No se han acabado las ferias en Andalucía, o es que toda la campaña va a ser una feria, larga y ambulante, como la del hombre de la tómbola, ésa de grandes naipes, hogazas y jamones, esa tómbola como para ogros que hay en todas las ferias. Juanma Moreno se pasea por la larga feria o campaña como un aguador, tranquilo y consolador, que parece un santo con cántaros. Teresa Rodríguez anima al mujerío a que se vista de flamenca “contra el fascismo”, no sé por qué, y sale en las redes vestida ella misma de flamenca, como si fuera una piel roja con pinturas y plumas de guerra. El “fascismo”, que de momento sólo es nacionalismo de torrezno más miedo, sigue también de flamenca con Olona, aunque otra clase. Teresa Rodríguez parece una flamenca de Morena clara y Olona parece una flamenca de televisor o de lámpara en esa tómbola de naipe. Yo creo que están todos recurriendo al costumbrismo político y a la guerra cascabelera mientras esperan qué pasa después de Podemos, que ha muerto horriblemente en esta feria como un caballo de picador.
El pobre Juan Espadas es el primer líder socialista andaluz que no hereda un gran imperio fluvial sino una derrota, como si hubiera heredado un videoclub
Podemos ya no existe, es una cosa que apenas mantienen en pie un par de ministerios minarete, que pregonan menstruos por pregonar algo, y unos cuantos influencers de bots. Después de Castilla y León, donde Podemos se quedó en uno que parecía encender un mechero en la oscuridad de su soledad, en Andalucía hemos visto estallar definitivamente a las izquierdas, pelearse las sectas, anularse las siglas como en ecuaciones, quedar en cachondeo y en gallera, en taifas y sopas de letras. El pobre Juan Espadas, el primer líder socialista andaluz que no hereda un gran imperio fluvial sino una derrota, como si hubiera heredado un videoclub, le decía a Yolanda Díaz, la Elegida, cuando se negociaba la confluencia, que “si no hay unidad de la izquierda nos vais a dar la patada a nosotros”. Se la pueden dar incluso a Sánchez, que estaba en grácil postura de curva praxiteliana apoyado en esa izquierda y ahora puede caer como un discóbolo con ciática.
El PSOE está sin muleta, Podemos sólo sobrevive en los medios pagados por sus mecenas, esos millonarios de jersey con pelotillas, y en la bolita nevada con casita y paisaje que Pablo Iglesias aún cree que es la realidad. El PSOE está sin muleta porque Yolanda Díaz ha sido bendecida por Sánchez pero ella no se lanza, y lo que queda, mientras decide tomar o apartar su cáliz, es como un interregno visigodo, una pelea de herederos, herejías y señores de castillos o de cabras, esta pelea que hemos visto en Andalucía, como una pelea de feriantes. Macarena Olona, que va como de una Mariana o Margarita de Austria gitana, con su bata o manto cayendo velazqueña y heráldicamente sobre la grupa de las yeguas, quiere tomar protagonismo, igual que Teresa Rodríguez, gitana de caracolillo y cestillo. Pero no se trata de la novedad de Vox, que no es ninguna novedad, ni de la rebeldía de Teresa, que tampoco lo es, sino de que una izquierda desguazada, desmembrada en sus miembros de Frankenstein, no le sirve al PSOE para nada. Y esta izquierda la hemos visto por primera vez por las ferias de Andalucía, cruda, fea y despeinada, como después de que le hagan la lechuga, en plan Jesulín de Ubrique.
El sarao es el de los otros, los que buscan el ideal andaluz vistiéndose de gitanillos como el fiscal de Morena clara al final (sí, otra vez)
En la campaña o feria tranquila de Moreno Bonilla, como la feria de un fiscal de Morena clara (de nuevo), el presidente andaluz parece que ni siquiera se va a meter en eso que llaman dar la batalla cultural con Vox, reverso de la batalla cultural de la izquierda. Yo creo que a Moreno no le hace falta, simplemente, mientras Vox y la izquierda no tienen otra cosa que ese folclorismo de la ideología, ése que a unas las convierte en gitanas de porcelana y a otras en gitanas de buenaventura. La batalla cultural la tendría que dar Feijóo, que ya no está gobernando una autonomía como un caserío, y que sí necesita un relato intelectual contra el plan de desmantelamiento o colectivización de la democracia que tienen los nacionalismos y la izquierda radical. Además, uno diría que semejantes guerras abstractas son un lujo en una Andalucía con demasiadas carencias concretas. Moreno Bonilla, quería decir, creo que por primera vez en su vida sabe dónde está, sin tener que buscar al tito Javier Arenas ni lagrimear ante el PSOE todopoderoso. Y no necesita montar el sarao, aunque el otro día se arrancara por sevillanas, un poco como si se arrancara un finlandés. El sarao es el de los otros, los que buscan el ideal andaluz vistiéndose de gitanillos como el fiscal de Morena clara al final (sí, otra vez), los que buscan otro ideal andaluz de pobre con jarras y cascabeles, los que aún andan lamentando la pérdida del imperio, o sea este PSOE austrohúngaro andaluz, y los que siguen pensando que Podemos aún pinta algo, con Pablo Iglesias de vuelta en los medios como si volviera la moda de Chikilicuatre.
En Andalucía sigue la feria, o sea sigue una campaña de purismos y revoleras, o de sosos de feria como Moreno Bonilla, mientras España espera a ver qué pasa en las urnas después de Podemos y antes de Yolanda Díaz, en este nuevo abismo de la izquierda sin cabeza. Lo espera España y lo espera Sánchez, que necesita no sólo una izquierda, sino otra izquierda. Sánchez, antes de convocar elecciones, se irá desprendiendo, miembro a miembro, de su querido Frankenstein, al que irá devolviendo, con pesada cojera, a las alcantarillas y a las morgues, como en algo de Poe. Luego, ese mismo espacio de ultratumba será llenado por el alegre espacio de Yolanda Díaz, que parece un sitio que ya tuviera alquilado, como una franquicia de vestiditos y pamelas. Pero eso, de momento, no se produce. Ahora, sólo nos queda mirar la feria, a ver cómo termina, mientras pensamos que no hay izquierda o no hay alternativa, que Podemos ya no existe y que Vox es como un trabuco lleno de bolitas de anís, de ésos de los puestos de juguetes y piñonates, o un gran garrote barnizado de las tómbolas de ogro.
No se han acabado las ferias en Andalucía, o es que toda la campaña va a ser una feria, larga y ambulante, como la del hombre de la tómbola, ésa de grandes naipes, hogazas y jamones, esa tómbola como para ogros que hay en todas las ferias. Juanma Moreno se pasea por la larga feria o campaña como un aguador, tranquilo y consolador, que parece un santo con cántaros. Teresa Rodríguez anima al mujerío a que se vista de flamenca “contra el fascismo”, no sé por qué, y sale en las redes vestida ella misma de flamenca, como si fuera una piel roja con pinturas y plumas de guerra. El “fascismo”, que de momento sólo es nacionalismo de torrezno más miedo, sigue también de flamenca con Olona, aunque otra clase. Teresa Rodríguez parece una flamenca de Morena clara y Olona parece una flamenca de televisor o de lámpara en esa tómbola de naipe. Yo creo que están todos recurriendo al costumbrismo político y a la guerra cascabelera mientras esperan qué pasa después de Podemos, que ha muerto horriblemente en esta feria como un caballo de picador.
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