“Cuarenta y siete años de conflicto deberían ser suficientes para entender que tenemos que mover nuestras posiciones». Esta ha sido la explicación más contundente que ha salido de la boca del presidente del Gobierno ayer cuando, forzado por el PP, se vio obligado a comparecer ante la Cámara para explicar distintos aspectos de nuestra maltrecha política exterior y tuvo que mencionar el caso de nuestras relaciones con Marruecos.
Y con esa frase absurda, que viene a querer decir que el tener o no una posición política legalmente respetable tiene relación con el número de años que esa posición se mantenga y si son muchos años va a ser que no tenemos razón pero si son pocos resulta que sí la teníamos, Pedro Sánchez dio por bueno uno de los más radicales giros, si no el más, de la política exterior de la historia contemporánea de España.
Pero con esa frase lo que hacía también era reconocer por primera vez que, efectivamente, nuestro país había cambiado de posición aunque toda su intervención estuviera envuelta en las menciones a las resoluciones de las Naciones Unidas.
Son muchísimas las incógnitas que rodean el modo clandestino con el que Sánchez envió aquella carta mal redactada
Son muchísimas las incógnitas que siguen rodeando el modo clandestino con el que Pedro Sánchez envió aquella carta mal redactada, traducida del francés, donde ni siquiera figuraba adecuadamente el nombre del ministerio español de Asuntos Exteriores.
Ayer fue Aitor Esteban, el portavoz del PNV, quien puso el dedo en la llaga al presentar el cambio respecto del Sáhara como el fruto de un chantaje de Marruecos y lo relacionó con el espionaje del programa Pegasus al móvil del presidente y de su ministra de Defensa.
Eso se acabará sabiendo. Más tarde o más temprano tendremos información veraz sobre ese giro, que no responde únicamente a presiones de Estados Unidos sino a algo más y más grave habido cuenta de la muy anómala medida en que se sucedieron los hechos.
Lo único que España ha logrado es que la inmigración procedente de Marruecos se haya detenido
Pero la realidad, a los dos meses largos de aquella mayúscula sorpresa cuando tuvimos noticia, no por el Gobierno sino por la casa real marroquí de que España aceptaba como la solución “más seria y realista” el plan autonomista que propone Marruecos para el Sáhara Occidental es que lo único que España ha logrado es que la inmigración procedente de Marruecos se haya detenido.
Por no tener, no tenemos ni siquiera abierta plenamente la aduana de Melilla ni se tienen noticias de la creación de una nueva aduana en Ceuta, que se suponía que iba a ser una de las consecuencias más inmediatas de ese nuevo marco de relaciones con Marruecos. La reunión celebrada anteayer en Madrid para tratar el asunto de la reapertura de fronteras no llegó a ningún acuerdo.
El presidente del Gobierno aseguró ayer ante la Cámara, para pasmo de muchos, que la soberanía española sobre Ceuta y Melilla “está fuera de toda duda”. Ah, pues muy bien, qué tranquilos nos quedamos. No faltaba más que ni siquiera eso estuviera a salvo. Pero si ni siquiera España ha defendido nunca la opción, largamente solicitada por Ceuta, de que ambas ciudades autónomas formen parte del espacio Shengen, con eso está dicho todo.
Marruecos ha abierto la mano un poco cuando nuestro presidente se ha puesto personalmente de rodillas ante Mohamed VI
Dijo también que se iría normalizando el paso de personas y mercancías pero que la cosa será “gradual”. Es decir, que volveremos “gradualmente” a estar como antes de que Marruecos nos pusiera una mano al cuello, mano que sólo ha abierto ahora un poco, un poquito, cuando nuestro presidente se ha puesto personalmente de rodillas ante Mohamed VI.
Y mientras tanto, es Argelia la que empieza a mandarnos inmigrantes. Ayer llegaron a las costas baleares más de 100 personas de nacionalidad argelina a bordo de seis cayucos.
Eso ya lo habían advertido los guardias civiles que trabajan en la frontera de Ceuta y Melilla: si no llegan desde Marruecos, llegarán desde Argelia. Dicho y hecho. Y esto no ha hecho más que empezar porque el gobierno argelino está definitivamente indignado con el movimiento personal de Pedro Sánchez que ha comprometido a España del modo que lo ha hecho.
E, independientemente de que Argel no vaya a cortar el suministro del gas ya comprometido con España porque no le interesa a su gobierno tener una imagen internacional de país “no fiable”, harán todo lo que puedan para dañar los intereses de España en su país.
Resultó ridículo escuchar al portavoz socialista en el Congreso afirmar que existía un vínculo estrecho con Argelia
Por eso resultó ridículo escuchar al portavoz socialista en el Congreso, Héctor Gómez afirmar que existía un “vínculo estrecho y una colaboración extraordinaria” entre España y Argelia.
Pocas horas más tarde, Argelia anunciaba la “suspensión inmediata” del Tratado de Amistad y Cooperación con España que tenía 20 años ya de existencia. Era la repuesta a la intervención de esta mañana de Pedro Sánchez en el Congreso.
Y no sólo eso: el gobierno argelino ha “recomendado” a las industrias del país que procuren no importar nada procedente de España. Esa “recomendación” va a ser seguida a pies juntillas por la red empresarial del país que ya ha suspendido prácticamente la importación de carne española.
Y ahora, diga lo que diga nuestro Gobierno, estamos reduciendo a marchas forzadas la importación de gas argelino que ya solo supone el 29% del total de las compras mensuales. Hasta hace poco más de un año suponía más del 60%.
El Gobierno sabe perfectamente las consecuencias del error cometido. Ahora compramos gas a los Estados Unidos
Es decir, que sabe el Gobierno perfectamente las consecuencias del error cometido. Ahora compramos gas a los Estados Unidos, que ha aumentado en un solo mes sus exportaciones a nuestro país un 391,7%. Pero, eso sí, el gas norteamericano es hasta un 50% más caro a causa de sus distintos procesos de tratamiento.
Las fuentes oficiales argelinas justifican estas decisiones, incluida el no regreso de su embajador, que lleva ausente de España desde marzo, a lo que consideran “una violación de sus obligaciones legales, morales y políticas como poder administrativo del territorio [saharaui] que pesan sobre el Reino de España". Para Argelia, el cambio radical de la posición histórica de España en relación con su ex colonia es "injustificable".
Nada de esto era necesario. Bastaba con que España hubiera mantenido el difícil equilibrio de años sin pretender emular a Estados Unidos o Alemania
Nada de esto era necesario. Bastaba con que España hubiera mantenido el muy difícil equilibrio de años entre sus responsabilidades como potencia administradora del Sáhara occidental sin pretender emular a Estados Unidos y mucho menos a Francia y a Alemania. Nuestro papel no es el mismo, no era el mismo.
Y el equilibrio era obligado, era lo que llevábamos haciendo esos 47 años que a Sánchez le han parecido demasiados para seguir manteniendo la posición.
Y ahora no tenemos ni una cosa, ni una cesión sustancial por parte de Marruecos, ni la otra, en lo que era una excelente relación comercial y diplomática y ahora es ya una pérdida definitiva de nuestros viejos lazos con Argelia. Mientras tanto, por el camino hemos perdido la dignidad. Vaya negocio.
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