En febrero de 2019 Irene Lozano publicó una biografía de Pedro Sánchez que tituló Manual de Resistencia. La trayectoria política del presidente del Gobierno es la historia de un resistente, alguien que, por encima de todo, quiere prevalecer. Sin duda, aquel título refleja a la perfección la personalidad de Sánchez.
Hace ahora cuatro años prometió su cargo ante Felipe VI. Parece que ha pasado un siglo. Su ascenso al poder fue el fruto de una moción de censura que derribó sorprendentemente al Gobierno de Mariano Rajoy, que había sufrido el varapalo de la Audiencia Nacional que condenó al PP por la trama Gürtel.
Sánchez prometió convocar elecciones inmediatamente, pero no lo hizo hasta abril de 2019. El PSOE obtuvo 123 escaños, mientras que el PP se hundió hasta los 66 escaños. Sánchez trató de acordar un pacto con Albert Rivera, líder de Ciudadanos, pero este se negó. Entre ambos partidos sumaban 180 escaños.
La imposibilidad de gobernar en solitario y, sobre todo, la expectativa de aumentar su ventaja electoral, llevó a Sánchez a convocar nuevas elecciones en noviembre de 2019. El PSOE perdió 3 escaños, Ciudadanos se hundió, Podemos perdió peso y apareció un nuevo actor en la política española: Vox, con 52 escaños.
A pesar de sus promesas de no pactar con Podemos y los independentistas, en enero de 2020 Sánchez fue investido con sus votos y constituyó un Gobierno de coalición con la extrema izquierda, con Pablo Iglesias como vicepresidente.
Dos meses después se produjo la expansión de Covid en España.
En julio de 2020 Sánchez tuvo su primer éxito en Europa al conseguir para España el compromiso de trasferencia de 140.000 millones.
Sin embargo, en la política doméstica la polarización fue en aumento, en paralelo con las disputas internas dentro de su Gobierno.
En marzo de 2021, también de forma sorpresiva, Pablo Iglesias presentó su dimisión como vicepresidente para enfrentarse al "fascismo" de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid, que ganó la candidata del PP con gran holgura.
El presidente intentará mantenerse en el poder y hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Aunque sea a base de sacrificar principios y amistades. Es un resistente, para lo bueno y para lo malo.
La política de acercamiento a ERC -socio básico en el Congreso- llevó a Sánchez a aprobar en junio de 2021 el indulto a los presos del procés condenados por el Tribunal Supremo, lo que agudizó la polarización.
Un mes después llevó a cabo una crisis de Gobierno en la que fueron defenestrados personas tan relevantes como Carmen Calvo, José Luis Ábalos o su todopoderoso jefe de Gabinete, Iván Redondo. Una crisis para inexplicada y, para algunos, inexplicable.
Sánchez diseño un Gobierno sin pesos pesados, más presidencialista si cabe, pero, al mismo tiempo, incorporando a militantes socialistas con pedigrí, como Félix Bolaños. Yolanda Díaz asumió el papel de jefa de la facción de UP en el Gobierno. Todo, en tiempos de Sánchez, sucede a velocidad de vértigo.
En febrero de 2022 se produjo la salida forzada de Pablo Casado de la presidencia del PP. En poco más de dos años, habían desaparecido del primer plano de la escena política Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pablo Casado, sus contrincantes en 2018. Pero él sigue impertérrito en Moncloa.
En marzo, Sánchez cambió la posición española respecto al Sahara, también por sorpresa y sin explicaciones. Por último, en mayo pasado, Sánchez destituyó a la directora del CNI, Paz Esteban, para intentar congraciarse con ERC y la Generalitat, molestos al descubrirse que los móviles de algunos líderes independentistas habían sido espiados.
Cuatro años después de aquel 2 de junio de 2018 Sánchez sigue firme en Moncloa. Es verdad que afronta unas elecciones en Andalucía que van a suponer un duro revés para la izquierda, según apuntan las encuestas. Y también que tendrá que hacer frente a una crisis económica profunda, como ya apunta una inflación desbocada. También es cierto que en estos cuatro años, sobre todo en los dos últimos, se ha producido un deterioro sin precedentes de las instituciones; es decir, de la democracia.
Da igual. Sánchez intentará mantenerse en el poder y hará todo lo que esté en su mano para conseguirlo. Tiene la determinación y la sangre fría necesarias para ello. Aunque sea a base de sacrificar principios y amistades. Es un resistente... para lo bueno y para lo malo.
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