Tezanos ya no es Tezanos, el fraile de las cocinas con fideo de barba y sopa de cordoncillo, el horoscopista que se equivocaba siempre como un meteorólogo de los milagros, el matemático inverso de los universos dados la vuelta como sombreros de Minkowsky. Tezanos ya no es Tezanos, ese como san Cirilo del cirílico de Sánchez, de su alfabeto y sus números raros, volteados, reverberantes y crucíferos; ese gnomo de jardín de la Moncloa, protector y soso, entre hada y buscador de setas. Tezanos ya sólo dice lo mismo que cualquier encuesta, que no sé qué le ha pasado, si ha descubierto ahora la precedencia correcta de las operaciones aritméticas o la belleza de la verdad. El caso es que hasta Tezanos pone a Moreno Bonilla cerca de la mayoría absoluta, con lo que no sé si el barco se hunde y hasta los matemáticos huyen, como arquitectos del faraón, o es que su exactitud al equivocarse lo convierte en invocador del prodigio, de la movilización, de la remontada y de Juan Espadas, otro buscador de setas.
Tezanos ya no es Tezanos, ya no le salen encuestas como chistes matemáticos (se me ocurre uno: ¿Qué es un presidente complejo? Un presidente con partido real y política imaginaria), ni le sale su retrato (el de Sánchez) con el 6 y el 4. Tezanos ya no es Tezanos y uno se pregunta si será conversión, o pilas nuevas en su calculadora de ochos verdes y borrosos, o que ya no saben cómo motivar a la izquierda para que vaya a votar con alegría o siquiera con esperanza. Es decir, que en el fondo Tezanos ya no es Tezanos pero sigue siendo Tezanos, igual que Sánchez puede no ser Sánchez y seguir siendo Sánchez. Yo creo que Tezanos también es el sanchismo perfecto, resiliente, volteable, polisémico, difónico, paradójico, superpuesto, dual, pero en hojas de cálculo que parecen tablillas sumerias en vez de en discursos que parecen tangos quejumbrosos.
Hasta Tezanos nos dice que gana Moreno Bonilla, que suma más que toda la izquierda junta, o sea el PSOE más esa otra izquierda desmenuzada en guijarros y lozas de los andalucismos, las morerías y las muchas sectas obreristas (el obrero puede ser pobre y desgraciado en todo menos en la variedad de defensores que tiene, normalmente para que siga siendo pobre, que si no ya no los necesitaría como defensores). También nos dice Tezanos que sube Vox, con la cunera Macarena Olona, Macarena de Salobreña o Macarena de Graná, que es una manera cruel de decirnos que hasta una alicantina con la peineta trasplantada como un geranio tiene más tirón que Juan Espadas con su cosa de autobusero cansado. Pero a mí, la verdad, todo esto, más que hacerme pensar que el sanchismo y sus cocinas de convento estén aceptando ahora la realidad, la sopa aguada y la ciencia, me suena a provocación, a revulsivo, a que Tezanos mete el bastón de buscar setas en el ojo achampiñonado del votante de izquierdas.
A mí todo esto me suena a provocación, a revulsivo, a que Tezanos mete el bastón de buscar setas en el ojo achampiñonado del votante de izquierdas
Tezanos está dibujando el imperio de las derechas en Andalucía, que en los gráficos queda con forma de carriola, más por asustar que por acertar, cree uno. No sé si Tezanos estaba o estuvo en esa carpeta de Yolanda Díaz, esa carpeta transparente en la que se veían los planes y temas del Consejo de ministros un poco como se verían los poemas o las pegatinas de Backstreet Boys de una estudiante en la edad del pavo. Por la carpetita, igual que por un corazón de cartulina con ventanuco, se veía que el Gobierno iba a tratar como tema de Estado la desmovilización del electorado de izquierdas en Andalucía. Es decir, que, principalmente, vemos que el Gobierno está para ir resolviendo problemas electorales del PSOE y sus socios, vía presupuesto público (ya ven cómo consideran lo público). Y nos damos cuenta, claro, de que si del Consejo de ministros pueden salir 50 millones para empleo en Andalucía, con tanta naturalidad como sale una margarita con suspiro de la carpeta de la estudiante, pudo salir una encuesta de Tezanos como una chuleta de mates.
Tezanos ya no es Tezanos, si hace falta, como Sánchez ya no es Sánchez, si hace falta. Quizá la única manera de ayudar a ese Sánchez al que le va abandonando el desodorante de guapo, el de ligar en los ascensores, en la ruleta y en el cóctel (sí, los anuncios de desodorante parecen de unos Ferrero Rocher humanos); la única manera de ayudar también a ese Juan Espadas como a un compañero de coger setas (ah, esa viril amistad de los hombres que se aburren juntos); la única manera, en fin, al menos desde el CIS, es que Tezanos nos ponga a Moreno Bonilla en carroza de príncipe soso, a Vox como escolta a caballo con andaluza jaquetona, y a la izquierda castigada como Rocky. Si de las carpetas de nuestro querido líder, de nuestra izquierda republicana (lo público son ellos) y de nuestra hada madrina de color champán, que también tiene algo de buscadora de setas (su proceso de escucha parece eso), pueden salir rápidamente 50 pesados millones para equilibrar las elecciones, con más razón saldría un Tezanos desconocido, provocador, movilizador, rebuscador y, sobre todo, mucho más barato. No es ciencia, es sanchismo.
Tezanos ya no es Tezanos, el fraile de las cocinas con fideo de barba y sopa de cordoncillo, el horoscopista que se equivocaba siempre como un meteorólogo de los milagros, el matemático inverso de los universos dados la vuelta como sombreros de Minkowsky. Tezanos ya no es Tezanos, ese como san Cirilo del cirílico de Sánchez, de su alfabeto y sus números raros, volteados, reverberantes y crucíferos; ese gnomo de jardín de la Moncloa, protector y soso, entre hada y buscador de setas. Tezanos ya sólo dice lo mismo que cualquier encuesta, que no sé qué le ha pasado, si ha descubierto ahora la precedencia correcta de las operaciones aritméticas o la belleza de la verdad. El caso es que hasta Tezanos pone a Moreno Bonilla cerca de la mayoría absoluta, con lo que no sé si el barco se hunde y hasta los matemáticos huyen, como arquitectos del faraón, o es que su exactitud al equivocarse lo convierte en invocador del prodigio, de la movilización, de la remontada y de Juan Espadas, otro buscador de setas.
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