La cumbre de la OTAN celebrada en Madrid ha sido la más importante desde hace tres décadas, desde la desintegración del Imperio Soviético en 1989-1991. La OTAN ha aprovechado la cumbre para aclarar sus objetivos finales en la guerra de Ucrania, que hasta ahora han sido ambivalentes. Ese objetivo sólo puede ser derrotar al régimen del presidente Vladimir Putin, lo que llevaría a un cambio de régimen en Rusia.
Esta es la primera cumbre de la OTAN que tiene lugar sin las ilusiones que han plagado las políticas occidentales hacia Rusia. La invasión ilegal de Ucrania por parte de Putin y sus horribles crímenes de guerra han creado una ruptura irreversible entre Rusia y Occidente. La mayoría de los europeos y norteamericanos han perdido sus ilusiones de integrar a Rusia en Occidente y ya no creen que Rusia sea un socio fiable. Muchos piden ahora que se rompan los lazos económicos, culturales e incluso diplomáticos con Rusia.
Al aclarar sus objetivos en la guerra de Ucrania, la OTAN debe entender que el compromiso es entendido por los nacionalistas soviéticos y rusos, entre ellos Putin, como una sucia palabra anglosajona. La mentalidad de la KGB de Putin sólo entiende la capitulación y la sumisión al zar. En el mundo de Putin sólo hay súbditos y siervos, no ciudadanos. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, explicó que la guerra terminaría hoy si los ucranianos "deponen las armas, se da la orden de que los militares ucranianos depongan las armas y se cumplen las condiciones de la Federación Rusa".
Una Ucrania controlada por Rusia representaría una amenaza existencial para Europa y la democracia occidental
El cumplimiento por parte de Ucrania de las exigencias rusas de capitulación amenazaría a Europa y a la OTAN de dos maneras. La primera sería que la anexión de Ucrania por parte de Rusia crearía un segundo satélite ruso en la frontera de la OTAN y la UE, junto a Bielorrusia, pero que es cinco veces mayor en población y territorio.
Bielorrusia creó una crisis artificial de migrantes el pasado invierno que provocó tensiones en las relaciones con Polonia y Lituania. El autoproclamado Presidente Alexander Lukashenko ha permitido que se utilice el territorio de su país para disparar misiles contra objetivos civiles ucranianos. Y Rusia está planeando instalar misiles nucleares en Bielorrusia.
Si la Ucrania ocupada por Rusia empezara a actuar como la Bielorrusia de Lukashenko, provocaría un enorme deterioro de la seguridad europea, especialmente para los países con los que limita, como Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía. Una Ucrania controlada por Rusia representaría una amenaza existencial para Europa y la democracia occidental.
La segunda sería que una derrota rusa de Ucrania provocaría un genocidio de una escala que no se ha visto desde las masacres de Srebrenica de 1995 contra los musulmanes bosnios a manos de los nacionalistas serbios. La guerra en Ucrania podría reducir el tamaño de la población ucraniana hasta en un tercio. La guerra ya ha provocado la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, con 12 millones de desplazados internos que huyen al extranjero.
La llamada desnazificación de Putin no tiene nada que ver con la lucha contra los nazis en un país dirigido por el presidente judío-ucraniano Volodimir Zelenski y todo tiene que ver con borrar a Ucrania del mapa de Europa. Más de 1.000 ucranianos fueron torturados y ejecutados, y 500 mujeres y niños violados cuando las fuerzas rusas ocuparon la región de Kiev. Más de un millón han sido limpiados étnicamente, enviándolos hacia Rusia, desde la ocupada Mariupol, donde se estima que murieron 50.000 civiles.
El escenario de una ocupación total
Si Rusia ocupara Ucrania y llevara a cabo tales atrocidades a gran escala en todo el país, habría indignación en Europa pero, a diferencia de lo ocurrido en Kosovo a finales de los años 90, no habría intervención de la OTAN. En cambio, los valores democráticos occidentales se mostrarían vacíos al ver que el lema "¡Nunca más!" es un mito. El genocidio ruso en Ucrania generaría cinismo y desconfianza en las instituciones democráticas occidentales.
Por lo tanto, los líderes de la OTAN deben fijarse el objetivo de apoyar la debacle militar de Rusia y la derrota política de Putin en Ucrania y proporcionar al presidente Zelenski todo lo necesario para lograrlo. Es imposible negociar con terroristas sentados en el Kremlin que sólo entienden de fuerza y que ridiculizan el compromiso.
Los cinco pasos de los aliados
Hacia el objetivo de la derrota de Rusia, los miembros de la OTAN deben emprender cinco pasos. En primer lugar, aumentar y acelerar las promesas existentes de equipos militares pesados que puedan contrarrestar la ventaja de Rusia en artillería.
Las amenazas del Kremlin a Ucrania y a la seguridad de Europa sólo llegarán a su fin cuando Putin sea degradado a la papelera de la historia
En segundo lugar, proporcionar a Ucrania equipos militares antimisiles y antiaéreos para acabar con el terrorismo ruso contra los civiles ucranianos, como en el criminal ataque con misiles del lunes contra el supermercado de Kremenchuh que ha matado a más de 20 civiles inocentes.
En tercer lugar, aumentar la cooperación de la OTAN en el ámbito del intercambio de información que proporcione a Ucrania los medios para atacar y destruir los centros de mando y control rusos. Rusia ya ha perdido 15 generales en la guerra de Ucrania.
En cuarto lugar, la OTAN debe proporcionar apoyo y entrenamiento encubierto a las fuerzas especiales ucranianas que realizan operaciones contra objetivos militares rusos en el Mar Negro y la Federación Rusa.
Por último, los miembros de la OTAN deberían organizar una flotilla de barcos con bandera de la ONU para romper el bloqueo ruso a las exportaciones de grano de Ucrania. El bloqueo ilegal de Rusia amenaza con la hambruna para millones de personas y la inestabilidad política en Oriente Próximo y África, lo que provocará otra oleada de refugiados que huyen hacia Europa.
La cumbre de la OTAN en Madrid demuestra que Occidente está unido; es fuerte; y apoya plenamente a Ucrania en su victoria sobre el despotismo euroasiático. Las amenazas del Kremlin a Ucrania y a la seguridad de Europa sólo llegarán a su fin cuando Putin sea degradado a la papelera de la historia.
Taras Kuzio, de nacionalidad ucraniana, es investigador asociado de la Henry Jackson Society y profesor del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Kiev Mohyla Academy. Es, además, autor de Ukraine: Democratisation, Corruption and the New Russian Imperialism o Ukraine-Crimea-Russia: Triangle of Conflict, Soviet and Post-Soviet Politics and Society series, entre otros títulos.
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