No hace mucho y con una visión ciertamente pesimista, me hablaban del horror que era el mundo a nuestro alrededor. Me hablaban del lado oscuro del ser humano y de cómo no existía solución, no en vano la historia de la humanidad estaba llena de atrocidades. Para ilustrarlo, utilizaban registros literarios más o menos verídicos, pero si ejemplificantes: desde Abel y Caín en la Biblia a Lady Macbeth en Shakespeare.
Aunque de forma inherente a nuestra raza y a la convivencia, existe el drama y la maldad a nuestro alrededor, no siempre está presente a diario en nuestras vidas. El que aparezca con tanta asiduidad en el mundo literario y en las artes en general se debe a dos motivos: uno la necesidad de contar una historia interesante y fuera de la cotidianidad para que sirva de entretenimiento y otro ayudarnos a entender el mundo y las consecuencias de nuestros actos. Las historias que nos cuentan, buscan en muchas ocasiones, ejemplificar y moralizar acerca de nuestros comportamientos, persiguiendo hacer de este mundo un lugar mejor.
Puestos a que nos eduquen, ya sea en las artes o en otros centros de adoctrinamiento, uno de los mejores recursos de los que podemos disponer es devorar cine clásico, gracias al cual se democratizó la acumulación de experiencias y el entendimiento masivo del comportamiento humano sin necesidad de sufrir en carne propia.
Con el cine clásico, además de aprender recursos útiles para la vida y disponer de un manual del comportamiento humano de altísimo valor, se puede disfrutar de momentos de evasión y disfrute sin fin, amén de deleitarse con otros de gran belleza. Es sin lugar a dudas, un recurso que hace de nuestra vida algo mejor y además está al alcance de cualquiera.
Una de esas películas, especialmente recomendable es El Apartamento (Wilder, 1960), una comedia que gira alrededor de un triángulo amoroso
Una de esas películas, especialmente recomendable es El Apartamento (Wilder, 1960), una comedia que gira alrededor de un triángulo amoroso. Por un lado, un ambicioso empleado de una compañía de seguros (Jack Lemon) que presta su apartamento para las aventuras amorosas de sus superiores, esperando medrar a cambio. Por otro, una joven ascensorista (Shirley MacLaine) enamorada de un alto ejecutivo ya casado y de la misma compañía que no para de repetir: “Te prometo que la voy a dejar, mañana mismo hablo con ella”.
No les destripo el final si les digo que esto no llega a ocurrir nunca. El ejecutivo en cuestión termina quedándose con su mujer, es decir, un Mbappé en toda regla, pero con la principal diferencia y no menor, de que en este último caso, su mujer, es decir el PSG y sus aficionados, eran públicamente conocedores del affair con la otra.
Les aseguro que todo aficionado al cine clásico conocía el desenlace de este caso desde casi el minuto uno y podía prever el fiasco. Cuando alguien se quiere ir, ya sea porque no está a gusto en su actual trabajo o relación o bien porque le resulta sumamente más atractiva otra, procede a negociar con mayor o menor habilidad, pero siempre cierra capitulo lo más rápido posible. No juega con lo que realmente quiere durante tanto tiempo, a no ser que cualquier opción le venga bien, siempre y cuando, obtenga con ella el mayor rendimiento posible.
Un planteamiento muy práctico en términos económicos, pero excesivamente mundano. El talento sin pasión y sin un proyecto o un propósito al que estar vinculado realmente, se acaba diluyendo y malogrando, desperdiciándose así, la oportunidad de trascender y de hacer de tu vida algo diferencial.
Resulta inverosímil que una relación como ésta no le pase factura con su actual club, seguidores y marcas patrocinadoras, pero desde luego es lo mejor que le podía haber pasado al Real Madrid. Después de haber perdido la capacidad para controlar mejor su planificación deportiva y de un tremendo daño a su ego, ha tenido suerte y se encuentra libre para poder fichar mucho mejor.
Como en la película de la que hablábamos, la vida puede darse la vuelta para bien, el empleado se enamora de la ascensorista y tira por la borda, por amor y por principios, todo lo conseguido y al final Shirley McLaine, ficha acertadamente y se queda, adivinen: con Jack Lemon.
No hace mucho y con una visión ciertamente pesimista, me hablaban del horror que era el mundo a nuestro alrededor. Me hablaban del lado oscuro del ser humano y de cómo no existía solución, no en vano la historia de la humanidad estaba llena de atrocidades. Para ilustrarlo, utilizaban registros literarios más o menos verídicos, pero si ejemplificantes: desde Abel y Caín en la Biblia a Lady Macbeth en Shakespeare.
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