“El ataque de Putin no quedará impune. Las sanciones seguirán hasta que Putin salga de Ucrania”, ha dicho Pedro Sánchez en las últimas semanas, elevando el tono para desmarcarse de sus socios de Gobierno. Mientras tanto multiplicaba la compra de gas a Rusia por cuatro respecto a junio del año pasado. En el reciente debate sobre el estado de la nación, nombró a Putin en una decena de ocasiones para señalarle como culpable de todos lo males económicos de nuestro país. Dijo el presidente: “Vamos a seguir castigando a Putin para que este conflicto acabe cuanto antes”. Y durante la hora y veinte minutos que duró su discurso, abonó a Putin 1,4 millones de euros por la compra de gas ruso para España. Así es la política cuando se improvisan medidas y se tiene silenciada y anestesiada a buena parte de la opinión pública que ni siquiera conoce en profundidad la noticia.
La Comisión Europea busca el consenso para que sus 27 miembros reduzcan el consumo de gas de Rusia como ha hecho Alemania, el más dependiente de todos ellos y que ya ha reducido de un 35% a un 12% su compra de gas a Putin. Todos los países europeos están reduciendo la compra de energías a Rusia, en el caso del petróleo casi se ha eliminado su compra por completo, y mientras tanto nuestro país este pasado mes de junio compró un 58% menos de gas a Argelia, que se ofrecía a un precio relativamente barato frente al mercado internacional, y pagó 18 millones más de euros diarios a Putin por el gas ruso, hasta alcanzar el 24,4% del total del suministro a nuestro país. Este junio le pagamos un cheque a Putin por valor de algo más de 756 millones de euros, 25 millones diarios que se habrá gastado en armas contra Ucrania que llevan nuestro sello nacional. Se le abonan esas cifras millonarias a una cuenta del Banco ruso Gazprombank, el tercer mayor Banco del país, que recibe los millones en euros y los convierte en rublos para seguir financiando la guerra contra Ucrania.
España tenía a Argelia como segundo suministrador de gas después de Estados Unidos, pero ahora está en tercer lugar en favor de Rusia, que pasa a ser nuestro segundo cliente preferente. Es la consecuencia de aliarse con Marruecos y regalarles el Sáhara sin que los ciudadanos sepamos a cambio de qué ha dinamitado nuestras relaciones con Argelia.
Este pasado junio nuestras centrales eléctricas aumentaron su consumo de gas un 80%, la energía eólica no llegó ni al 16% para cubrir las necesidades energéticas y además somos tan amigos de Macron que aumentamos nuestras exportaciones de gas a Francia después de que Rusia cortara el suministro al país galo a través del gaseoducto.
Este Gobierno es el de las apariencias, no el de los hechos, por eso Pedro Sánchez visitó personalmente a Zelenski en Ucrania el pasado 21 de abril y el presidente ucraniano le pidió que no comprara gas ruso y que prohibiera las compras de esta energía que hacen las empresas gasistas españolas. Sánchez le prometió que aumentaría las sanciones contra Rusia y se marchó del lugar tras la pertinente foto oficial, que era su objetivo prioritario. A su llegada a España su discurso se dirigió contra la que califica como ultraderecha española afirmando que “los enemigos de Europa no están en el Kremlin sino en partidos como Vox”. Al mes siguiente, el pasado mayo aumentó la compra de gas ruso un 52%. Me gustaría saber qué pensó Zelenski cuando descubrió que le había engañado. Decía en una entrevista la ex diputada Rosa Díez que si Sánchez ve que Putin va a ganar la guerra será el primero en dar la espalda a Zelenski y llamar a Putin para cerrar alianzas. Así es nuestro presidente del Gobierno, pero a estas alturas ya le conocemos, no engaña a nadie, y quienes negocian acuerdos con él, cierran pactos de gobierno o le apoyan en votaciones decisivas en el Congreso, saben que van a ser traicionados en cuanto le dejen de ser útiles para sus propósitos. Es cierto que votamos al peor presidente en el peor momento.
“El ataque de Putin no quedará impune. Las sanciones seguirán hasta que Putin salga de Ucrania”, ha dicho Pedro Sánchez en las últimas semanas, elevando el tono para desmarcarse de sus socios de Gobierno. Mientras tanto multiplicaba la compra de gas a Rusia por cuatro respecto a junio del año pasado. En el reciente debate sobre el estado de la nación, nombró a Putin en una decena de ocasiones para señalarle como culpable de todos lo males económicos de nuestro país. Dijo el presidente: “Vamos a seguir castigando a Putin para que este conflicto acabe cuanto antes”. Y durante la hora y veinte minutos que duró su discurso, abonó a Putin 1,4 millones de euros por la compra de gas ruso para España. Así es la política cuando se improvisan medidas y se tiene silenciada y anestesiada a buena parte de la opinión pública que ni siquiera conoce en profundidad la noticia.
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