Esta ha sido la semana del adiós de Mario Draghi a la política. Un hombre que lo había conseguido todo en el plano profesional, economista de éxito y gestor extraordinario, que estaba destinado a pasar a la historia como el presidente del BCE que salvó al euro. Draghi no ha podido más y ha arrojado la toalla, tumbado por los populistas de la ultra derecha y la extrema izquierda.

Sucedió el pasado miércoles 20 de julio, jornada marcada en la agenda parlamentaria italiana para votar una moción de confianza en la Cámara de la que dependía el futuro del gobierno de unidad nacional, tras la espantada de los integrantes del Movimiento 5 Estrellas, liderado por Giuseppe Conte. Ni este último, ni Salvini ni Berlusconi y mucho menos la ultraderechista Giorgia Meloni tenían mayor interés en lo que pudiera decir Draghi porque ya tenían perfectamente planeado retirarle su apoyo y dejarlo caer. El único que ha parecido creer en él hasta el final ha sido Sergio Mattarella, presidente de la República Italiana, que rechazó su dimisión en primera instancia, consciente de que la crisis política e institucional que vive el país transalpino, con tres gobiernos distintos desde 2018, no podía permitirse otro nuevo callejón sin salida.

Draghi ganó la moción en la Cámara Alta, pero fue una victoria pírrica: ni el Movimiento 5 Estrellas, ni la Forza Italia de Berlusconi, ni la Liga de Salvini lo apoyaron. De los 320 escaños de la Cámara Alta, 95 apoyaron al tecnócrata y 38 le retiraron su confianza. Draghi, en la práctica, había perdido la mayoría para gobernar, y aunque aún le restaba pasar por la Cámara de Diputados, su suerte estaba echada y el pasado jueves 21 volvió al Quirinale para dimitir, esta vez de forma irrevocable.

La clave de este desastre hay que buscarla en la izquierda transalpina. Una izquierda cada día más desunida y fragmentada en el Movimento 5 Estrellas. Italia se ha convertido en una especia de ‘churrería gubernativa’; en 28 años ha habido 19 gobiernos y diez primeros ministros, y si nos remontamos a 1946, cuando se votó en referéndum la opción republicana, ha habido 67 gobiernos. Poco más de un año y medio, como media, para cada uno de los sucesivos ejecutivos… un auténtico desastre que dibuja una situación patética. Aunque suene en exceso tajante es completamente evidente que, tanto 5 Estrellas como Fratelli d’Italia, socios de Mario Draghi, han obrado con un enorme egoísmo.

Giorgia Meloni, líder de un partido claramente neofascista se ve ya como líder, por encima de Salvini y de cualquier otro oponente

Giorgia Meloni, líder de un partido, Fratelli d’ Italia, claramente neofascista, se ve ya como líder, por encima de Salvini y de cualquier otro oponente. En la cabeza de Meloni, admiradora confesa de Benito Mussolini, anida sin duda una idea de legitimidad que, partiendo de una premisa correcta, tiene un recorrido inquietante: Meloni ostenta un 30% del voto estimado frente a un primer ministro que no ha sido elegido por los ciudadanos.

La estrella emergente de la política italiana ha aprovechado la extrema debilidad de un Draghi maniatado, sin apoyo alguno, y que en los últimos días se ha limitado a prestar sus últimos servicios al Estado viajando a Argelia para cerrar un estratégico contrato de gas que Italia -y Europa- necesitan como agua de mayo.

Los triunfadores no solo están en el interior de Italia, sino también fuera de sus fronteras, y si hay uno al que debe destacarse con toda claridad, ese es Vladimir Putin

La extrema derecha italiana, muy cercana a Putin, ha prestado en cambio un enorme servicio al sátrapa ruso y no es extraño que en los últimos días hayan circulado de nuevo informaciones, para que muy fundadas, acerca de las posibles inyecciones de dinero ruso a las arcas de los ultras. Es completamente lógico si tenemos en cuenta que estos han vertebrado su programa en torno a un discurso antieuropeísta y nacionalista destinado a conquistar el corazón y el voto de los más desfavorecidos por la crisis que padece Italia, al igual que el resto del orbe, desde el inicio de la pandemia, y que amenaza con recrudecerse de cara al inminente otoño.

Los triunfadores no solo están, por lo tanto, en el interior de Italia, sino también fuera de sus fronteras, y si hay uno al que debe destacarse con toda claridad, ese es Vladimir Putin. Rusia ha financiado a la Liga Norte y no en vano Bossi fue a la cárcel por embolsarse de forma personal dinero de esa procedencia. Es el mismo Putin que está detrás de Fratelli.

A cambio, el desastre en la izquierda está servido porque en las últimas horas el progresista Partido Demócrata, el PD de Enrico Letta, ha cerrado las puertas a una hipotética alianza con el Movimiento 5 Estrellas, al menos tal y como la mantenían hasta ahora, de cara a esa convocatoria electoral del 25 de septiembre. Como se ve, forzar crisis políticas del calado que ha supuesto la caída de Mario Draghi puede salir rentable a algunos… y ser una catástrofe para otros.

La torpeza -o traición- de 5 Estrellas al forzar la caída de ese gobierno de unidad nacional, que ya había funcionado en el segundo mandato de Conte y en las últimas elecciones regionales y municipales, ha traído consigo el que Letta se haya puesto ‘el traje institucional’ y no haya querido comparecer de la mano de tan imprevisibles y poco fiables compañeros de viaje, afines en lo ideológico pero nulos de fiar como compañeros de viaje.

Si se cumple el mapa que dibujan las encuestas en este instante, veremos un terremoto de enorme magnitud, con réplicas a lo largo y ancho de Europa

Desde este momento el gobierno continúa en funciones, pero solo para gestionar los asuntos corrientes y urgentes durante los próximos dos meses, hasta la formación de un nuevo ejecutivo.

Un autentico desastre con un convidado de honor al que no hay que olvidar, el partido de Silvio Berlusconi que, aunque no ha tenido parte activa en todo este ‘tsunami’ deberá ser objeto de nuestra vigilancia. Y deberá serlo porque podría tratar de pescar en aguas revueltas. Si todo este cocktail cristaliza tras las elecciones convocadas para el 25 de septiembre, y conforme al mapa que dibujan las encuestas en este instante, veremos un terremoto de enorme magnitud, con réplicas a lo largo y ancho de Europa. Unos resultados nefastos para las libertades, para la democracia y para la estabilidad, no solo institucional de los países de la zona euro, sino también financiera.

Esta ha sido la semana del adiós de Mario Draghi a la política. Un hombre que lo había conseguido todo en el plano profesional, economista de éxito y gestor extraordinario, que estaba destinado a pasar a la historia como el presidente del BCE que salvó al euro. Draghi no ha podido más y ha arrojado la toalla, tumbado por los populistas de la ultra derecha y la extrema izquierda.

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