se trata de retornos de larga duración, sino más bien de movimientos pendulares, dada la situación de violencia que aún prevalece y muchas de ellas vuelven a buscar la seguridad en los países limítrofes.
Pero, más allá de los números, quisiera poner el énfasis en los perfiles y las necesidades de quienes huyen de la guerra en este momento de Ucrania. Más del 90% son mujeres niñas y niños, y algunos de ellos son menores no acompañados, pero observamos ahora que la vulnerabilidad y los riesgos a los que se han expuesto son mucho mayores. Estas personas cruzan las fronteras en peores condiciones, más deteriorados, con menos recursos, han estado expuestos más tiempo al horror de la guerra, han perdido seres queridos, han vivido situaciones de violencia sexual y de género y son más vulnerables a caer en redes de tráfico y trata de seres humanos que, desgraciadamente hacen negocio con la población más desesperada.
La mayoría de las personas que huyen de Ucrania son ucranianos, pero también hay nacionales de otros países que vivían en Ucrania antes de que estallara la guerra y que, por motivos de protección internacional, no pueden retornar a sus países de origen. Del mismo modo, estas personas necesitan que los Estados de acogida les otorguen algún tipo de protección y España, en particular, anunció públicamente su compromiso de concederles el estatuto de protección temporal, como a los ucranianos.
No podemos olvidar que los refugiados tienen los mismos derechos sea cual sea su nacionalidad, raza, religión, opinión política o estatus socioeconómico
Y si ejemplar ha sido la solidaridad y la celeridad de la respuesta de España ante esta crisis de refugiados, sin género de duda, no se puede dejar de remarcar que España ha sido y sigue siendo país de acogida para solicitantes de asilo procedentes de América Latina, de África, de Oriente Próximo o de Asia. Son personas que han salido huyendo de la persecución o de la violencia, de los conflictos y discriminaciones como consecuencias del cambio climático. Además de quienes llegan buscando asilo en este país, España ha participado en el esfuerzo de evacuación desde Afganistán, dando protección a personas afganas en España.
Tristemente, la guerra de Ucrania, su brutalidad y su magnitud, no ha paralizado otras guerras. Los conflictos activos antes del estallido del de Ucrania continúan y algunos incluso han empeorado por el impacto. No podemos olvidar que los refugiados tienen los mismos derechos sea cual sea su nacionalidad, raza, religión, opinión política o estatus socioeconómico.
España está registrando cifras récord en cuanto al número de peticiones de protección internacional desde 2018, se han puesto en marcha grandes reformas, pero el sistema de asilo tiene que adaptase a las nuevas circunstancias y necesita recursos adicionales.
El sistema de asilo en España tiene que adaptase a las nuevas circunstancias y necesita recursos adicionales
La respuesta unánime y plausible de los Estados de la Unión Europea ante la crisis de refugiados de Ucrania y el actual desarrollo Pacto Europeo sobre Migración y Asilo ofrecen una oportunidad extraordinaria para dimensionar y armonizar adecuadamente los sistemas de asilo que no se debe hacer esperar y nunca ha sido tan urgente como ahora. La gran implicación y el compromiso del sector privado y de la sociedad civil con los refugiados nos hace ver que ese cambio es esperado por todos.
La mano de ACNUR continuará tendida al Gobierno para abordar este importante reto y ofrecer protección sin discriminación a estas mujeres, hombres, niñas y niños de distintos orígenes; personas que tienen en común que nunca quisieron convertirse en refugiadas y que todas ellas esperan volver a sus países de origen y vivir en paz lo antes posible.
Sophie Muller es representante de ACNUR en España
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