El pasado 21 de mayo, mientras un equipo de emergencia de la ONG española olVIDAdos se movía entre las ruinas de Dergachi, un pueblo al norte de la ciudad de Járkov y a 15 kilómetros de la frontera rusa, para distribuir medicinas y alimentos entre sus supervivientes, varias bombas estallaron a unos 100 metros de dónde estaban.
Habían ido hasta allí, acompañados por militares ucranianos, porque éstos les habían asegurado que esa zona estaba ya bajo su control y era segura. Se vio que no era así. La vicepresidenta de olVIDAdos, Olga San Martin, sufrió heridas leves al tirarse al suelo para protegerse y tuvo que ser atendida allí mismo por Teresa Blanco, una enfermera voluntaria de la ONG.
No fue esta la primera vez que estuvieron cerca del peligro
No fue esta la primera vez que estuvieron cerca del peligro. Unos días antes, en la misma Járkov, tuvieron que pasar 4 horas en un refugio a causa de las bombas. Y a mediados de abril, en Odesa, también tuvieron que esconderse por lo mismo. Incluso, al salir de Odesa, el puente por el que habían cruzado fue volado unas horas después.
olVIDAdos es una pequeña ONG, radicada en Madrid, que no recibe ninguna ayuda pública y sólo se financia con las donaciones de varios cientos de personas y algunas empresas privadas. Su experiencia en emergencias humanitarias empezó en el 2010, cuando el terremoto de Haití, y ha continuado en los campos de refugiados de Grecia, Bosnia y Turquía, junto a Siria.
Pero, no solo se dedica a la ayuda humanitaria internacional. De hecho, su actividad principal se centra en distribuir alimentos en barrios madrileños como el Pozo del Tío Raimundo, Orcasitas y Villaverde Alto, y en las ayudas que brinda a diario a cientos de niños, en forma de becas de comedor, atención psicológica etc...
Desde el 13 de marzo, varios equipos de voluntarios de la ONG han ido sucediéndose en Ucrania, coordinados sobre el terreno en todo momento por su vicepresidenta, Olga San Martín, en estrecho contacto con el resto de su dirección en Madrid.
En estos casi tres meses, 35 convoyes de olVIDAdos han recorrido en total 13.000 kilómetros por el interior de Ucrania para repartir 325.000 kilos de alimentos, medicinas y ropa, entre otros productos.
Por supuesto, la colaboración entusiasta de grupos de voluntarios en España como de rumanos y ucranianos sobre el terreno está siendo fundamental para poder organizar de forma eficaz la logística que hay detrás de estas cifras. Concretamente, es clave la colaboración de varios grupos de voluntarios rumanos.
La ayuda de los grupos locales resulta esencial
La ayuda de estos grupos locales está siendo esencial para ampliar la red de contactos con los que el equipo directivo de olVIDAdos había planificado esta operación desde Madrid. Porque, si ya es complicado recoger todo el material que aportan los donantes, seleccionar aquél que se justa más a las necesidades de las que se tenían noticias y después cargarlo en 13 camiones trailer para que lo transporten hasta la ciudad rumana de Arbore, cerca de la frontera ucraniana, donde nos han cedido un inmenso almacén; más complicado es cuando se trata de identificar con el máximo detalle quiénes necesitan qué en cada sitio de Ucrania, un país más extenso que España.
Sólo cuando disponemos de contactos adecuados les entregamos nuestro cargamento para que sean ellos los que, a continuación, se encarguen de llevarlo a las zonas de guerra. De este modo ganamos eficacia en el uso de nuestros recursos y tiempo para proseguir los repartos, reduciendo además los riesgos que corren nuestros voluntarios.
¿Quién atiende a todos esos millones de personas que siguen en Ucrnaia, pasando incluso mucha más necesidad?
Pero, a veces no hemos podido tener los contactos adecuados y, si veíamos que la necesidad era grande, decidíamos llevar directamente nuestro convoy a su destino final. De este modo hemos conseguido que, por ejemplo, lleguen a Járkov dos trailers con 24 toneladas cada uno.
Quizás alguien se pregunte por qué olVIDAdos decidió correr el riesgo de adentrarse en Ucrania para hacer entrega de su ayuda humanitaria, cuando podía dirigirse a Polonia y otros países vecinos donde también hay muchos refugiados ucranianos y no hay riesgo.
La respuesta es sencilla: según la ONU, de los 44 millones de personas que vivían en Ucrania antes de la invasión rusa, a finales de abril 5 millones se habían refugiado en los países vecinos y más de 7 millones se habían desplazado dentro del país, huyendo de las zonas de mayor peligro. Naturalmente, a eso había que sumar los millones de civiles que no han podido moverse de sus ciudades.
Porque, cuando una guerra empieza a ser olvidada y deja de ser noticia (y ésta lo está empezando a ser), ya no nos acordamos de ellos y los olvidados quedan desamparados
Al margen de cuáles sean las cifras reales ahora, es seguro que son muchos más los que se han tenido que quedar allí.
¿Quién atiende a todos esos millones de personas que siguen allí, pasando incluso mucha más necesidad?
Allí hay mucha gente, como tú y como yo, con los que incluso ahora podías estar tomando una cerveza en cualquier terraza, y que sin entender por qué se han visto cazados en esta guerra absurda. Sólo hay que ponerse un poco en su piel y caer en la cuenta de que un pequeño esfuerzo nuestro a ellos les puede cambiar la vida.
La clave, en el fondo, es que no les olvidemos. Porque, cuando una guerra empieza a ser olvidada y deja de ser noticia (y ésta lo está empezando a ser), ya no nos acordamos de ellos y los olvidados quedan desamparados. Por eso el nombre de nuestra ONG.
Isaac Salama es presidente de la ONG olVIDAdos
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